MEMBRIO: ¡La Encina Grande! Y tan grande. No creo que haya otra...

VIRGO: Nos tememos que esta "ENCINA GRANDE" es la de "Rehoyos" (Salorino). Suponemos que te ha movido la nostalgia y habrás ido a fotografiarla exclusivamente; ya que de niño anduviste mucho por ahí. Como habrás ido a la Casa de los Hornos, y te habrás desilusionado con la ausencia de los eucaliptos (ahora hay una piscina) delante de la Casa, la ausencia de la pequeña huerta debajo del pozo (el pozo sigue igual), la era invadida por matorrales... y te habrás sorprendido el pantano, que no te dice nada de tu niñez... pero si la ENCINA GRANDE que sigue impetérrita a los tiempos. Nosotros (entre comillas) tenemos otra Encina Grande, apenas conocida, en el PARRAL de siempre, al comienzo del camino del molino dela Aceñita, la verdad no tan exhuberante como ésta. Saludos.

¡La Encina Grande! Y tan grande. No creo que haya otra igual, no ya por Membrio y Salorino, sino en toda la provincia, región, e incluso, en toda España. ¿Exagarado? Vayan a verla. Yo, no vi otra igual por ningún lugar. Y he estado en lugares. Fué comedor, dormitorio, salón de tertulia y cobijo de cuantos membrilleros y porreteros laboraban a su vera. Faro de todos ellos. ¡Cuántas historias se habrán contado al cobijo de su generosa y refrescante sombra! En la época de la siega, a esas horas de la siesta en las que el sol no tiene clemencia ni piedad, era el lugar de encuentro de casi todos ellos. El tío Evaristo, el tío Fermín, (cómo le gustaba cantar la Paloma Blanca de Antonio Molina mientras segaba y en los ratos de descanso hablar de política) el tío Barrantes, (siempre el cigarro en la boca) Polo, (vara en mano) el tio Santiago, (me metía miedo con su dentadura postiza) el tío Alves, mi tío Vicente, mi padre... membrilleros todos ellos, que, en Los Rehoyos (Lo´Rejoyos) y Los Hornos (Lo'sornos) tuvieron durante muchos años "la senara". Todos ellos con sus respectivas familias a cuesta, se afanaban hoz en mano, a recoger el trigo, la cebada, la avena y el centeno de su cosecha. Hombres y mujeres segando, (espigando también las mujeres y cuidando del fuego y del humilde puchero) críos, (estos nos dedicábamos a buscar nidos de rolas) burros rebuznando, mulos y algún perro, poblaban los campos durante la siega convirtiéndolo casi en una fiesta o romería por el jolgorio e ir y venir contínuo que había de un lugar para otro. Como dice VIRGO, también se hacía presente con su perro casi todos los días el tío Joaquín, que era el guarda de "La Hoja" (parte del terreno de la finca que cada año se sembraba). Vivía en la Casa de los Hornos en unos chozos con su mujer, de la que no recuerdo su nombre (imperdonable con lo cariñosa que siempre fué conmigo; Prudencia o un nombre así parecido) y todos los años, cuando la trilla, tenía una pareja de tórtolas (rolas) preciosas en una jaula, y yo, me quedaba embelesado mirándolas mañanas enteras. Entrañable los dos a los que recuerdo siempre con gran cariño. No sabía que habían quitado la huerta que estaba junto al pozo (¡qué agua tan fresca!) y los eucaliptos de la Casa de los Hornos. Los pardales, habrán tenido que emigrar e irse con sus cánticos a otro lugar. Pena de sombra... Mi recuerdo emocionado para todos los citados. Saludos