MEMBRIO: Viniendo de ti, querido CALAMBÚ, no considero un halago...

Viniendo de ti, querido CALAMBÚ, no considero un halago lo que me dices, sino una realidad fáctica. No me sorprendéis, ni tú ni tu soneto, porque os conocí hace tiempo; y, cuando digo conocer, sabes qué quiero decir. Conocer, como bien sabes, no es decir hola y adiós, ni tan siquiera un hasta luego, tan efímeros como la belleza misma. Conocer es, casi un paseo por la laguna estigia; y, por esos lares, como bien sabe Vísperas, paseamos pocos. He visto la foto de tío Enrique con nuestra prima Ana, el día de su boda; y, he de decirte que si fue bueno, lo fue por soportarte, no por quererte, que eso es relativamente fácil. En cuanto a la ginecocracia; escribí en mi cuaderno azul (mis azules, si te fijas, son parecidos a los de Juan Ramón) –tendría unos 18 años- que el día que llegara, me encerrarían por adúltero. De momento, espero estoicamente. De la tuya, por llamarlo de alguna manera, no te quejes ¡So mamón!, que lo único que has hecho, ha sido delegar. Me acuerdo mucho, por si te sirve de algo, de una Ronda maravillosa, de una Comisaría que visitaba por gusto (¡menos mal!) y que ya no está en aquel lugar, y de un tío que venía todas las tardes a pasar revista. Ah, y de un maricón (ahora gay) muy simpático de un bar de la serranía. ¡Qué importante fui aquellos días! Reiterar lo que se os quiere (¡A todos, no seas egoísta!), en una estrofa, es aliteración. Lo dicho. PC