En respuesta a Coral que pedía romances que se cantaran en el pueblo os mando uno. Por supuesto no se sabe el autor. Se supone que ha pasado de boca en boca y así ha llegado a nosotros. Romance popular que relata el desliz de una mujer casada y que hace referencia al refranero castellano. Muy extendido en toda la Mancha. Si escribís en Google: letra romance de Clara, entráis en la página 3, y contáis cinco páginas, os encontraréis con la página: LETRAS DISCO 4 “EN ESTAS COSAS ESTAMOS”. Es una página de Jaraíz que trae otra versión.
Romance de Clara
Un domingo de mañana,
yendo a misa con mi madre,
y en el portal de la iglesia
vi a una mujer como un ángel.
Mientras que duró la misa
yo no estuve atento a nada,
pero no quité los ojos
de aquella linda rapaza.
Ya se terminó la misa,
ya se terminó el sermón,
ya se va para su casa
prenda de mi corazón.
Al subir las escaleras,
yo le dije si me amaba,
y ella pronto me contesta:
- ¡Caballero, soy casada!
A mi marido del alma
no puedo faltarle en nada.
Yo, triste y desconsolado,
me marché para mi casa.
A la orilla del río
un jilguerito cantaba.
En sus cantos me decía
que pretendía a una casada.
- ¡Canta jilguerito! ¡Canta!
Que tus cantos me consuelan.
Que pretendo a una casada
y no puedo convencerla.
El jilguero me contesta:
-Tú, trátala con cariño
que el amor de una casada
pronto ablanda su dominio.
Yo la traté con cariño,
como el jilguero decía;
y al cabo de poco tiempo,
tuve yo lo que quería.
- ¡Clara soy! ¡Clara me llamo!
Siendo Clara me enturbié,
por eso no digo nunca:
¡de este agua no he de beber!
-De esta agua no beberé,
ni por muy clara que vaya
ni por muy turbia que esté.
Porque el camino es muy largo
y ataca mucho la sed.
Saludos a todos.
Romance de Clara
Un domingo de mañana,
yendo a misa con mi madre,
y en el portal de la iglesia
vi a una mujer como un ángel.
Mientras que duró la misa
yo no estuve atento a nada,
pero no quité los ojos
de aquella linda rapaza.
Ya se terminó la misa,
ya se terminó el sermón,
ya se va para su casa
prenda de mi corazón.
Al subir las escaleras,
yo le dije si me amaba,
y ella pronto me contesta:
- ¡Caballero, soy casada!
A mi marido del alma
no puedo faltarle en nada.
Yo, triste y desconsolado,
me marché para mi casa.
A la orilla del río
un jilguerito cantaba.
En sus cantos me decía
que pretendía a una casada.
- ¡Canta jilguerito! ¡Canta!
Que tus cantos me consuelan.
Que pretendo a una casada
y no puedo convencerla.
El jilguero me contesta:
-Tú, trátala con cariño
que el amor de una casada
pronto ablanda su dominio.
Yo la traté con cariño,
como el jilguero decía;
y al cabo de poco tiempo,
tuve yo lo que quería.
- ¡Clara soy! ¡Clara me llamo!
Siendo Clara me enturbié,
por eso no digo nunca:
¡de este agua no he de beber!
-De esta agua no beberé,
ni por muy clara que vaya
ni por muy turbia que esté.
Porque el camino es muy largo
y ataca mucho la sed.
Saludos a todos.