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MEMBRIO: muy ocurrente este texto, el cariño hacia el hijo cambia...

Bueno el texto de hoy es para los discapacitados es mi pequeño homenaje, hoy jueves 3 es el día INTERNACIONAL DEL DISCAPACITADO, espero que cuando lo leáis sintáis lo que yo sentí cuando leí esto, es verdaderamente precioso, es una carta de un hijo discapacitado y su titulo es “Las cosas no han cambiado”, esta escrito por alguien que se hace llamar Alejandra, un saludo

Carta de un hijo discapacitado
“Las cosas no han cambiado”

Hola, mami ¿Cómo estás? Soy yo. Tu hija. Quiero que sepas que las cosas no han cambiado...
¿Te acuerdas cuando querías quedar embarazada? Yo sí, con cuanta fe, amor y anhelo le pedías a DIOS que te concediera el deseo...

¡Y el día que confirmaste la noticia! ¡Dabas saltos de alegría! ¡Tenías la sonrisa dibujada en tu rostro, los ojos iluminados y el alma llena de vida! Cuántas cosas compartimos desde entonces ¿no?

Me acuerdo de las noches en vela, y de aquellas historias que me narrabas mientras dulcemente acariciabas tu panza. ¿Cuántas veces soñaste con mi cara, con mi sonrisa, con mi primer beso o mi primera palabra? ¿Cuántos nombres me pusiste y cuántas veces lo cambiaste? ¿Cómo eran? ¡Ah, sí!, Yunuén, Saraí, Anabella, Ekarén... no recuerdo mucho ¡Es que fueron tantos! Hasta que por fin te decidiste: “EKARÉN”, ¡ese es el nombre perfecto! -dijiste- y así me diste una identidad, ¡mi identidad! Si supieras qué lindo suena mi nombre en tus labios, mamá.

Todavía soy muy pequeña y no sé cómo manifestártelo, pero sé que sientes lo mucho que te amo. Estoy tan feliz de tenerte, y el único modo que tengo de expresarlo es a través de mis patadas; aunque a veces te molesten o resulten inoportunas están llenas de amor.

¿Sabes? Yo también quería venir al mundo y le pedí al SEÑOR que me diera una mami que fuera capaz de amarme y aceptarme tal cual soy, y aquí estoy, seguramente porque eres la madre perfecta y las dos nos necesitamos. Es tan lindo sentir el calor de tus caricias, el sonido de tus risas y el amor de tus palabras... Aún no nazco, pero tengo tantas ganas de conocerte que este encierro comienza a impacientarme.

Mamá, ¿qué pasa?, ¿por qué lloras? Las cosas no han cambiado. Hoy recibiste la noticia, ¿verdad? El médico ya te lo dijo, te confirmó que no soy una niña normal –como dicen allá afuera- pero mamá ¡soy YO –la chiquita de tus sueños! ¡Soy EKY! Mami, no llores por favor... ¡Las cosas no han cambiado! ¡Mamáaaaa!

Tu silencio me desespera, no tengo miedo porque ¡SE QUE ME QUIERES! DIOS NO SE EQUIVOCA, te lo voy a demostrar:

- ¿Recuerdas cuando el obstetra te habló de la hidrocefalia –mi enfermedad?, ¿y de la gravedad de este caso en particular, porque aparentemente también era anencefálica? Yo sentí como el miedo te paralizó y automáticamente de tus ojos brotaron lágrimas..., pero igual confié en ti, porque inconscientemente te abrazaste a la panza y pude sentir tu cariño.

- ¿Recuerdas cuando te aconsejó interrumpir el embarazo? Te dijo que eras una mujer muy joven y bella para arruinarte la vida, que tomaras una decisión rápida porque el tiempo era apremiante; y tratando aún de convencerte alegó: “Más adelante tendrás otras oportunidades de concebir”. Para ese entonces, yo contaba con tan solo 5 meses de gestación. Admito que a pesar de mi confianza, temí mucho a tu respuesta y por fin me tranquilicé cuando al sentir nuevamente tu abrazo firme, tierno y sincero, le dijiste que te llevaría toda la vida decidir.

Salimos de ese consultorio muy aprisa y, aún con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada, susurraste: “Chiquita querida, dame tiempo para asimilar la situación, todo va a ser como antes, sólo necesito un poco de tiempo” Entonces comprendí que verdaderamente me querías, que DIOS me había dado a la madre perfecta.

¡Mamá!, ¡las cosas no han cambiado –te gritaba yo en tus entrañas! Yo te voy a ayudar, escucha a tu corazón que reproduce el sonido de mi voz. Tan sólo respétame como soy, ámame tal cual soy, sigue soñando, riendo y jugando conmigo, continúa presumiéndome en tu panza... y presúmeme después, cuando nazca. Ámame como DIOS nos ama a nosotras. Ámame como yo te amo a ti.
Ya han pasado 3 años desde entonces...

.... y ¡QUE FELICES SOMOS! ¡¿VERDAD MAMA?!
¡LAS COSAS NO HAN CAMBIADO!

muy ocurrente este texto, el cariño hacia el hijo cambia pero aumentandolo y por supuesto que la vida también cambia, pues la escala de valores es distinta lo mismo que la importancia de las cosas.