Xavier, te imagino con el mandí, el batió, al baño albedriao, y rechupeteando de vez en cuando. Me viene a la memoria que, en los casamientos de la
familia, el tuyo también, se hacían los dulces en
casa de tía Ángela (q. e. p. e.), en una
chimenea grande que tenía; tu madre me metía unas buenas tupas (bueno, era comprensible, era mi madrina). Deseo de corazón que paséis una
noche en armonía y, por una sola vez, que "ganen los dos". Un abrazo.