CAPÍTULO PRIMERO:
¡QUERIDOS HERMANOS! Me voy recuperando, paulatinamente, de tanto trajín. ENCINA, que ha conseguido se me agoten los adjetivos, de positivos, hacía su persona, me regaló una bellota, y me dijo: “Esta es la única bellota que regalo, con su correspondiente capullo” (la capucha) Ella, obviamente, en la creencia de que yo- descapullador de monos profesional- haría una demostración pública de mis habilidades, se quedó anonadada (acepción suave de acoñoñada) cuando observó que- ¡oh, milagro!- la bellota se descapulló sola ¡Sin comentarios! Le susurre al oído, no obstante: “Hermosa mía ¿Ves? Cuanto más conozco a la encina, más me enamoro de sus bellotas”.
CARNIZUELO, se temió lo peor, cuando me acerqué a ella por estribor y le susurré al oído (no se debe decir lo que dije, porque el pudor es el pudor) Ella, que me conoce un poco y suele decir que la noche me confunde, se temía que iría cargado con unas bragas de leopardo. ¡No, por favor, no! La lencería no es mi fuerte, y menos la alegórica de ese animal salvaje. Ella ya me entiende. A lo mejor, de mono, o de cocodrilo (¿Hay bragas de cocodrilo?)
BAE, sentada unos pasos a mi diestra, junto a otras damas de suma hermosura, gana mucho en las distancias cortas, y, no me refiero a su obvia belleza. Además de su elegancia, saber estar y capacidad de trabajo, habría que añadir su alegría e imaginación para hacernos a todos felices con ese detalle que de sencillo fue enorme. Y, sobre todo, con las ganas que ha puesto en ayudar para que el acontecimiento saliese como salió ¡Gracias BAE!
Yo me senté junto a Xavier; el Obispo y la apuntadora; Asun, Cati, Amapola (no comió nada, se pasó el tiempo venga a charlar. Parecía una niña con zapatos nuevos) Y a mi derecha el marido de una forera, buena gente. Todos ellos, muy solidarios conmigo; me ofrecieron su vino, sin pedir nada a cambio. ¡Cómo tengo la vestimenta! Lo de las empanás, sólo se entiende si sabemos comprender el porqué hay gente que disfruta compartiendo. Yo no las probé, porque me son incompatibles con el vino, y, además cuando me apetezcan se lo digo a Cati y sé que me las hace.
Xavier: escribiremos más adelante, sobre robos, hurtos, desviaciones y enterramientos solapados sobre los bajos del césped de esa institución sagrada que tú y yo sabemos. Y, conste que, sobre el imbécil, siempre estaremos de acuerdo. Abrazos para todos. PC
¡QUERIDOS HERMANOS! Me voy recuperando, paulatinamente, de tanto trajín. ENCINA, que ha conseguido se me agoten los adjetivos, de positivos, hacía su persona, me regaló una bellota, y me dijo: “Esta es la única bellota que regalo, con su correspondiente capullo” (la capucha) Ella, obviamente, en la creencia de que yo- descapullador de monos profesional- haría una demostración pública de mis habilidades, se quedó anonadada (acepción suave de acoñoñada) cuando observó que- ¡oh, milagro!- la bellota se descapulló sola ¡Sin comentarios! Le susurre al oído, no obstante: “Hermosa mía ¿Ves? Cuanto más conozco a la encina, más me enamoro de sus bellotas”.
CARNIZUELO, se temió lo peor, cuando me acerqué a ella por estribor y le susurré al oído (no se debe decir lo que dije, porque el pudor es el pudor) Ella, que me conoce un poco y suele decir que la noche me confunde, se temía que iría cargado con unas bragas de leopardo. ¡No, por favor, no! La lencería no es mi fuerte, y menos la alegórica de ese animal salvaje. Ella ya me entiende. A lo mejor, de mono, o de cocodrilo (¿Hay bragas de cocodrilo?)
BAE, sentada unos pasos a mi diestra, junto a otras damas de suma hermosura, gana mucho en las distancias cortas, y, no me refiero a su obvia belleza. Además de su elegancia, saber estar y capacidad de trabajo, habría que añadir su alegría e imaginación para hacernos a todos felices con ese detalle que de sencillo fue enorme. Y, sobre todo, con las ganas que ha puesto en ayudar para que el acontecimiento saliese como salió ¡Gracias BAE!
Yo me senté junto a Xavier; el Obispo y la apuntadora; Asun, Cati, Amapola (no comió nada, se pasó el tiempo venga a charlar. Parecía una niña con zapatos nuevos) Y a mi derecha el marido de una forera, buena gente. Todos ellos, muy solidarios conmigo; me ofrecieron su vino, sin pedir nada a cambio. ¡Cómo tengo la vestimenta! Lo de las empanás, sólo se entiende si sabemos comprender el porqué hay gente que disfruta compartiendo. Yo no las probé, porque me son incompatibles con el vino, y, además cuando me apetezcan se lo digo a Cati y sé que me las hace.
Xavier: escribiremos más adelante, sobre robos, hurtos, desviaciones y enterramientos solapados sobre los bajos del césped de esa institución sagrada que tú y yo sabemos. Y, conste que, sobre el imbécil, siempre estaremos de acuerdo. Abrazos para todos. PC
PC, muchas gracias por la parte que me toca. Besos