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MEMBRIO: Amigo CHENGUE...

EN RECUERDO DE MI GRAN AMIGO,“EL ESCALFAO”

¡Aquí tienen al rechoncho con su boina, espatarrao y tranquilo, donde los haya!, capaz de soportar de manera indómita los calores del infierno y devolvernos de sus entrañas el agua inmaculada. De uso y costumbre, no ha gustado de compañías que no sea la de la lumbre; ¡y no es por tripero!, pero no comparte la filosofía de los cacharros ligeros. ¡Que podemos decir de él!: tiene los atributos de los imperecederos e indomables y, encima, nos proporciona“agua pa lavarnos, pa fregá, pa escaldá, pa templá, pa rellená,, pa afeitá y pa más que no quiero contá.

Un saludo carnavalero.

Amigo CHENGUE

Bonitos recuerdos nos trae “el escalfaó rechoncho” que nos muestras para calentar el agua en la lumbre. Ese era el uso que se le solía dar en nuestro Pueblo, aunque en otros lugares lo utilizaban más para cocinar que para calentar agua, y se le conoce como “pote”. Creo que el potaje se hacía en esos recipientes, aunque no sé si le llama pote por el potaje, o el potaje se llama potaje por el pote. También por nuestras tierras le conocíamos como olla de campaña, pero creo que para todos nosotros será siempre “el escalfaó”, pa calentá el agua pa cociná, el agua pa lavá y el agua pa lavarse.

Efectivamente, querido CHENGUE, era un agua inmaculada y yo diría además que rozaba la gloria bendita. Un recipiente de hierro fundido y espatarrao, eso sí, con tres patas, pa que estuviera bien asentao, capaces de cabalgar sobre las brasas de la lumbre y no embrocarse. Le importaba tres carajos el suelo irregular de la cocina, ¡no en vano tres puntos forman un plano! ¡Helo ahí, con sus tres patitas como un tío machote!, ¡Helo ahí, con su tapita sujeta por una cadenita pa no enajenarse!.
Estaba tan equilibrao que incluso colgándolo encima del fuego y encadenao en un gancho del canizo, se podía mover como un botafumeiro sin verter una gotita de agua.

Lo recuerdo al lado de las estrébedes y de esos otros soportes de tres patas que arrempujaban hacia las brasas a los pucheros de café y a las ollas donde se arrimaban los garbanzos. Recuerdo la sartén llena migas y a mi abuela picándolas sentá en un banco de corcho, levantando con un trapo la tapa y cogiendo con un cazo un poquino de agua caliente pa esparramarla en la sartén con una cuchara al revés, hasta poner las migas mamonas como a mí me gustan.

GRACIA CHENGUE, por recordarme a mi abuela haciéndome migas mamonas.

SALUDOS.