¿Tienes un negocio?

MEMBRIO: Hola CALAMBÚ...

Hola CALAMBÚ
No recuerdo esa bici de madera, aunque posiblemente alguien me lo contó alguna vez porque me parece haber oído ese comentario.

Sin embargo, sí recuerdo la bici de Casimiro, impoluta e impecable, a la que también hace mención CARACOL, con todos los adornos y detalles, con dos faros, con varios espejos, con un montón de pilotos, con cambios, con soporte para apoyarla en el suelo, una autentica Harley Davidson en bicicletas BH.

También recuerdo que a otra le perfeccionó el sistema de tracción, con un motor de gasolina que llevaba el depósito en los manillares, y lo podía combinar con el pedaleo. Resultaba un poquillo pesada porque aún no se habían aligerado los metales y el depósito tenía poca capacidad, creo recordar que si te aventurabas a ir a Salorino, tenías que pedalear a la vuelta.

Él me enseño a arreglar los piñones y a equilibrar las llantas tensando los radios, ¡que no era cosa fácil! Sin embargo, lo de arreglar pinchazos, todos nacimos sabidos.

1ª Clase de Mecánica de antaño: OPERACIÓN DE UN PIÑÓN DE BICICLETA

Se desmontaba la rueda y la ponías tumbada en horizontal y abrías el piñón con un punzón y un martillo, sabiendo que la rosca iba en el sentido levógiro, aunque te lo indicaba una flechita, si conseguías verla limpiando un poquito el piñón.
Recuerdo que siempre se rompían los resortes de los trinquetes, que eran los que hacían que permanecieran abiertos para que engancharan en los dientes interiores el piñón. A falta de resortes metálicos, le poníamos un trocito de goma de cámara doblada, que hacía las funciones del resorte hasta salir del apuro, o lo apañábamos con un trocito de pletina metálica de las cuerdas de los relojes templándolo al fuego. Una autentica cirugía piñonera, y todo ello sin perder una sola bolita del rodamiento. La grasa consistente y los imanes nos ayudaban en la tarea. Otras veces el problema estaba en los propios trinquetes que se desgastaban y no enganchaban, también los repasábamos con una lija y con unos golpecitos de martillo hasta conseguir darle forma para que agarraran y nos aguantaran otra temporada.

Si se “safaba” el piñón subiendo la cuesta del Montaero, y la bicicleta era de hombre, de esas que tienen barra, lo más probable es que te desgraciaras, je, je.

La operación de un piñon no era fácil aunque con la necesidad seguro que más de uno se lo aplicaba a sus bicicletas, sobre todo si las utilizaban para ir a trabajar. Ahora las bicis son de recreo y han perdido gran parte de su utilidad. Con frecuencia las encontramos tiradas al lado de los contenedores de basura porque ya no merece la pena arreglarlas, y yo siempre me acuerdo de los piñones que tuve que reparar.

Como podéis observar, a punto también de hacerme mecánico. Así que ya no sé cuantos oficios he echado para atrás.

SALUDOS