LA CAPUCHINA.
Yo la CAPUCHINA soy hermana del CANDIL, de LA LAMPARILLA, y EL CARBURO y vecina de la VELA.
No soy tan rústica como el candil. Soy de BRONCE y siempre me han tenido muy limpia, en cuanto tenía algo de suciedad me limpiaban frotándome con un trapo mojado con xidol.
Mi sito preferente ha sido estar en lugares visibles, daba alegría sólo con verme, por lo bonita que soy y brillando como el SOL. Me alimentan igual que a mis hermanos, una mecha retorcida y empapada en aceite.
Siempre estaba alimentada para estar disponible, sobre todo en la planta baja, comedor, habitaciones y lacena. En caso de necesidad ayudaba al candil en todos los rincones de la casa, pajar, trojes, cuadra, junto a la lumbre …….
Para dar mi luz, echaban mi capucha para atrás, que la tengo sobre mi cuello y encendían mi mecha con una cerilla. Para apagarme, no solían darme un soplo igual que al candil, con subir mi capucha hacía adelante sobre mi cuello con suavidad es suficiente para apagar mi llama.
No me gustaba que me apagaran dando un golpe brusco y seco sobre mi capucha, cayendo sobre mi cuello con fuerza haciendo ruido y causándome dolor.
Con la llegada de la bombilla, mis hermanos y yo, dejamos de ser operativos, pero nos garantizaron que nos darían un destino de por vida. Así está siendo, cada uno seguimos en el lugar que siempre nos ha correspondido, yo sobre la mesilla, cómodas y vitrinas brillando como el SOL hasta que DIOS quiera.
Yo la CAPUCHINA soy hermana del CANDIL, de LA LAMPARILLA, y EL CARBURO y vecina de la VELA.
No soy tan rústica como el candil. Soy de BRONCE y siempre me han tenido muy limpia, en cuanto tenía algo de suciedad me limpiaban frotándome con un trapo mojado con xidol.
Mi sito preferente ha sido estar en lugares visibles, daba alegría sólo con verme, por lo bonita que soy y brillando como el SOL. Me alimentan igual que a mis hermanos, una mecha retorcida y empapada en aceite.
Siempre estaba alimentada para estar disponible, sobre todo en la planta baja, comedor, habitaciones y lacena. En caso de necesidad ayudaba al candil en todos los rincones de la casa, pajar, trojes, cuadra, junto a la lumbre …….
Para dar mi luz, echaban mi capucha para atrás, que la tengo sobre mi cuello y encendían mi mecha con una cerilla. Para apagarme, no solían darme un soplo igual que al candil, con subir mi capucha hacía adelante sobre mi cuello con suavidad es suficiente para apagar mi llama.
No me gustaba que me apagaran dando un golpe brusco y seco sobre mi capucha, cayendo sobre mi cuello con fuerza haciendo ruido y causándome dolor.
Con la llegada de la bombilla, mis hermanos y yo, dejamos de ser operativos, pero nos garantizaron que nos darían un destino de por vida. Así está siendo, cada uno seguimos en el lugar que siempre nos ha correspondido, yo sobre la mesilla, cómodas y vitrinas brillando como el SOL hasta que DIOS quiera.