Uno se crio, y ya hace mucho tiempo de eso, en el norte de España. Aprendio a amar las aves esterparias en los "campos de tierra" de Valladolid y Palencia, a conocer los arboles y las flores en la Montaña cantabrica, a distinguir de las viboras de las culebras de agua en los valles y paramos de la Lora burgalesa.
Eso explica mi entusiasmo y sorpresa, ya mayorcito, al descubrir Extemadura y con ella los ecosistemas mediterraneos. Para empezar, nada mas llegar uno encontraba alli mas abutardas que en la meseta castellana, mas cigüeñas en un solo pueblo que todas las que podia ver en su tierra en un dia entero, enormes bandos de grullas en invierno, (que, aun hoy, me siguen emocionando casi tanto como la primera vez), enormes lagartos y culebras tan gordas como un brazo, bosques, muchos arboles, enormes extensiones forestadas.
Pero el extasis llegaba al alcanzar la Sierra de San Pedro, donde recuerdo mi descubrimiento de los bosques de alcornoques en las umbrias y, sobre todo, de las enormes e impenetrables manchas hechas de brezos, torviscos, durillos y madroñeras. ¡No habia visto nada asi en mi vida, y pienso que no existe en Iberia mejor representacion de ese monte mediterraneo tan especial y emblematico! Eso es naturaleza, con mayusculas. Insisto en que han pasado mucho tiempo, pero entonces la arrancada de un venado en una mancha podia ponermo los vellos de punta, y tambien alli me ocurrio por primera vez. Llegue a la Sierra de San pedro buscando ginetas, de la mano de amigos naturalistas, amigos cazadores, amigos taxidermista, amigos guardasy amigos propietarios. En las tierras donde yo habia vvivdo hasta entonces la gineta era una especie rara, casi imposible de detectar. ¡Que diferencia con la sierra san pedrina! Pero tras la gineta vinieron la cigüeña negra, el aguila imperial, los sotos que parecian norteños y las nutrias y, sobre todo, el misterio permanente, la sombra que no me ha abandonado, del lince iberico. ¡Cuanto hubiera dado por conocer los linces de San Pedro, que solo he visto disecados! Por entoces deaia el lobo, tambien, aunque la comarca era tan frogosa y recia que parecia imposible de desaparecer.
Si hay cosas que lo permean a uno, penetrando poco a poco en su ser, debo mucho de lo que soy a mi tierra castellana, por un lado, y a la Baja Andalucia que me adopto por otro. Pero si hay un lugar donde uno se sumergio de golpe en mas naturaleza, donde incorporo mas registros nuevos (especies, luces, paisajes, olores, sensaciones) desde su primera visita tendria que referirme sin duda a Extremadura y su Sierra de San Pedro.
Estamos, estan a tiempo de visitarla. Pero tanto si lo hacen como si no, siempre la tendran en los libros. ¡Sanquen el buen proveho!
Texto de: MIGUEL DELIBES DE CASTRO.
(Doctor en Ciencias Biologicas. Estacion biologica de Doñana. C. S. I. C.)
Esto es parte del maravilloso articulo que D. Miguel narra en el libro de Sierra de San Pedro huellas y vivencias.
Eso explica mi entusiasmo y sorpresa, ya mayorcito, al descubrir Extemadura y con ella los ecosistemas mediterraneos. Para empezar, nada mas llegar uno encontraba alli mas abutardas que en la meseta castellana, mas cigüeñas en un solo pueblo que todas las que podia ver en su tierra en un dia entero, enormes bandos de grullas en invierno, (que, aun hoy, me siguen emocionando casi tanto como la primera vez), enormes lagartos y culebras tan gordas como un brazo, bosques, muchos arboles, enormes extensiones forestadas.
Pero el extasis llegaba al alcanzar la Sierra de San Pedro, donde recuerdo mi descubrimiento de los bosques de alcornoques en las umbrias y, sobre todo, de las enormes e impenetrables manchas hechas de brezos, torviscos, durillos y madroñeras. ¡No habia visto nada asi en mi vida, y pienso que no existe en Iberia mejor representacion de ese monte mediterraneo tan especial y emblematico! Eso es naturaleza, con mayusculas. Insisto en que han pasado mucho tiempo, pero entonces la arrancada de un venado en una mancha podia ponermo los vellos de punta, y tambien alli me ocurrio por primera vez. Llegue a la Sierra de San pedro buscando ginetas, de la mano de amigos naturalistas, amigos cazadores, amigos taxidermista, amigos guardasy amigos propietarios. En las tierras donde yo habia vvivdo hasta entonces la gineta era una especie rara, casi imposible de detectar. ¡Que diferencia con la sierra san pedrina! Pero tras la gineta vinieron la cigüeña negra, el aguila imperial, los sotos que parecian norteños y las nutrias y, sobre todo, el misterio permanente, la sombra que no me ha abandonado, del lince iberico. ¡Cuanto hubiera dado por conocer los linces de San Pedro, que solo he visto disecados! Por entoces deaia el lobo, tambien, aunque la comarca era tan frogosa y recia que parecia imposible de desaparecer.
Si hay cosas que lo permean a uno, penetrando poco a poco en su ser, debo mucho de lo que soy a mi tierra castellana, por un lado, y a la Baja Andalucia que me adopto por otro. Pero si hay un lugar donde uno se sumergio de golpe en mas naturaleza, donde incorporo mas registros nuevos (especies, luces, paisajes, olores, sensaciones) desde su primera visita tendria que referirme sin duda a Extremadura y su Sierra de San Pedro.
Estamos, estan a tiempo de visitarla. Pero tanto si lo hacen como si no, siempre la tendran en los libros. ¡Sanquen el buen proveho!
Texto de: MIGUEL DELIBES DE CASTRO.
(Doctor en Ciencias Biologicas. Estacion biologica de Doñana. C. S. I. C.)
Esto es parte del maravilloso articulo que D. Miguel narra en el libro de Sierra de San Pedro huellas y vivencias.
A mi también me ha gustado, primo.