Mi querido
amigo: despues de la mala suerte de la humareda provocada por las velas (según contais), debemos dar gracias a Dios de que sólo se haya quedado en eso y de que una persona tan abnegada, entregada y servicial como tú, estuvieras ahí, en un accidente relacionado en parte con tu profesión habitual.
Las circunstancias han querido que hoy no haya podido estar en
Membrio, no obstante transmitele a D. Angel mi ayuda personal y sincera y también desde este Obispado de Coria-
Cáceres, recibe mi
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