Hola BODES, ¿que tal estáis tú y LOLI?, supongo que seguiréis ensayando los cantes para el próximo encuentro.
Me alegra que te haya traído bonitos recuerdo la matraca, que al igual que las empanás sólo las conozco de nuestro Pueblo.
Recuerdo que algunas tenían las asas dobles, dos por cada lado, y también que se les clavaba algún clavo o remache donde se golpeaba la madera para que el sonido fuera más estruendoso, no en vano sustituían a las campanas.
Las apuestas eran para el que más aguantaba, había algunos que se les dormía el brazo tocando y eran capaces de aguantar hasta el Domingo de Resurrección.
Buenos “tocaores matraqueros” hubo en el Pueblo; algunas pesaban como mil demonios y sin embargo eran capaces de alzarlas tocando y apuntando al cielo, y más difícil todavía, con una matraca en cada mano. Con estos instrumentos zuñían los oídos y se cortaba el viento.
Yo ya estoy ensayando para la próxima Semana Santa, ahora que tengo entonao el brazo derecho, y me pienso fabricar otra matraca, de esas dobles que os cuento.
SALUDOS
Me alegra que te haya traído bonitos recuerdo la matraca, que al igual que las empanás sólo las conozco de nuestro Pueblo.
Recuerdo que algunas tenían las asas dobles, dos por cada lado, y también que se les clavaba algún clavo o remache donde se golpeaba la madera para que el sonido fuera más estruendoso, no en vano sustituían a las campanas.
Las apuestas eran para el que más aguantaba, había algunos que se les dormía el brazo tocando y eran capaces de aguantar hasta el Domingo de Resurrección.
Buenos “tocaores matraqueros” hubo en el Pueblo; algunas pesaban como mil demonios y sin embargo eran capaces de alzarlas tocando y apuntando al cielo, y más difícil todavía, con una matraca en cada mano. Con estos instrumentos zuñían los oídos y se cortaba el viento.
Yo ya estoy ensayando para la próxima Semana Santa, ahora que tengo entonao el brazo derecho, y me pienso fabricar otra matraca, de esas dobles que os cuento.
SALUDOS