Es una historia realmente hermosa, por dura. Ir a Salorino, todos los días ¡Descalza! Y nos quejamos ahora de cualquier “chorrada”. A esa mujer, que evidentemente se ganó con creces el descanso eterno, no la recuerdo; sí al Médico, obviamente, y a su perro. La Señora “Boquica” me suena más, aunque la tengo también muy difuminada. ¿Boquico, era su hijo? A éste si lo recuerdo porque tuvimos con él algunas anécdotas. Saludos. PC