Nosotros deberíamos bautizar un monumento con el nombre de una persona que tuviese menos mala leche que la “serrana”. Ahí está la tía con el trabuco y el machete. ¡Casi nadie al aparato! Y todo, por lo visto, por algún despecho ¡Ya se sabe! El caso es que la tal señora, le aplicaba las corrientes corrineras a contrapelo a todo varón que no quisiera encamarse con ella. Ahí va una versión que he “trincao” del romance que cantó Dolores Perea Rondón, de 45 años, allá en Tarifa, y recogida por Francisco Vergara y Carmen Tizón en 1979. Parece ser que hay muchas versiones; ésta debe de ser de las primeras. Saludos. PC
Allá en Barranca la Olla, orillitas de Paciencia,
Se pasea una serrana alta, rubia, muy morena,
Con su escopetita al hombro guardando la suya cueva,
Y vio venir un galán alto, rubio como ella;
Se echó el trabuco a la cara, un trabucazo le pega.
El galán iba delante abriendo campo y verea,
La vio subida en un pino peinándose las melenas.
Lo ha cogido de la mano, lo lleva a la suya cueva.
¿Para qué son tantas cruces, tantos montones de tierra?
-Nueve hombres que he matado dentro de la mía cueva;
Contigo ha de ser lo mismo si tu amor no me contempla.
Aviaron de cenar tres perdices y un conejo y otras cosillas más buenas.
Cuando la pilló dormida, el galán cogió la puerta.
Allá en Barranca la Olla, orillitas de Paciencia,
Se pasea una serrana alta, rubia, muy morena,
Con su escopetita al hombro guardando la suya cueva,
Y vio venir un galán alto, rubio como ella;
Se echó el trabuco a la cara, un trabucazo le pega.
El galán iba delante abriendo campo y verea,
La vio subida en un pino peinándose las melenas.
Lo ha cogido de la mano, lo lleva a la suya cueva.
¿Para qué son tantas cruces, tantos montones de tierra?
-Nueve hombres que he matado dentro de la mía cueva;
Contigo ha de ser lo mismo si tu amor no me contempla.
Aviaron de cenar tres perdices y un conejo y otras cosillas más buenas.
Cuando la pilló dormida, el galán cogió la puerta.