Esto, lo escribió cuando hacía la “mili” en Madrid. Parece ser que tenía dudas en cuanto al regreso. Saludos. PC
<< CARTA LITERARIA A MI PUEBLO DESDE MADRID
“Como sincero homenaje a Membrío, su historia y a los que lo hicieron posible”
En el callar de tus tejados anchos, puertas cerradas, balcones y ventanitas pequeñas, luengas callejuelas, plácidos corralones; en tu faz blanquirroja y densa… ¡descansa, pueblo mío! El pausado latir de tu vetusta historia.
Hoy, muy lejos de tu poltrona parda, no creas que te he olvidado del todo. Fueron muchos los años vividos en la luz de tus hermosos campos, mientras soñaba desventurado y triste en la obscura despensa del recuerdo. Te he visto cuántas veces sonámbulo, debajo del cielo de la tarde, tan sereno y sencillo, como rezando por los que te hicieron posible o por estos de hoy que te forjan para los nuevos soles del mañana.
Cuando voy caminando por estas calles y avenidas en donde pasean o moran en sus casas, los filósofos, los negociantes, abogados, políticos, científicos, los transhumantes, poetas de cafés, actores, emigrantes, los otros- vestidos de este pueblo- voy sintiendo a la par el armazón de tu cuerpo, patriarca de tantas y tantas generaciones que hoy forman un pórtico a tus pies.
¡No creas que te he olvidado para siempre! Que tú, pueblo eterno de la tarde delgada y amarilla, morada de tantos hombres de la espiga y de mujeres con delantal florido, irás donde mis plantas se posen sobre el suelo.
Si algún día vuelvo a tu lecho de gloria, despertaremos ambos sonrientes al compás de la alondra y el gorrión de primavera.
¡Porque habré de volver, pueblo querido…, para también- de alguna forma u otra- hacerte seguir siendo!
Madrid, 27 de febrero de 1980
Fdo. Fidencio Vital Gil >>
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“Como sincero homenaje a Membrío, su historia y a los que lo hicieron posible”
En el callar de tus tejados anchos, puertas cerradas, balcones y ventanitas pequeñas, luengas callejuelas, plácidos corralones; en tu faz blanquirroja y densa… ¡descansa, pueblo mío! El pausado latir de tu vetusta historia.
Hoy, muy lejos de tu poltrona parda, no creas que te he olvidado del todo. Fueron muchos los años vividos en la luz de tus hermosos campos, mientras soñaba desventurado y triste en la obscura despensa del recuerdo. Te he visto cuántas veces sonámbulo, debajo del cielo de la tarde, tan sereno y sencillo, como rezando por los que te hicieron posible o por estos de hoy que te forjan para los nuevos soles del mañana.
Cuando voy caminando por estas calles y avenidas en donde pasean o moran en sus casas, los filósofos, los negociantes, abogados, políticos, científicos, los transhumantes, poetas de cafés, actores, emigrantes, los otros- vestidos de este pueblo- voy sintiendo a la par el armazón de tu cuerpo, patriarca de tantas y tantas generaciones que hoy forman un pórtico a tus pies.
¡No creas que te he olvidado para siempre! Que tú, pueblo eterno de la tarde delgada y amarilla, morada de tantos hombres de la espiga y de mujeres con delantal florido, irás donde mis plantas se posen sobre el suelo.
Si algún día vuelvo a tu lecho de gloria, despertaremos ambos sonrientes al compás de la alondra y el gorrión de primavera.
¡Porque habré de volver, pueblo querido…, para también- de alguna forma u otra- hacerte seguir siendo!
Madrid, 27 de febrero de 1980
Fdo. Fidencio Vital Gil >>
