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MEMBRIO: Desde esta lejanía en que me encuentro,...

Desde esta lejanía en que me encuentro,
cuántas veces me acerco hasta tu sombra,
cuántas veces te nombro sin palabras,
cuántas veces te canto mi salmodia.
Porque tú, viejo olivo, desde siempre,
con tu ser, con los frutos de tu copa,
dejaste entre los surcos de mi mente,
grabada la belleza que te adorna,
la serena humildad que te enaltece,
el zureo coral de tus palomas,
esa paz que respira tu silencio,
y esa hermosa nobleza que decora
la robusta epidermis de tu cuerpo,
hecha de años, de inviernos y de historia.
Mis ojos contemplaron muchos árboles,
se extasiaron de luz ante las rosas,
calibraron la altura de los álamos,
temblaron de emoción ante las olas,
vieron crecer almendros suntuosos,
gozaron con la encina y con la fronda
de los sauces que al margen de los ríos,
melancólicos, líricos, sollozan;
sangraron de fulgor con los cerezos,
resbalaron de amor sobre las cosas
que se visten de tiernos vegetales
y que el sol con sus rayos acrisola.
Pero nada tan puro y comparable
con el gozo de verte en cada loma,
señor de las alturas soleadas,
basílica de pájaros y tórtolas,
en hermoso escuadrón de gallardía,
alumbrando la paz a la redonda.