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MEMBRIO: ¡VIVA LAA PEPA!...

¡VIVA LA PEPA!

Amigos y amigas foreros y foreras:

Estaría bien que cambiáramos el rumbo girando el timón hacia nuestra propia autoestima, recordando aquellos extremeños como Francisco Sánchez de las Brozas, Benito Arias Montano, José de Espronceda, Carolina Coronado, Mario Rosso de Luna, Joaquín Churriguera, Juan de Ávalos, Pedro de Ibarra, Luis de Morales, Francisco de Zurbarán, Juan Meléndez Valdés, Bravo Murillo, Donoso Cortés y Diego Muñoz Torrero, entre otros muchos, que tanto hicieron por las artes, las ciencias, las letras y la política, etc., y, de los que, desgraciadamente, tan poco conocemos; de entre ellos (salvando al maestro Solano, por aquello de mi afición por la música, y al maestro Gómez, por el aprecio que le tengo) quiero traeros el recuerdo y la memoria, en estos momentos de tanta mediocridad política, del que considero unos de los mejores políticos que dio la historia de este país (Diego Muñoz Torrero); y, para ello, he rescatado este artículo escrito por Oscar de los Reyes Murillo Caballero en el Diario Hoy de Extremadura, que DICE ASI:

SON frecuentes las ocasiones en las que, de forma espontánea, utilizamos esta expresión ¡Viva La Pepa! para hacer constar un estado de ánimo, por lo general, alegre y desenfadado, pero pocas veces, por no decir ninguna, somos conscientes que esta expresión, tan popular hoy en día y vacía de contenido supuso en otra época una consigna que a muchos los condujo hacia el patíbulo. 'La Pepa', como se conoció a la ingenua y cándida Constitución de 1812, por la que tantos lucharon y tantos murieron, iba a suponer el inicio de un sistema democrático que perdura hasta nuestros días; con muchos matices, es cierto, pero que sentó las bases de un futuro que ahora disfrutamos, cuajado de derechos fundamentales y de libertades públicas a las que hoy en día consideramos como inherentes a la persona, a todos y cada uno de los ciudadanos con independencia de las ideas que profesen.
Y todo ello se lo debemos en gran medida a los hombres que hicieron posible este texto constitucional, a todos aquellos que construyeron el futuro y entre los que destacan decenas de extremeños, haciéndose imprescindible destacar la figura de Diego Muñoz-Torrero (Cabeza de Buey, 1761; San Julián de la Barra, 1829) quien antes de cumplir la treintena de edad ya era catedrático y rector de la universidad española más importante y con mayor prestigio de la época, la Universidad de Salamanca.
Su figura, por no decir su legado, es tan extraordinaria que debería estudiarse en los libros de textos de nuestros escolares como uno de los prohombres de nuestro país. Más aún por cuanto que su carácter religioso no le limitó para abordar la reforma del Estado, propiciando los principios reguladores de una nueva sociedad para incorporar a España en la Historia Contemporánea y espolearla de una vez por todas de la tiranía proclamada por el rancio y tirano absolutismo.
Diputado por Extremadura en las Cortes Generales y Extraordinarias de Cádiz, llegó a presidirlas y fue el primero en intervenir el día de su apertura, el 24 de septiembre de 1810, dejando estupefactos a los demás diputados por su preclara exposición de principios en los que proclamaba sin ningún pudor, y entre otros, la soberanía nacional, la separación de poderes, la libertad de expresión y de imprenta y la supresión de la Inquisición.
Estos principios, asumidos y trillados hoy en día hasta la saciedad, supusieron en aquellos momentos históricos una revolución de las ideas y del pensamiento, inmerso como estaba el país en la guerra contra el francés. Muñoz-Torrero, como muchos otros, luchó no sólo por conseguir una independencia física, geopolítica, frente a la invasión napoleónica, sino al mismo tiempo una defensa y por tanto una independencia respecto al caduco y arbitrario poder regio, que permitiera la soberanía del pueblo español.
Aunque su persona y su obra merecerían un mayor estudio, he de decir que este hombre de talante liberal, aunque moderado, sufrió como muchos otros el horror de la tiranía, siendo perseguido, vilipendiado, enjuiciado, encarcelado y maltratado hasta su muerte por los absolutistas y conservadores de un régimen que amedrentaba a sus ciudadanos en pro del poder del tirano de turno: el rey Fernando VII y sus acólitos. Ni que decir tiene, en mi modesta opinión, que cualquier gobernante que esclavice a su pueblo merece ser depuesto de inmediato.
Diego Muñoz-Torrero luchó y murió por acercarnos a un régimen de garantías constitucionales, que terminase con el Antiguo Régimen, despótico y atormentador y abriera la puerta hacia una monarquía parlamentaria que garantizase el derecho y los principios regeneradores de una sociedad, hasta ese momento, maltratada machaconamente por unos cuantos, dueños del poder más absoluto.
Seguramente serán muchos y variados los homenajes, sin duda merecidos, que se llevarán a cabo con motivo del Bicentenario de la Constitución de 1812; de hecho el pueblo natal de Diego Muñoz-Torrero acaba de crear un premio bianual en su nombre, el 'Premio Muñoz-Torrero' auspiciado por el Ayuntamiento de la localidad, y con el que se pretende distinguir a la persona o a la institución que destaque en la defensa de los valores constitucionales, aquellos por los que, no olvidemos nunca, vivió y murió nuestro personaje.
Vaciémonos todos los demócratas, independientemente de las ideas de cada uno, en construir una sociedad más inteligente, plural y dialogante, ocupándonos en el porvenir de dicha sociedad, en garantizar nuestros derechos que tanto costaron de conseguir, en defender un sistema que, aunque imperfecto, garantice al menos las libertades públicas, los derechos fundamentales y la dignidad e igualdad de los ciudadanos y dejémonos de milongas partidistas. Esforcémonos por revivir el espíritu doceañista donde a pesar de las inmensas dificultades históricas del momento se atrevieron a luchar por construir un futuro que legarnos, sentando las bases de un Estado moderno que al mismo tiempo que nos conciencie de nuestros deberes para con los demás, garantice de igual modo nuestros derechos.
¡Viva La Pepa! por supuesto, pero que viva con su espíritu transgresor, noble, idealista, igualitario, soñador., contagiándonos del mismo.

Saludos

Querido HCHENGUE. El artículo está muy bien, con errores conceptuales desde el punto de vista histórico, pero bien. Hace posible que llegue a la gente un personaje, desgraciadamente, poco conocido por los propios extremeños. Para mí, desde el punto de vista político, una figura excepcional. Pasé por casa de Paco Neila, hace unos meses, y, como siempre, me cargó de libros. Uno de ellos, de título: “juegan blancas y ganan” de José Luis Majada Neila- ya fallecido, que debió de ser primo suyo- prolífico escritor extremeño; sacerdote, Doctor en filosofía e historia, etc. etc., Pues, el libro trata, precisamente, de la biografía cultural y política de un sacerdote maldito, debelador de la inquisición, Diego Muñoz-Torrero (1761-1829) –Rector, a la sazón, con 27 años de la U. de Salamanca- A mi me interesó mucho el personaje hace tiempo, pero investigando sobre el tema que tu sabes, me encontré un libro del año 1820, en el que se venían a recoger historias de “la Pepa”. Allí, pude leer los discursos del sacerdote D. Diego Muñoz-Torrero y Ramírez Moyano, básicamente sobre la libertad de imprenta. ¡Excepcional!. Su frase:” La censura previa, es el último asidero de la tiranía”, dicha en las Cortes de la Isla de León, debería permanecer inscrita en todos los colegios y universidades de Extremadura- por no decir más allá. Murió torturado y asesinado por los absolutistas portugueses. Un abrazo. PC

¡VIVA LAA PEPA!

Buenas noches querido. Estas desvelado? Es raro verte al filo de la media noche.

Que descanses. Un Abrazo.