Mi madre tuvo la dicha enorme de dar vida a Josefa, mi única hermana, recuerdo que era una niña risueña, encantadora, nació sana, tenía ojos enormes, y pestañas rizadas; falleció cinco años después
Mi madre era la más feliz, decía cuando estaba embarazada, que podía sentir el latido de entre sus entrañas.
No tuvo miedo, sabía que el dolor le traería la más bella de las emociones.
Todo había valido la pena, bañada en lágrimas se aferró a ella, su primera y única hija mujer.
Desde que nació, mi madre le noto algo distinto en ella. Parecía disfrutar cada segundo de vida, dormía poco y sonreía mucho, a veces me daba miedo, la veíamos tan diferente, tan llena de vida.
Josefa llego súbitamente, no la esperábamos, hasta mi padre se espantó cuando mi madre le dio la noticia de que iba a ser padre por séptima ves.
Al poco tiempo una neumonía le arrancó la vida que sus brazos aún extrañan.
Fueron cuatro días que Josefa permaneció nternada en un incipiente hospital.
Todos esperábamos en el rancho noticias de ella, deseábamos que nos dijeran…la niña esta bien, se ha salvado.
No fue así, no hubo mejoría, al medio día llegaron mi padre y mi madre tristes e intuimos lo peor.
Su hija murió a los cinco años.
Josefa fue enterrada, recibió muchas flores, todos vestíamos de negro como lo marca el luto.
Hubo pocas palabras, muchas tazas de café y rostros.
Escuché hablar a un tonto que le decía a mi padre que la menos había estado poco tiempo y no se había encariñado tanto, y mi padre atino a decir ”Un hijo es un hijo y perderlo es terrible, no importa nada más”.
Hasta la fecha, aún no hemos podido desprenderse de su cuna, esta arrumbada en una esquina de su dormitorio y es que años después, mi madre se fue a vivir conmigo.
Nunca quiso regalar la ropa de su hija e incluso pronunciar el nombre de su pequeña le lastimaba, a veces la encontrábamos con los ojos nublados, conteniendo las lagrimas y mirando al cielo como buscando su rostro y un Porque a Mi Señor.
Ella aseguraba que desde la muerte de Josefa, todo era diferente, a todos nos dejo un gran vacío.
Sabíamos que el dolor le carcomía el corazón, pero también le invadía una sensación de fortaleza, por el deber con sus otros hijos.
Madre….. hoy viendo esta escena de Coral, te recuerdo valiente y siempre serás la más linda mama.
TE AMO
Mi madre era la más feliz, decía cuando estaba embarazada, que podía sentir el latido de entre sus entrañas.
No tuvo miedo, sabía que el dolor le traería la más bella de las emociones.
Todo había valido la pena, bañada en lágrimas se aferró a ella, su primera y única hija mujer.
Desde que nació, mi madre le noto algo distinto en ella. Parecía disfrutar cada segundo de vida, dormía poco y sonreía mucho, a veces me daba miedo, la veíamos tan diferente, tan llena de vida.
Josefa llego súbitamente, no la esperábamos, hasta mi padre se espantó cuando mi madre le dio la noticia de que iba a ser padre por séptima ves.
Al poco tiempo una neumonía le arrancó la vida que sus brazos aún extrañan.
Fueron cuatro días que Josefa permaneció nternada en un incipiente hospital.
Todos esperábamos en el rancho noticias de ella, deseábamos que nos dijeran…la niña esta bien, se ha salvado.
No fue así, no hubo mejoría, al medio día llegaron mi padre y mi madre tristes e intuimos lo peor.
Su hija murió a los cinco años.
Josefa fue enterrada, recibió muchas flores, todos vestíamos de negro como lo marca el luto.
Hubo pocas palabras, muchas tazas de café y rostros.
Escuché hablar a un tonto que le decía a mi padre que la menos había estado poco tiempo y no se había encariñado tanto, y mi padre atino a decir ”Un hijo es un hijo y perderlo es terrible, no importa nada más”.
Hasta la fecha, aún no hemos podido desprenderse de su cuna, esta arrumbada en una esquina de su dormitorio y es que años después, mi madre se fue a vivir conmigo.
Nunca quiso regalar la ropa de su hija e incluso pronunciar el nombre de su pequeña le lastimaba, a veces la encontrábamos con los ojos nublados, conteniendo las lagrimas y mirando al cielo como buscando su rostro y un Porque a Mi Señor.
Ella aseguraba que desde la muerte de Josefa, todo era diferente, a todos nos dejo un gran vacío.
Sabíamos que el dolor le carcomía el corazón, pero también le invadía una sensación de fortaleza, por el deber con sus otros hijos.
Madre….. hoy viendo esta escena de Coral, te recuerdo valiente y siempre serás la más linda mama.
TE AMO