Ante la imposibilidad de poder cantar a Nuestra Madre "a pleno pulmón" el día 15, en acción de gracias, me gustaría recitar este poema, como hice tantas veces de niña, pero me temo que tampoco sería posible...
A MARÍA
Madre, tu luz pura,
reflejo de la gloria,
brilló entre mi penumbra,
esclareció mis dudas,
glorificó la aurora.
Eres mi faro y guía,
mi asidero, mi roca,
madre eterna y amiga
que mi olvido perdona,
tu mano en mis espinas
es caricia de alondra.
Ya no tengo temor,
siempre estás a mi lado,
eres mi convicción,
me abrigas con tu manto,
y me acercas al sol
del amor del Amado.
No siento soledad,
ni dolor, ni cansancio,
una emoción vital
ha llenado mi espacio
he nacido a la Paz
de tu humano Sagrario.
Como reina y maestra
me obsequias con tu Gracia
revelas tu presencia,
me enseñas la palabra
que me abrirá la puerta
de la última morada.
Me llevas a tu Hijo
por caminos del alma
ne nombras fiel testigo
de la Divina Alianza
que nos ha transmitido
su voz en la montaña.
Tomo el Pan que me ofrece
en celestial cenáculo
y bebo de la fuente
de su hendido costado.
Estoy feliz y alegre,
por tí, Ël es mi hermano.
¡Me siento tan dichosa
en tus amantes brazos...!
¡Mi Esperanza retoña!
¡Te agradezco el milagro!
¡Son mis días, mis horas,
cuentas de tu Rosario!
A MARÍA
Madre, tu luz pura,
reflejo de la gloria,
brilló entre mi penumbra,
esclareció mis dudas,
glorificó la aurora.
Eres mi faro y guía,
mi asidero, mi roca,
madre eterna y amiga
que mi olvido perdona,
tu mano en mis espinas
es caricia de alondra.
Ya no tengo temor,
siempre estás a mi lado,
eres mi convicción,
me abrigas con tu manto,
y me acercas al sol
del amor del Amado.
No siento soledad,
ni dolor, ni cansancio,
una emoción vital
ha llenado mi espacio
he nacido a la Paz
de tu humano Sagrario.
Como reina y maestra
me obsequias con tu Gracia
revelas tu presencia,
me enseñas la palabra
que me abrirá la puerta
de la última morada.
Me llevas a tu Hijo
por caminos del alma
ne nombras fiel testigo
de la Divina Alianza
que nos ha transmitido
su voz en la montaña.
Tomo el Pan que me ofrece
en celestial cenáculo
y bebo de la fuente
de su hendido costado.
Estoy feliz y alegre,
por tí, Ël es mi hermano.
¡Me siento tan dichosa
en tus amantes brazos...!
¡Mi Esperanza retoña!
¡Te agradezco el milagro!
¡Son mis días, mis horas,
cuentas de tu Rosario!