VALDÍO, a la hora de la
siesta, como de pequeña era poco dormilona, no me sentaba ahí, sino en el umbral de la
puerta de atrás, la del
patio; allí estaba fresquita, cosiendo los vestiditos de mis muñecas y salvando a las moscas que caían prisioneras en las telas de los "MORGAÑOS".
¡Cómo se oían sus largos "gemidos" por el miedo al "BICHO", mientras todo estaba en silencio...!
Una "niña buena" no podía quedarse indiferente viendo como la arañita tan fea le picaba a la pobre mosca... Ahí me
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