Un deseo, un sueño cumplido por fin un regreso. Entre otras cosas estaba para escuchar. Quizas mañana una lagrima.
La arboleda perdida: Rafael Alberti
Un fragmento:
Aquel jardín con sus cuatro muros de cal, cubierto solamente por un nutridísimo báncigo, a ciertas horas con más gorriones que flores, guarda seguramente el eco de mis primeros juegos, de esos primeros gritos y cantos, ya claros y preciosos en el nacimiento de mi memoria.
Las hermanas carmelitas,
con delantales azules,
se parecen a los cielos
cuando se quitan las nubes.
De muchos azules está llena y hecha mi infancia en aquel Puerto de Santa María. Mas ya los repetí, hasta perder la voz, en las canciones de mis primeros libros. Pero ahora se me resucitan, bañándome de nuevo. Entre aquellos azules de delantales, blusas marineras, cielos, río, bahía, isla, barcas, aires, abrí los ojos y aprendí a leer. Yo no puedo precisar ahora en qué momento las letras se me juntan formando palabras, ni en qué instante estas palabras se asocian y encadenan revelándome un sentido.
La arboleda perdida: Rafael Alberti
Un fragmento:
Aquel jardín con sus cuatro muros de cal, cubierto solamente por un nutridísimo báncigo, a ciertas horas con más gorriones que flores, guarda seguramente el eco de mis primeros juegos, de esos primeros gritos y cantos, ya claros y preciosos en el nacimiento de mi memoria.
Las hermanas carmelitas,
con delantales azules,
se parecen a los cielos
cuando se quitan las nubes.
De muchos azules está llena y hecha mi infancia en aquel Puerto de Santa María. Mas ya los repetí, hasta perder la voz, en las canciones de mis primeros libros. Pero ahora se me resucitan, bañándome de nuevo. Entre aquellos azules de delantales, blusas marineras, cielos, río, bahía, isla, barcas, aires, abrí los ojos y aprendí a leer. Yo no puedo precisar ahora en qué momento las letras se me juntan formando palabras, ni en qué instante estas palabras se asocian y encadenan revelándome un sentido.