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MEMBRIO: Me gustan las historias de la trashumancia, porque...

Ahora que el tiempo empieza a refrescar y se aleja el verano, aunque nos deja los recuerdos.... es tiempo de contar historias.
La que os transcribo la he recogido de un libro estupendo sobre la Sierra de San Pedro, que me lo ha prestado ¡como no! mi primo FALCO.
Aunque el título hace referencia sólo a los pastores de Herreruela y Salorino, yo quiero hacerlo extensivo a los membrilleros, y especialmente al padre de VALDIO.

"Aunque buena parte de los ganaderos trashumantes que invernan en Extremadura son de origen serrano o montañés, y regresan por tanto a sus pueblos durante los meses de verano, en la Sierra de San Pedro encontramos una muy notable excepción en los pueblos de Herreruela y de Salorino. De aquí procedían los pastores que, durante muchas décadas, guardaron los rebaños que pastaban durante el verano en las montañas palentinas y cántabras de San Cebrián de Mudá, Los Redondos, Brañosera, Polentinos, Herreruela de la Castillería y el Alto Comapoo, en las fuentes del Ebro, del Carrión y del Pisuerga.
Hay que considerar el tremendo contraste de los grandes calores y la sequía de Extremadura a mediados de junio, con las nieblas, lluvias e incluso nevadas que estas personas debían afrontar a su llegada a las cumbres cantábricas, conviviendo con osos y con lobos, acompañados por los vaqueros de tudancas y los yegüeros que, en sentido inverso suben a estos puertos desde el norte, de los valles bañados por el mar.
Sirvan estas líneas de respetuoso homenaje a los pastores de la Sierra de San Pedro que durante tantos años pasaron los veranos en las montañas cantábricas.
Aún a riesgo de olvidar a muchos de ellos, y de desconocer sus apellidos, no quiero dejar de mencionar al mayoral Andrés y a Lucio, Francisco, Teodoro, Cirilo y Benigno.
Joaquín compartió incluso la majada de Pidruecos con su mujer y sus cuatro hijos, padeciendo en el otoño una tremenda nevada que les obligó a refugiarse en el pueblo de Entrambasaguas. Vicente, Claudio, Higinio y Antonio convivían durante el verano en las cumbres de Herreruela de la Castillería, defendidos nada menos que por quince perros debido a la abundancia de lobos y de osos en estos montes, y soportando durante meses el tamborileo de la lluvia y el granizo sobre el infame refugio de chapa de aquel puerto.

Todos ellos dejaron muy alto el pabellón extremeño tan lejos de su tierra. La gente montañesa aún les recuerda con nostalgia y con afecto, inspirando a algunos trovadores, como Jose Manuel Cuesta, el cartero de Cabuérniga, versos como los siguientes:
Todos van reivindicando esas antiguas cañadas
pa que la oveja merina pueda hacer su trashumancia.
Qué antiguos son los derechos que hoy quieren arrebatarlas
cerrándoles los caminos que cruzaban toda España.
Viva la oveja merina, viva la vaca tudanca,
y vivan los ganaderos que aún hacen la trashumancia."

Buenas noches amigos.

Me gustan las historias de la trashumancia, porque parece que nunca finalizan. Son, como ella misma, la historia. Debe de ser muy interesante el libro de FALCO. Además, cuando tú lo cuentas, transmites; la asepsia se vuelve loca. Por eso, quizás por eso, nos gusta. También hubo una trashumancia “vacuna”- cosa que yo ignoraba- Lo sé, porque cierto día, hace años, encontrándome yo, junto a unos amigos, meditando, cerca de los Montes Universales- serranía de Cuenca, más bien- me tope con ingente cantidad de vacas que venían con sus vaqueros a caballo, arremetiendo contra el pasto. Coincidió que dejaron sus cosas en el refugio de alta montaña que nosotros ocupábamos. Venían de Andalucía ¡Tiene narices! Y pasamos una noche mágica. Abrazos. PC