MEMBRIO: Que paseis un buen fin de semana. Besos Membriller@s...

Que paseis un buen fin de semana. Besos Membriller@s

Esto escribí; y en medio año
que mi presencia gozó
París, no hubo lance extraño
ni hubo escándalo ni daño
donde no me hallara yo.
mas, como Don Juan, mi historia
también a alargar renuncio;
que basta para mi gloria
la magnífica memoria
que allí dejé con mi anuncio.
Y cual vos, por donde fui
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Mi hacienda llevo perdida
tres veces; mas se me antoja
reponerla, y me convida
mi boda comprometida
don Doña Ana de Pantoja.
Mujer muy rica me dan
y mañana hay que cumplir
los tratos que hechos están;
lo que os advierto, Don Juan,
por si queréis asistir.
A esto Don Luis se arrojó,
y escrito en este papel
está lo que se consiguió,
y lo que él aquí escribió
mantenido está por él.
DON JUAN.- La historia es tan semejante
que está en el fiel la balanza;
mas vamos a lo importante,
que es el guarismo a que alcanza
el papel; con que, adelante.
DON LUIS.- Razón tenéis, en verdad
Aquí está el mío; mirad:
por una línea apartados
traigo los nombres sentados
para mayor claridad.
DON JUAN.- Del mismo modo arregladas
mis cuentas traigo en el mío,
en dos líneas separadas
los muertos en desafío
y las mujeres burladas.
Contad.
DON LUIS.- Contas.
DON JUAN.- Veintitrés.
DON LUIS.- Son los muertos. A ver vos.
¡Por la cruz de San Andrés!
Aquí suman treinta y dos.
DON JUAN.- Son los muertos.
DON LUIS.- Matar es.
DON JUAN.- Nueve os llevo.
DON LUIS.- Me vencéis.
Pasemos a las conquistas.
DON JUAN.- Sumo aquí cincuenta y seis.
DON LUIS.- Y yo sumo en vuestras lístas
Setenta y dos.
DON JUAN.- Pues perdéis.
DON LUIS.- ¡Es increíble, Don Juan!
DON JUAN.- Si lo dudáis, apuntados
los testigos ahí están,
que si fueren preguntados
os lo testificarán.
DON LUIS.- ¡Oh! Y vuestra lista es cabal.
DON JUAN.- Desde una princesa real
a la hija de un pescador,
¡oh!, ha recorrido mi amor
Toda la escala social.
¿Tenéis algo que tachar?
DON LUIS.- Sólo una os falta en justicia.
DON JUAN.- ¿Me la podéis señalar?
DON LUIS.- Sí, por cierto; una novicia
Que esté para profesar.
DON JUAN.- ¡Bah! Pues yo os complaceré
Doblemente, porque os digo
que a la novicia uniré
la dama de algún amigo
que para casarse esté.
DON LUIS.- ¡Pardiez, que sois atrevido!
DON JUAN.- Yo os lo apuesto si queréis.
DON LUIS.- Digo que acepto el partido.
Para darlo por perdido,
¿queréis veinte días?
DON JUAN.- Seis.
DON LUIS.- ¡Por Dios que sois hombre extraño!
¿Cuántos días empleáis
en cada mujer que amáis?
DON JUAN.- Partid los días del año
entre las que ahí encontráis.
uno para enamoradas,
otro para conseguirlas,
otro para abandonarlas,
dos para sustituirlas
y una hora para olvidarlas.
Pero la verdad a hablaros,
pedir más no se me antoja,
y pues que vais a casaros
mañana, pienso quitaros
a Doña Ana de Pantoja.
DON LUIS.- Don Juan, ¿qué es lo que decís?
DON JUAN.- Don Luis, lo que óido habéis.