Buenos días amig@s.
ACTO SEGUNDO
Destreza
Exterior de la casa de Doña Ana, vista por una esquina. Las dos paredes que forman el ángulo se prolongan igualmente por ambos lados, dejando ver en la derecha una reja y en la izquierda una reja y una puerta.
DON LUIS.- Ya estoy frente de la casa
de Doña Ana, y es preciso
que esta noche tenga aviso
de lo que en Sevilla pasa.
No dí con persona alguna
por dicha mía…! Oh, qué afán!
Por ahora, señor Don Juan,
cada cual con su fortuna.
Si honor y vida se juega,
mi destreza y mi valor
por mi vida y por mi honor
jugarán…, mas alguien llega.
ESCENA II
Don Luis y Pascual
PASCUAL.- ¡Quién creyera lance tal!
¡Jesús, qué escándalo! ¡Presos!
DON LUIS.- ¡Qué veo! ¿Es Pascual?
PASCUAL.- Los sesos
me estrellaría.
DON LUIS.- ¡Pascual!
PASCUAL.- ¿Quién me llama tan apriesa?
DON LUIS.- Yo, Don Luis.
PASCUAL.- ¡Válgame Dios!
DON LUIS.- ¿Qué te asombra?
PASCUAL.-Que seáis vos.
DON LUIS.- Mi suerte, Pascual, es ésa.
Que a no ser yo quien me soy,
y a no dar contigo ahora,
el honor de mi señora
Doña Ana moría hoy.
PASCUAL.- ¿Qué es lo que decís?
DON LUIS.- ¿Conoces a Don Juan Tenorio?
PASCUAL.- Sí
¿Quién no le conoce aquí?
Mas, según públicas voces,
estabáis presos los dos.
¡Vamos, lo que el vulgo miente!
DON LUIS.- Ahora acertadamente
habló el vulgo, y juro a Dios
que a no ser porque mi primo
el tesoro real,
quiso fiarme, Pascual,
pierdo cuanto más estimo.
PASCUAL.- Pues ¿cómo?
DON LUIS.- ¿En servirme éstas?
PASCUAL.- Hasta morir.
DON LUIS.- Pues escucha.
Don Juan y yo, en una lucha
arriesgada por demás
empeñados nos hallamos;
pero, a querer tú ayudarme,
más que la vida salvame
puedes.
PASCUAL.- ¿Qué hay que hacer? Sepamos.
DON LUIS.- En una insigne locura
dimos tiempo a en apostar
cuál de ambos sabría obrar
peor con mejor ventura.
Ambos nos hemos portado
bizarramente, a cuál más;
pero él es un Satanás,
y por fin me ha aventajado.
Púsole no sé qué pero
sobre ello, y el hecho fue
que él, mofándose altanero
me dijo: “Y si esto no os llena
pues que os casáis con Doña Ana,
os apuesta a que mañana
os la quito yo.”
PASCUAL.- ¡Esa es buena!
¿Tal se ha atrevido a decir?
DON LUIS.- No es lo malo lo que diga,
Pascual, sino que consiga
lo que intenta.
PASCUAL.- ¿Conseguir?
En tanto que yo esté aquí,
descuidad, Don Luis.
DON LUIS.- Te juro que si el lance no aseguro,
no sé qué va a ser de mí.
PASCUAL.- Por la Virgen del Pilar.
¿Le teméis?
DON LUIS.- ¡No! ¡Dios testigo!
Mas lleva ese hombre consigo
algún diablo familiar.
PASCUAL.- Dadlo por asegurado.
DON LUIS.-
PD. Que paseis un bonito sabado. Besos Membriller@s.
ACTO SEGUNDO
Destreza
Exterior de la casa de Doña Ana, vista por una esquina. Las dos paredes que forman el ángulo se prolongan igualmente por ambos lados, dejando ver en la derecha una reja y en la izquierda una reja y una puerta.
DON LUIS.- Ya estoy frente de la casa
de Doña Ana, y es preciso
que esta noche tenga aviso
de lo que en Sevilla pasa.
No dí con persona alguna
por dicha mía…! Oh, qué afán!
Por ahora, señor Don Juan,
cada cual con su fortuna.
Si honor y vida se juega,
mi destreza y mi valor
por mi vida y por mi honor
jugarán…, mas alguien llega.
ESCENA II
Don Luis y Pascual
PASCUAL.- ¡Quién creyera lance tal!
¡Jesús, qué escándalo! ¡Presos!
DON LUIS.- ¡Qué veo! ¿Es Pascual?
PASCUAL.- Los sesos
me estrellaría.
DON LUIS.- ¡Pascual!
PASCUAL.- ¿Quién me llama tan apriesa?
DON LUIS.- Yo, Don Luis.
PASCUAL.- ¡Válgame Dios!
DON LUIS.- ¿Qué te asombra?
PASCUAL.-Que seáis vos.
DON LUIS.- Mi suerte, Pascual, es ésa.
Que a no ser yo quien me soy,
y a no dar contigo ahora,
el honor de mi señora
Doña Ana moría hoy.
PASCUAL.- ¿Qué es lo que decís?
DON LUIS.- ¿Conoces a Don Juan Tenorio?
PASCUAL.- Sí
¿Quién no le conoce aquí?
Mas, según públicas voces,
estabáis presos los dos.
¡Vamos, lo que el vulgo miente!
DON LUIS.- Ahora acertadamente
habló el vulgo, y juro a Dios
que a no ser porque mi primo
el tesoro real,
quiso fiarme, Pascual,
pierdo cuanto más estimo.
PASCUAL.- Pues ¿cómo?
DON LUIS.- ¿En servirme éstas?
PASCUAL.- Hasta morir.
DON LUIS.- Pues escucha.
Don Juan y yo, en una lucha
arriesgada por demás
empeñados nos hallamos;
pero, a querer tú ayudarme,
más que la vida salvame
puedes.
PASCUAL.- ¿Qué hay que hacer? Sepamos.
DON LUIS.- En una insigne locura
dimos tiempo a en apostar
cuál de ambos sabría obrar
peor con mejor ventura.
Ambos nos hemos portado
bizarramente, a cuál más;
pero él es un Satanás,
y por fin me ha aventajado.
Púsole no sé qué pero
sobre ello, y el hecho fue
que él, mofándose altanero
me dijo: “Y si esto no os llena
pues que os casáis con Doña Ana,
os apuesta a que mañana
os la quito yo.”
PASCUAL.- ¡Esa es buena!
¿Tal se ha atrevido a decir?
DON LUIS.- No es lo malo lo que diga,
Pascual, sino que consiga
lo que intenta.
PASCUAL.- ¿Conseguir?
En tanto que yo esté aquí,
descuidad, Don Luis.
DON LUIS.- Te juro que si el lance no aseguro,
no sé qué va a ser de mí.
PASCUAL.- Por la Virgen del Pilar.
¿Le teméis?
DON LUIS.- ¡No! ¡Dios testigo!
Mas lleva ese hombre consigo
algún diablo familiar.
PASCUAL.- Dadlo por asegurado.
DON LUIS.-
PD. Que paseis un bonito sabado. Besos Membriller@s.
Buenos días, ya está cada vez más cerca; cuidado con las uñas jajaja. Besos Membriller@s.
DON LUIS.- ¡Oh! Tal es el afán mío,
que ni en mí propio me fío
con un hombre tan osado.
PASCUAL.- Yo os juro, por San Ginés,
que con toda su osadía,
le ha de hacer, por vida mía,
mal tercio un aragonés;
Nos veremos.
DON LUIS.- ¡Ay, Pascual,
que en qué te metes no sabes!
PASCUAL.- En apreturas más graves
me he visto, y no salí mal.
DON LUIS.- Escriba en lo perentorio
del plazo y en ser quien es.
PASCUAL.-
más que un buen aragonés
no ha de valer un Tenorio.
Todos esos lenguaraces,
espadachines de oficio,
no son más que frontispicio
y de poco alma capaces.
Para infamar a mujeres
tienen lengua, y tienen manos
para osar a los ancianos
o apalear a mercaderes.
más cuando una buena espada,
por un buen mozo esgrimida,
con la muerte les convida,
todo su valor es nada.
Y sus empresas y bullas
se reducen todas ellas
a hablar mal de las doncellas
y a huir ante las patrullas.
DON LUIS.- ¡Pascual!
PASCUAL.- No lo hablo por vos;
que aunque sois un calavera,
tenéis la alma bien entera
y reñís bien, ¡voto a bríos!
DON LUIS.- Pues si es en mí tan notorio
el valor, mira, Pascual,
que el valor es proverbial
en la raza de Tenorio.
Y porque conozco bien
de su valor el extremo,
de sus ardides me temo
que en tierra con mi honra den.
PASCUAL.- Pues suelto estáis ya, Don Luis,
y pues que tanto os acucia
el mal de celos, su astucia
con la astucia prevenís.
¿Qué teméis de él?
DON LUIS.- ¡No lo sé!;
más esta noche sospecho
que ha de procurar el hecho consumar.
PASCUAL.- Soñáis.
DON LUIS.- ¿Por qué?
PASCUAL.- ¿No está preso?
DON LUIS.- Sí que está;
más también lo estaba yo,
y un hidalgo me fió.
PASCUAL.- Más ¿Quién a él le fiará?
DON LUIS.- En fin, sólo un medio encuentro
de satisfacerme.
PASCUAL.- ¿Cua´l?
DON LUIS.- Que de esta casa, Pascual,
quede yo esta noche dentro.
PASCUAL.- Mirad que así de Doña Ana
tenéis el honor vendido.
DON LUIS.- ¡Qué mil rayos! ¿Su marido
no voy a ser yo mañana?
PASCUAL.- Más, señor, ¿no os digo yo
que os fío con la existencia?.
DON LUIS.- Sí; salir de una pendencia;
más de un ardid diestro, no.
Y, en fin, o paso en la casa
la noche, o tomo la calle,
aunque la justicia me halle.
PASCUAL.- Señor Don Luis, eso pasa
de terquedad, y es capricho
que dejar os aconsejo,
y os irá bien.
DON LUIS.- No lo dejo, Pascual.
PASCUAL.- ¡Don Luis!
DON LUIS.- Está dicho.
PASCUAL.- ¡Vive Dios! ¿Hay tal afán?
DON LUIS.- Tú dirás lo que quisieres;
más yo fío en las mujeres
mucho menos que en Don Juan.
Y pues lance es extremado
por dos locos emprendido,
bien será un loco atrevido
para un loco desalmado.
PASCUAL.- Mirad bien lo que decís,
porque yo sirvo a Doña Ana
desde que nació, y mañana
seréis su esposo, Don Luis.
DON LUIS.- Pascual: esa hora llegada
y ese derecho adquirido,
yo sabré ser su marido
y la haré ser bien casada;
más en tanto…
PASCUAL.- No habléis más.
Yo os conozco desde niños
y sé lo que son cariños,
¡por vida de Barrabás!
Oíd: mi cuarto es sobrado
para los dos; dentro de él
quedad; más palabra fiel
dadme de estaros callado.
DON LUIS.- Te la doy.
Hasta luego, chic@s.
DON LUIS.- ¡Oh! Tal es el afán mío,
que ni en mí propio me fío
con un hombre tan osado.
PASCUAL.- Yo os juro, por San Ginés,
que con toda su osadía,
le ha de hacer, por vida mía,
mal tercio un aragonés;
Nos veremos.
DON LUIS.- ¡Ay, Pascual,
que en qué te metes no sabes!
PASCUAL.- En apreturas más graves
me he visto, y no salí mal.
DON LUIS.- Escriba en lo perentorio
del plazo y en ser quien es.
PASCUAL.-
más que un buen aragonés
no ha de valer un Tenorio.
Todos esos lenguaraces,
espadachines de oficio,
no son más que frontispicio
y de poco alma capaces.
Para infamar a mujeres
tienen lengua, y tienen manos
para osar a los ancianos
o apalear a mercaderes.
más cuando una buena espada,
por un buen mozo esgrimida,
con la muerte les convida,
todo su valor es nada.
Y sus empresas y bullas
se reducen todas ellas
a hablar mal de las doncellas
y a huir ante las patrullas.
DON LUIS.- ¡Pascual!
PASCUAL.- No lo hablo por vos;
que aunque sois un calavera,
tenéis la alma bien entera
y reñís bien, ¡voto a bríos!
DON LUIS.- Pues si es en mí tan notorio
el valor, mira, Pascual,
que el valor es proverbial
en la raza de Tenorio.
Y porque conozco bien
de su valor el extremo,
de sus ardides me temo
que en tierra con mi honra den.
PASCUAL.- Pues suelto estáis ya, Don Luis,
y pues que tanto os acucia
el mal de celos, su astucia
con la astucia prevenís.
¿Qué teméis de él?
DON LUIS.- ¡No lo sé!;
más esta noche sospecho
que ha de procurar el hecho consumar.
PASCUAL.- Soñáis.
DON LUIS.- ¿Por qué?
PASCUAL.- ¿No está preso?
DON LUIS.- Sí que está;
más también lo estaba yo,
y un hidalgo me fió.
PASCUAL.- Más ¿Quién a él le fiará?
DON LUIS.- En fin, sólo un medio encuentro
de satisfacerme.
PASCUAL.- ¿Cua´l?
DON LUIS.- Que de esta casa, Pascual,
quede yo esta noche dentro.
PASCUAL.- Mirad que así de Doña Ana
tenéis el honor vendido.
DON LUIS.- ¡Qué mil rayos! ¿Su marido
no voy a ser yo mañana?
PASCUAL.- Más, señor, ¿no os digo yo
que os fío con la existencia?.
DON LUIS.- Sí; salir de una pendencia;
más de un ardid diestro, no.
Y, en fin, o paso en la casa
la noche, o tomo la calle,
aunque la justicia me halle.
PASCUAL.- Señor Don Luis, eso pasa
de terquedad, y es capricho
que dejar os aconsejo,
y os irá bien.
DON LUIS.- No lo dejo, Pascual.
PASCUAL.- ¡Don Luis!
DON LUIS.- Está dicho.
PASCUAL.- ¡Vive Dios! ¿Hay tal afán?
DON LUIS.- Tú dirás lo que quisieres;
más yo fío en las mujeres
mucho menos que en Don Juan.
Y pues lance es extremado
por dos locos emprendido,
bien será un loco atrevido
para un loco desalmado.
PASCUAL.- Mirad bien lo que decís,
porque yo sirvo a Doña Ana
desde que nació, y mañana
seréis su esposo, Don Luis.
DON LUIS.- Pascual: esa hora llegada
y ese derecho adquirido,
yo sabré ser su marido
y la haré ser bien casada;
más en tanto…
PASCUAL.- No habléis más.
Yo os conozco desde niños
y sé lo que son cariños,
¡por vida de Barrabás!
Oíd: mi cuarto es sobrado
para los dos; dentro de él
quedad; más palabra fiel
dadme de estaros callado.
DON LUIS.- Te la doy.
Hasta luego, chic@s.
Buenos días amig@s, hay que empezar la jornada.
PASCUAL.- Y hasta mañana,
juntos, con doble cautela,
nos quedaremos en vela.
DON LUIS.-Y se salvará Doña Ana.
PASCUAL.- Sea.
DON LUIS.- Pues vamos.
PASCUAL.- Teneos.
¿Qué vais a hacer?
DON LUIS.- Entrar.
PASCUAL.- ¿Ya?
DON LUIS.- ¿Quién sabe lo que él hará?
PASCUAL.- Vuestros celosos deseos reprimid;
que ser no puede
mientras que no se recoja mi amo,
Don Gil de Pantoja,
y todo en silencio quede.
DON LUIS.- ¡Voto a…!
PASCUAL.- ¡Eh! Dad de un vez
breves treguas al amor.
DON LUIS.- ¿Y a qué hora ese buen señor
suele acostarse?
PASCUAL.- A las diez;
y en esa calleja estrecha
hay una reja; llamad
a las diez, y descuidad
mientras en mí.
DON LUIS.- Es cosa hecha.
PASCUAL.- Don Luis, hasta luego, pues.
DON LUIS.- Adiós, Pascual, hasta luego.
ESCENA III
Don Luis solo.
Jamás tal desasosiego
tuve. Paréceme que es
esta noche hora menguada
para mí…, y no sé qué vago
presentimiento, qué estrago
teme mi alma acongojada.
Por Dios, que nunca pensé
que a Doña Ana amara así,
ni por ninguna sentí
lo que por ella…! Oh! Y a fe
que Don Juan me amedrenta
no el valor, mas la ventura.
Parece que le asegura
Satanás en cuanto intenta.
No, no. Es un hombre infernal,
y téngome para mí
que si me aparto de aquí,
me burla, pese a Pascual.
Y aunque me tenga por necio,
quiero entrar; que con Don Juan
las precauciones no están
para vistas con desprecio.
Llama a la ventana.
ESCENA IV
Don Luis y Doña Ana.
DOÑA ANA.- ¿Quién va?
DON LUIS.- ¿No es Pascual?
DOÑA ANA.- ¡Don Luis…!
DON LUIS.- ¡Doña Ana!
DOÑA ANA.- ¿Por la ventana llamas ahora?
DON LUIS.- ¡Ay Doña Ana,
cuán a buen tiempo salís!
DOÑA ANA.- Pues, ¿qué hay, Mejía?
DON LUIS.- Un empeño
por tu beldad que un hombre que temo.
DOÑA ANA.- Y ¿qué hay que te asombre
en él, cuando eres tú el dueño
de mi corazón?
DON LUIS.- Doña Ana:
no lo puedes comprender
y ese hombre sin conocer
nombre y suerte.
DOÑA ANA.- Será vana
su buena suerte conmigo.
Ya ves, sólo horas nos faltan
para la boda, y te asaltan
vanos temores.
DON LUIS.- Testigo me es Dios,
que nada por mí
me da pavor mientras tenga
espada, y ese hombre venga
cara a cara contra ti.
Mas como el león, audaz,
y cauteloso y prudente;
Como la astuta serpiente…
DOÑA ANA.- ¡Bah! Duerme, Don Luis, en paz
que su audacia y su prudencia
nada lograrán de mí,
que tengo cifrada en ti
la gloria de mi existencia.
Don Luis.- Pues bien Ana; de ese amor
que me aseguras en nombre,
para no temer a ese hombre,
voy a pedirte un favor.
DOÑA ANA.- Di. Más bajo por si escucha
tal vez alguno.
DON LUIS.- Oye, pues.
Besos Membriller@s
PASCUAL.- Y hasta mañana,
juntos, con doble cautela,
nos quedaremos en vela.
DON LUIS.-Y se salvará Doña Ana.
PASCUAL.- Sea.
DON LUIS.- Pues vamos.
PASCUAL.- Teneos.
¿Qué vais a hacer?
DON LUIS.- Entrar.
PASCUAL.- ¿Ya?
DON LUIS.- ¿Quién sabe lo que él hará?
PASCUAL.- Vuestros celosos deseos reprimid;
que ser no puede
mientras que no se recoja mi amo,
Don Gil de Pantoja,
y todo en silencio quede.
DON LUIS.- ¡Voto a…!
PASCUAL.- ¡Eh! Dad de un vez
breves treguas al amor.
DON LUIS.- ¿Y a qué hora ese buen señor
suele acostarse?
PASCUAL.- A las diez;
y en esa calleja estrecha
hay una reja; llamad
a las diez, y descuidad
mientras en mí.
DON LUIS.- Es cosa hecha.
PASCUAL.- Don Luis, hasta luego, pues.
DON LUIS.- Adiós, Pascual, hasta luego.
ESCENA III
Don Luis solo.
Jamás tal desasosiego
tuve. Paréceme que es
esta noche hora menguada
para mí…, y no sé qué vago
presentimiento, qué estrago
teme mi alma acongojada.
Por Dios, que nunca pensé
que a Doña Ana amara así,
ni por ninguna sentí
lo que por ella…! Oh! Y a fe
que Don Juan me amedrenta
no el valor, mas la ventura.
Parece que le asegura
Satanás en cuanto intenta.
No, no. Es un hombre infernal,
y téngome para mí
que si me aparto de aquí,
me burla, pese a Pascual.
Y aunque me tenga por necio,
quiero entrar; que con Don Juan
las precauciones no están
para vistas con desprecio.
Llama a la ventana.
ESCENA IV
Don Luis y Doña Ana.
DOÑA ANA.- ¿Quién va?
DON LUIS.- ¿No es Pascual?
DOÑA ANA.- ¡Don Luis…!
DON LUIS.- ¡Doña Ana!
DOÑA ANA.- ¿Por la ventana llamas ahora?
DON LUIS.- ¡Ay Doña Ana,
cuán a buen tiempo salís!
DOÑA ANA.- Pues, ¿qué hay, Mejía?
DON LUIS.- Un empeño
por tu beldad que un hombre que temo.
DOÑA ANA.- Y ¿qué hay que te asombre
en él, cuando eres tú el dueño
de mi corazón?
DON LUIS.- Doña Ana:
no lo puedes comprender
y ese hombre sin conocer
nombre y suerte.
DOÑA ANA.- Será vana
su buena suerte conmigo.
Ya ves, sólo horas nos faltan
para la boda, y te asaltan
vanos temores.
DON LUIS.- Testigo me es Dios,
que nada por mí
me da pavor mientras tenga
espada, y ese hombre venga
cara a cara contra ti.
Mas como el león, audaz,
y cauteloso y prudente;
Como la astuta serpiente…
DOÑA ANA.- ¡Bah! Duerme, Don Luis, en paz
que su audacia y su prudencia
nada lograrán de mí,
que tengo cifrada en ti
la gloria de mi existencia.
Don Luis.- Pues bien Ana; de ese amor
que me aseguras en nombre,
para no temer a ese hombre,
voy a pedirte un favor.
DOÑA ANA.- Di. Más bajo por si escucha
tal vez alguno.
DON LUIS.- Oye, pues.
Besos Membriller@s
Buenos días, hoy está el día lluviso.
ESCENA V
Dichos a la reja derecha; Don Juan y Ciutti en la calle izquierda.
CIUTTI.- Señor: Por mi vida que es
vuestra suerte buena y mucha.
DON JUAN.- Ciutti: Nadie como yo.
Ya viste cuán fácilmente
el buen alcaide, prudente,
se avino, y suelta me dio.
Mas no hay ya en ello que hablar.
¿Mis encargos has cumplido?
CIUTTI.-Todos los he concluido
mejor que pude esperar.
DON JUAN.- ¿La beata…?
CIUTTI.- Esta es la llave
de la puerta del jardín,
que habrá que escalar al fin;
pues como usted ya sabe,
las tapias de este convento
no tienen entrada alguna.
DON JUAN.- Y ¿te dio carta?
CIUTTI.- Ninguna.
Me dijo que aquí al momento
iba a salir de camino;
que al convento se volvía,
y que con vos hablaría.
DON JUAN.- Mejor es.
CIUTTI.- Lo mismo opino.
DON JUAN.-Y ¿los caballos?
CIUTTI.- Con silla y freno los tengo ya.
DON JUAN.- Y ¿la gente?
CIUTTI.- Cerca está.
DON JUAN.- Bien, Ciutti. Mientras Sevilla,
tranquila, en sueño reposa,
creyéndome encarcelado,
etros dos nombres añado
a mi lista numerosa.
¡Ja, ja!
CIUTTI.- Señor.
DON JUAN.- ¿Qué?
CIUTTI.- Callad.
DON JUAN.- ¿qué hay Ciutti?
CIUTTI.- Al doblar la esquina,
en esa reja vecina
he visto un hombre.
DON JUAN.- Es verdad.
Pues ahora sí que es mejor
el lance. Y ¿si éste?
CIUTTI.- ¿Quién?
DON JUAN.- Don Luis.
CIUTTI.- Imposible.
DON JUAN.- Toma, ¿no estoy yo aquí?
CIUTTI.- Diferencia va de él a vos.
DON JUAN.-Evidencia lo creo, Ciutti. Allí asoma,
tras de la reja, una dama.
CIUTTI.- Una criada tal vez.
DON JUAN.- Preciso es verlo, pardiez;
no perdamos lance y dama.
Mira, Ciutti: a fuer de ronda
tú, con varios de los míos,
por esa calle escurríos,
dando vuelta a la redonda a la casa.
CIUTTI.- Y en tal caso cerrará ella.
DON JUAN.- Pues con eso,
ella ignorante, y él preso,
nos dejará franco el paso.
CIUTTI.- Decís bien.
DON JUAN.- Corre y atájale;
que en ello vencer consiste.
CIUTTI.- Mas ¿si el truhán se resiste?
DON JUAN.- Entonces, de un tajo rájale.
ESCENA VI
Don Juan, Doña Ana y Don Luis.
DON LUIS.- ¿Me das, pues tu asentimiento?
DOÑA ANA.- Consiento.
DON LUIS.- ¿Complácesme de ese modo?
DOÑA ANA.- En todo.
DON LUIS.- Pues te velaré hasta el día.
DOÑA ANA.- Sí, Mejía.
DON LUIS.- Páguete el cielo. Ana mía,
satisfacción tan entera.
DOÑA ANA.- Porque me juzges sincera,
consiento en todo, Mejía.
DON LUIS.- Volveré, pues, otra vez.
DOÑA ANA.- Sí, alas diez.
DON LUIS.- ¿Me aguardarás, Ana?
DOÑA ANA.- Sí.
DON LUIS..- Aquí.
DOÑA ANA.- Y tú estarás puntual, ¿eh?
DON LUIS.- Estaré.
DOÑA ANA.- La llave, pues, te daré.
DON LUIS.- Y dentro ya de tu casa,
venga Tenorio.
DOÑA ANA.- Alguien pasa.
A las diez.
DON LUIS.- Aquí estaré.
Besos Membriller@s.
ESCENA V
Dichos a la reja derecha; Don Juan y Ciutti en la calle izquierda.
CIUTTI.- Señor: Por mi vida que es
vuestra suerte buena y mucha.
DON JUAN.- Ciutti: Nadie como yo.
Ya viste cuán fácilmente
el buen alcaide, prudente,
se avino, y suelta me dio.
Mas no hay ya en ello que hablar.
¿Mis encargos has cumplido?
CIUTTI.-Todos los he concluido
mejor que pude esperar.
DON JUAN.- ¿La beata…?
CIUTTI.- Esta es la llave
de la puerta del jardín,
que habrá que escalar al fin;
pues como usted ya sabe,
las tapias de este convento
no tienen entrada alguna.
DON JUAN.- Y ¿te dio carta?
CIUTTI.- Ninguna.
Me dijo que aquí al momento
iba a salir de camino;
que al convento se volvía,
y que con vos hablaría.
DON JUAN.- Mejor es.
CIUTTI.- Lo mismo opino.
DON JUAN.-Y ¿los caballos?
CIUTTI.- Con silla y freno los tengo ya.
DON JUAN.- Y ¿la gente?
CIUTTI.- Cerca está.
DON JUAN.- Bien, Ciutti. Mientras Sevilla,
tranquila, en sueño reposa,
creyéndome encarcelado,
etros dos nombres añado
a mi lista numerosa.
¡Ja, ja!
CIUTTI.- Señor.
DON JUAN.- ¿Qué?
CIUTTI.- Callad.
DON JUAN.- ¿qué hay Ciutti?
CIUTTI.- Al doblar la esquina,
en esa reja vecina
he visto un hombre.
DON JUAN.- Es verdad.
Pues ahora sí que es mejor
el lance. Y ¿si éste?
CIUTTI.- ¿Quién?
DON JUAN.- Don Luis.
CIUTTI.- Imposible.
DON JUAN.- Toma, ¿no estoy yo aquí?
CIUTTI.- Diferencia va de él a vos.
DON JUAN.-Evidencia lo creo, Ciutti. Allí asoma,
tras de la reja, una dama.
CIUTTI.- Una criada tal vez.
DON JUAN.- Preciso es verlo, pardiez;
no perdamos lance y dama.
Mira, Ciutti: a fuer de ronda
tú, con varios de los míos,
por esa calle escurríos,
dando vuelta a la redonda a la casa.
CIUTTI.- Y en tal caso cerrará ella.
DON JUAN.- Pues con eso,
ella ignorante, y él preso,
nos dejará franco el paso.
CIUTTI.- Decís bien.
DON JUAN.- Corre y atájale;
que en ello vencer consiste.
CIUTTI.- Mas ¿si el truhán se resiste?
DON JUAN.- Entonces, de un tajo rájale.
ESCENA VI
Don Juan, Doña Ana y Don Luis.
DON LUIS.- ¿Me das, pues tu asentimiento?
DOÑA ANA.- Consiento.
DON LUIS.- ¿Complácesme de ese modo?
DOÑA ANA.- En todo.
DON LUIS.- Pues te velaré hasta el día.
DOÑA ANA.- Sí, Mejía.
DON LUIS.- Páguete el cielo. Ana mía,
satisfacción tan entera.
DOÑA ANA.- Porque me juzges sincera,
consiento en todo, Mejía.
DON LUIS.- Volveré, pues, otra vez.
DOÑA ANA.- Sí, alas diez.
DON LUIS.- ¿Me aguardarás, Ana?
DOÑA ANA.- Sí.
DON LUIS..- Aquí.
DOÑA ANA.- Y tú estarás puntual, ¿eh?
DON LUIS.- Estaré.
DOÑA ANA.- La llave, pues, te daré.
DON LUIS.- Y dentro ya de tu casa,
venga Tenorio.
DOÑA ANA.- Alguien pasa.
A las diez.
DON LUIS.- Aquí estaré.
Besos Membriller@s.
Buenos días amig@s, ya estamos otra vez de vuelta a la rutina diaria, esperamos un buen día, y os deseo que vosotros tambien paseis un buen día. Besos Membriller@s
ESCENA VII
Don Juan y Don Luis
DON LUIS.- Mas se acercan. ¿Quién va allá?
DON JUAN.- ¿Quién va?
DON LUIS.- De quien va así, ¿qué se infiere?
DON JUAN.- Que quiere.
DON LUIS.- ¿Ver si la lengua le arranco?
DON JUAN.-El paso franco.
DON LUIS.- Guardado está.
DON JUAN.- ¿Y yo soy manco?
DON LUIS.- Pidiéraislo en cortesía.
DON JUAN.- ¿Y a quien?
DON LUIS.- A Don Luis Mejía.
DON JUAN.- Quien va quiere el paso franco.
DON LUIS.- ¿Conocéisme?
DON JUAN.- Si.
DON LUIS.- ¿Y yo a vos ¿
DON JUAN.- Los dos.
DON LUIS.- ¿Y en qué estriba el estorballe?
DON JUAN.- En la calle.
DON LUIS.- ¿De ella los dos por ser amos?
DON JUAN.- Estamos.
DON LUIS.- Dos hay no más que podamos
Necesitar la a la vez.
DON JUAN.- Lo sé.
DON LUIS.- ¿Sois Don Juan?
DON JUAN.- ¡Pardiez!
Los dos ya en la calle estamos.
DON LUIS.- ¿No os prendieron?
DON JUAN.- Como a vos.
DON LUIS.- ¡Vive Dios! ¿Y huisteis?
DON JUAN.- Os imité, ¡y qué!
DON LUIS.- Que perderéis.
DON JUAN.- No sabemos.
DON LUIS.- Lo veremos.
DON JUAN.- La dama entrambos tenemos sitiada,
y estáis cogido.
DON LUIS.- Tiempo hay.
DON JUAN.- Para vos perdido.
DON LUIS.- ¡Vive Dios que lo veremos!
Don Luis desenvaina su espada,
más Ciutti, que ha bajado con los suyos
cautelosamente hasta colocarse
tras él, le sugeta.
DON JUAN.- Señor Don Luis, vedlo, pues.
DON LUIS.- Traición es…
DON JUAN.- La boca…
a los suyos, que se la tapan a
Don Luis.
DON LUIS.- ¡Oh!
DON JUAN.- Sujeto atrás.
Le sujetan los brazos.
Más
la empresa es, señor Mejía,
como mía.
Encerrádmele hasta el día.
A Don Luis.
La apuesta está ya en mi mano.
Adiós, Don Luis; si os la gano
traición es, mas como mía.
ESCENA VIII
DON JUAN.- (Solo.) Buen lance, ¡viven los cielos!
Éstos son de los que dan fama;
mientras le soplo la dama
él se arrancará los pelos
encerrado en mi bodega.
¿Y ella? Cuando crea hallarse
con él…! Ja, ja! ¡Oh!, y quejarse
no puede; limpio se juega.
A la cárcel le llevé.
Y salió; llevóme a mí,
y salí; hallarnos aquí
era fuerza…, ya se ve;
su parte en la grave apuesta
defendía cada cual.
Mas con la suerte está mal,
Mejía, y también pierde ésta.
Sin embargo, y por si acaso,
no es de más asegurarse
de Lucía, a desgraciarse
no vaya por poco el paso.
Mas por allí un bulto negro
se aproxima… y, a mi ver,
es el vuelto una mujer.
¿Otra aventura? Me alegro.
ESCENA IX
Don Juan y Brígida.
BRÍGIDA.- ¿Caballero?
DON JUAN.- ¿Quién va allá?
BRÍGIDA.- ¿Sois Don Juan?
DON JUAN.- ¡Por vida de …!
¡Si es la beata! ¡Y a fe
que la había olvidado ya!
Llegaos, Don Juan soy yo.
BRÍGIDA.- ¿Estáis solo?
DON JUAN.- Con el diablo.
BRÍGIDA.- ¡Jesucristo!
DON JUAN.- Por vos lo hablo.
BRÍGIDA.- ¿Soy yo el diablo?
DON JUAN.- Créolo.
BRÍGIDA.- ¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis!
Vos si que sois un diablillo…
DON JUAN.- Que te llenará el bolsillo
si le sirves.
BRÍGIDA.- Lo veréis.
DON JUAN.- Descarga, pues, ese pecho.
¿Qué hiciste?
BRÍGIDA.- Cuanto me ha dicho vuestro paje…,
¡y qué mal bicho es ese Ciutti!
DON JUAN.- ¿Qué ha hecho?
BRÍGIDA.- ¡Gran bribón!
DON JUAN.- ¿No os ha entregado
un bolsillo y un papel?
BRÍGIDA.- Leyendo estará ahora en él
Doña Inés.
DON JUAN.- ¿La has preparado?
BRÍGIDA.- ¡Vaya!, y os la he convencido
con tal maña y de manera,
que irá como una cordera
tras vos.
DON JUAN.- ¡Tan fácil te ha sido!
ESCENA VII
Don Juan y Don Luis
DON LUIS.- Mas se acercan. ¿Quién va allá?
DON JUAN.- ¿Quién va?
DON LUIS.- De quien va así, ¿qué se infiere?
DON JUAN.- Que quiere.
DON LUIS.- ¿Ver si la lengua le arranco?
DON JUAN.-El paso franco.
DON LUIS.- Guardado está.
DON JUAN.- ¿Y yo soy manco?
DON LUIS.- Pidiéraislo en cortesía.
DON JUAN.- ¿Y a quien?
DON LUIS.- A Don Luis Mejía.
DON JUAN.- Quien va quiere el paso franco.
DON LUIS.- ¿Conocéisme?
DON JUAN.- Si.
DON LUIS.- ¿Y yo a vos ¿
DON JUAN.- Los dos.
DON LUIS.- ¿Y en qué estriba el estorballe?
DON JUAN.- En la calle.
DON LUIS.- ¿De ella los dos por ser amos?
DON JUAN.- Estamos.
DON LUIS.- Dos hay no más que podamos
Necesitar la a la vez.
DON JUAN.- Lo sé.
DON LUIS.- ¿Sois Don Juan?
DON JUAN.- ¡Pardiez!
Los dos ya en la calle estamos.
DON LUIS.- ¿No os prendieron?
DON JUAN.- Como a vos.
DON LUIS.- ¡Vive Dios! ¿Y huisteis?
DON JUAN.- Os imité, ¡y qué!
DON LUIS.- Que perderéis.
DON JUAN.- No sabemos.
DON LUIS.- Lo veremos.
DON JUAN.- La dama entrambos tenemos sitiada,
y estáis cogido.
DON LUIS.- Tiempo hay.
DON JUAN.- Para vos perdido.
DON LUIS.- ¡Vive Dios que lo veremos!
Don Luis desenvaina su espada,
más Ciutti, que ha bajado con los suyos
cautelosamente hasta colocarse
tras él, le sugeta.
DON JUAN.- Señor Don Luis, vedlo, pues.
DON LUIS.- Traición es…
DON JUAN.- La boca…
a los suyos, que se la tapan a
Don Luis.
DON LUIS.- ¡Oh!
DON JUAN.- Sujeto atrás.
Le sujetan los brazos.
Más
la empresa es, señor Mejía,
como mía.
Encerrádmele hasta el día.
A Don Luis.
La apuesta está ya en mi mano.
Adiós, Don Luis; si os la gano
traición es, mas como mía.
ESCENA VIII
DON JUAN.- (Solo.) Buen lance, ¡viven los cielos!
Éstos son de los que dan fama;
mientras le soplo la dama
él se arrancará los pelos
encerrado en mi bodega.
¿Y ella? Cuando crea hallarse
con él…! Ja, ja! ¡Oh!, y quejarse
no puede; limpio se juega.
A la cárcel le llevé.
Y salió; llevóme a mí,
y salí; hallarnos aquí
era fuerza…, ya se ve;
su parte en la grave apuesta
defendía cada cual.
Mas con la suerte está mal,
Mejía, y también pierde ésta.
Sin embargo, y por si acaso,
no es de más asegurarse
de Lucía, a desgraciarse
no vaya por poco el paso.
Mas por allí un bulto negro
se aproxima… y, a mi ver,
es el vuelto una mujer.
¿Otra aventura? Me alegro.
ESCENA IX
Don Juan y Brígida.
BRÍGIDA.- ¿Caballero?
DON JUAN.- ¿Quién va allá?
BRÍGIDA.- ¿Sois Don Juan?
DON JUAN.- ¡Por vida de …!
¡Si es la beata! ¡Y a fe
que la había olvidado ya!
Llegaos, Don Juan soy yo.
BRÍGIDA.- ¿Estáis solo?
DON JUAN.- Con el diablo.
BRÍGIDA.- ¡Jesucristo!
DON JUAN.- Por vos lo hablo.
BRÍGIDA.- ¿Soy yo el diablo?
DON JUAN.- Créolo.
BRÍGIDA.- ¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis!
Vos si que sois un diablillo…
DON JUAN.- Que te llenará el bolsillo
si le sirves.
BRÍGIDA.- Lo veréis.
DON JUAN.- Descarga, pues, ese pecho.
¿Qué hiciste?
BRÍGIDA.- Cuanto me ha dicho vuestro paje…,
¡y qué mal bicho es ese Ciutti!
DON JUAN.- ¿Qué ha hecho?
BRÍGIDA.- ¡Gran bribón!
DON JUAN.- ¿No os ha entregado
un bolsillo y un papel?
BRÍGIDA.- Leyendo estará ahora en él
Doña Inés.
DON JUAN.- ¿La has preparado?
BRÍGIDA.- ¡Vaya!, y os la he convencido
con tal maña y de manera,
que irá como una cordera
tras vos.
DON JUAN.- ¡Tan fácil te ha sido!