MEMBRIO: Buenos días amig@s, ya empiezo mi jornada....

Buenos días, empezaremos la jornada, aunque hoy hay pocas ganas.

BRÍGIDA.- Os estoy oyendo,
y me hacéis prder el tino;
yo os creía un libertino
sin alma y sin corazón.
DON NJUAN.- ¿Eso extrañas? ¿No está claro
que en un objeto tan noble
hay que interesarse doble
que en otros?
BRÍGIDA.- Tenéis razón.
DON JUAN.- Conque ¿a qué hora se recogen
las madres?
BRÍGIDA.-Ya recogidas
estarán. ¿Vos prevenidas
todas las cosas tenéis?
DON JUAN.- Todas.
BRÍGIDA.- Pues luego que doblen
a las ánimas, con tiento
saltando al huerto, al convento
fácilmente entrar podéis
con la llave que os he enviado;
de un claustro oscuro y estrecho
es, seguido bien derecho,
y daréis con poco afán
en nuestra celda.
DON JUAN.- Y si acierto
a robar tan gran tesoro,
te he de hacer pensar en oro.
BRÍGIDA.- Por mí no queda, Don Juan.
DON JUAN.- Ve y aguárdame.
BRÍGIDA.- Voy pues,
a entrar por la portería
y a cegar a sor María,
la tornera. Hasta despues.
Vase Brígida y un poco antes
de concluir esta escena sale
Ciutti, que se para en el fondo, esperando.

ESCENA X
Don Juan y Ciutti

DON JUAN.- Pues, señor,! soberbio envite!
Muchas hice hasta esta hora;
más, por Dios, que la de ahora
será tal que me acredite.
Más ya veo que me espera
Ciutti.! Lebrel!
Llamándole.
CIUTTI.- Aquí estoy.
DON JUAN.- ¿Y Don Luis?
CIUTTI.- Libre, por hoy,
estáis de él.
DON JUAN.- Ahora quisiera ver a Lucía
CIUTTI.- Llegar podéis aquí.
A la reja derecha.
Yo la llamo
y al salir a mi reclamo,
le podéis vos abordar.
DON JUAN.- Llama pues.
CIUTTI.- La seña mía
sabe bien para que dude
en acudir.
DON JUAN.- Pues si acude,
lo demás es cuenta mía.
Ciutti llama a la reja con una
seña que parezca convenida.
Lucía se asoma a ella, y al
ver a Don Juan se detienen un momento.

EXCENA XI
Dichos y Lucía
LUCÍA.- ¿Qué quereis buen caballero?
DON JUAN.- Quiero...
LUCÍA.- ¿Qué quereis? vamos a ver.
DON JUAN.- Ver
LUCÍA.- ¿Ver? ¿Que quereis a esta hora?
DON JUAN.- A tu señora.
LUCÍA.- Idos, idalgo, en mal hora.
¿Quién pensáis que vive aquí?
DON JUAN.- Doña Ana de Pantoja, y
quiero ver a tu señora.
LUCÍA.- ¿Sabéis que casa Doña Ana?
DON JUAN.- Sí, Mañana.
LUCÍA.- ¿Y ha de ser tan infiel ya?...
DON JUAN.- Sí será.
LUCÍA.- ¿Pues no es de Don Luis Mejía?
DON JUAN.-! Ca! otro día.
Hoy no es mañana, Lucía...
Yo he de estar hoy con Doña Ana,
y si se casa mañana,
mañana será otro día.
LUCÍA.-! Ah! ¿En que recibiros está?
DON JUAN.- Podrá.
LUCÍA.-
¿Qué haré si os he de servir?

Que paseis una feliz jornada. Besos Membriller@s

Buenos días, hoy si que se nota la bajada de la temperatura, los que esteis en casita, si salis abrigaros bien, que hace mucho frío.

DON JUAN.- Abrir.
LUCÍA.- ¡Bah! ¿Y quién abre este castillo?
DON JUAN.- Este bolsillo.
LUCÍA.- ¡Oro!
DON JUAN.- Pronto te dio el brillo.
LUCÍA.- ¿Cuánto?
DON JUAN.- De cien doblas pasa.
LUCÍA.- ¡Jesús!
DON JUAN.- Cuenta y di: esta casa,
¿podrá abrir este bolsillo?
LUCÍA.- ¡Oh! Si es quien me dora el pico…
DON JUAN.- (Interrumpiéndola.) Muy rico.
LUCÍA.- ¿Si? ¿Qué nombre usa el galán?
DON JUAN.- Don Juan.
LUCÍA.- ¿Sin apellido notorio?
DON JUAN.- Tenorio.
LUCÍA.- ¡Animas del purgatorio!
¿Vos Don Juan?
DON JUAN.- ¿Qué te amedrenta,
si a tus ojos se presenta
Muy rico Don Juan Tenorio?
LUCÍA.- Rechina la cerradura.
DON JUAN.- Se asegura.
LUCÍA.- ¿Y a mí, quién, por Belcebú!
DON JUAN.- Tú.
LUCÍA.- Y ¿qué me abrirá camino?
DON JUAN.- Buen tino.
LUCÍA.- ¡Bah! Id en brazos del destino…
DON JUAN.- Dobla el oro.
LUCÍA.- Me acomodo.
DON JUAN.- Pues mira cómo de todo
se asegura tu buen tino.
LUCÍA.- Dadme algún tiempo, ¡pardiez!
DON JUAN.- a las diez.
LUCÍA.- ¿Dónde os busco, o vos a mí?
DON JUAN.- Aquí.
LUCÍA.- Con que estaréis puntual, ¿eh?
DON JUAN.- Estaré.
LUCÍA.- Pues yo una llave os traeré.
DON JUAN.- Y yo otra igual cantidad.
LUCÍA.- ¡No me faltéis!
DON JUAN.- No, en verdad.
A las diez aquí estaré.
Adiós, pues, y en mí te fía.
LUCÍA.- Y en mí el garboso galán.
DON JUAN.- Adiós, pues, franca Lucía.
LUCÍA.- Adiós, pues, rico Don Juan.
Lucía cierra loa ventana.
Ciutti se acerca a Don Juan a una
seña de éste.
ESCENA XII
Don Juan y Ciutti.
DON JUAN.- (Riéndose)
Con oro no hay nada que falle.
Ciutti, ya sabes mi intento:
a las nueve, en el convento;
a las diez en esta calle,.
Vanse
Fin del acto segundo

Que paseis buen día. Besos Membriller@s.

Buenos días amig@s, ya empiezo mi jornada.

ACTO TERCERO
Profanación
Celda de Doña Inés. Puerta en el fondo
a la izquierda.
ESCENA PRIMERA
Doña Inés y la Abadesa.
ABADESA.- ¿Con que me habéis entendido?
DOÑA INÉS.- SÍ, señora.
ABADESA.- Está muy bien;
la voluntad decisiva
de vuestro padre tal es.
Sois joven, cándida y buena;
vivido en el claustro habéis
casi desde que naciateis;
y para quedar en él,
atada con santos votos
para siempre, ni aun tenéis,
como otras, pruebas difíciles
ni penitencias que hacer.
Dichosa mil veces vos;
dichosa, si, Doña Inés,
que, no conociendo el mundo,
no le debéis de temer.
¡Dichosa vos, que el claustro
al pasar por el dintel,
no os volveréis a mirar
lo que tras vos dejaréis!
Y los mundanos recuerdos
del bullicio y del placer
no os turbarán, tentadores,
del ara santa a los pies,
pues ignorando lo que hay
tras esa santa pared,
lo que tras ella se queda
jamás lo apeteceréis.
Mansa paloma, enseñada
en las palmas a comer
del dueño que la ha criado
en doméstico vergel,
no habiendo salido nunca
de la protectora red,
no ansiaréis nunca las alas
por el espacio tender.
Lirio gentil, cuyo tallo
mecieron sólo tal vez
las embalsamadas brisas
del más florecido mes,
aquí, en los besos del aura,
vuestro cáliz abriréis,
y aquí vendrán vuestras hojas
tranquilamente a caer.
Y en el pedazo de tierra
que abarca vuestra estrechez,
y en el pedazo de cielo
que por las rejas se ve,
vos no veréis más que un lecho
do el dulce sueño yacer,
y un velo azul suspendido
a las puertas del edén…
¡Ay! En verdad que os envidio,
venturosa Doña Inés,
con vuestra inocente vida,
la virtud del no saber.
Más ¿Por qué estáis cabizbaja?
¿Por qué no me respondéis
como otras veces, alegre,
cuando en lo mismo os hablé?
¿Suspirais?...! Oh! Ya comprendo;
de vuelta aquí hasta no ver
a vuestra aya, estáis inquieta;
pero nada receléis.
A casa de vuestro padre
fue, casi al anochecer,
y abajo, en la portería,
estará; ya os la enviaré,
que estoy de vela esta noche.
Con que vamos, Doña Inés;
recogeos, que ya es hora.
Mal ejemplo no me deis
a las novicias, que ha tiempo
que duermen ya. Hasta después.
DOÑA INÉS.- Id con Dios, madre abadesa.
ABADESA.- Adiós, hija.

PD. Hoy tengo encuentro con Membriller@s, si saco fotos, ya las pondré. Besos Membriller@s