Buenos días amig@s, hoy un pelin más tarde,! pero coñ.! tambien tiene una derecho a descansar, yo los puentes los tengo despues, así estoy más tranquila. Bueno doy paso a la lectura.
DOÑA INÉS.- Callad, por Dios, ¡oh Don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión;
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, Don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora, su palabra seductora,
y el amor quue negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos,
me vais robando de aquí?
no, Don Juan; en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
O arráncame el corazón
o ámame, porque te adoro…
DON JUAN.- ¡Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, Doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para El quizá.
No; el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal,
no es un amor terrenal
Como el que sentí hasta ahora;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso, voraz.
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aun de la virtud.
Sí; iré mi orgullo a postrar
ante el buen Comendador,
y, o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.
DOÑA INÉS.- ¡Don Juan de mi corazón!
DON JUAN.- ¡Silencio! ¿Habéis escuchado?
DOÑA INÉS.- ¿Qué?
DON JUAN:_ Sí; una barca ha atracado
debajo de ese balcón.
Un hombre embozado, de ella
salta… Brígida, al momento
Entra Brígida.
Pasad a esotro aposento,
y perdonad, Inés bella,
si solo me importa estar.
DOÑA INÉS.- ¿Tardarás?
DON JUAN.- Poco ha de ser.
DOÑA INÉS.- A mi padre hemos de ver.
DON JUAN.- Sí; en cuanto empiece a clarear.
Adiós.
ESCENA IV
Don Juan y Ciutti.
CIUTTI.- Señor.
DON JUAN.- ¿Qué sucede, Ciutti?
CIUTTI.- Ahí está un embozado
en veros muy empeñado.
DON JUAN.- ¿Quién es?
CIUTTI.- Dice que no puede
descubrirse más que a vos,
y que es cosa de tal priesa
que en ella se os interesa
la vida a entrambos a dos.
DON JUAN.- ¿Y en él no has reconocido
marca ni señal alguna
que nos oriente?
CIUTTI.- Ninguna;
más a veros decidido viene.
DON JUAN.- ¿Trae gente?
CIUTTI.- No más
que los remeros del bote.
DON JUAN.- Que entre.
ESCENA V
Dichos y Don Luis, embozado.
DON JUAN.- ¡Jugamos a escote
la vida…! Mas si es quizás
un traidor que hasta mi quinta
me viene siguiendo el paso…
hállame, pues, por si acaso,
con las armas en la cinta.
Se ciñe la espada y suspende
al cinto un par de pistolas, que
habrá colocado sobre la mesa
a su salida en la escena tercera.
Al momento sale Ciutti, conduciendo
a Don Luis, que, embozado
hasta los ojos, espera a
que se queden solos. Don Juan
hace a Ciutti una seña para
que se retire. Lo hace.
PD. Que paseis buen día. Besos Membrill@s.
DOÑA INÉS.- Callad, por Dios, ¡oh Don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión;
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, Don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora, su palabra seductora,
y el amor quue negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos,
me vais robando de aquí?
no, Don Juan; en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
O arráncame el corazón
o ámame, porque te adoro…
DON JUAN.- ¡Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, Doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para El quizá.
No; el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal,
no es un amor terrenal
Como el que sentí hasta ahora;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso, voraz.
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aun de la virtud.
Sí; iré mi orgullo a postrar
ante el buen Comendador,
y, o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.
DOÑA INÉS.- ¡Don Juan de mi corazón!
DON JUAN.- ¡Silencio! ¿Habéis escuchado?
DOÑA INÉS.- ¿Qué?
DON JUAN:_ Sí; una barca ha atracado
debajo de ese balcón.
Un hombre embozado, de ella
salta… Brígida, al momento
Entra Brígida.
Pasad a esotro aposento,
y perdonad, Inés bella,
si solo me importa estar.
DOÑA INÉS.- ¿Tardarás?
DON JUAN.- Poco ha de ser.
DOÑA INÉS.- A mi padre hemos de ver.
DON JUAN.- Sí; en cuanto empiece a clarear.
Adiós.
ESCENA IV
Don Juan y Ciutti.
CIUTTI.- Señor.
DON JUAN.- ¿Qué sucede, Ciutti?
CIUTTI.- Ahí está un embozado
en veros muy empeñado.
DON JUAN.- ¿Quién es?
CIUTTI.- Dice que no puede
descubrirse más que a vos,
y que es cosa de tal priesa
que en ella se os interesa
la vida a entrambos a dos.
DON JUAN.- ¿Y en él no has reconocido
marca ni señal alguna
que nos oriente?
CIUTTI.- Ninguna;
más a veros decidido viene.
DON JUAN.- ¿Trae gente?
CIUTTI.- No más
que los remeros del bote.
DON JUAN.- Que entre.
ESCENA V
Dichos y Don Luis, embozado.
DON JUAN.- ¡Jugamos a escote
la vida…! Mas si es quizás
un traidor que hasta mi quinta
me viene siguiendo el paso…
hállame, pues, por si acaso,
con las armas en la cinta.
Se ciñe la espada y suspende
al cinto un par de pistolas, que
habrá colocado sobre la mesa
a su salida en la escena tercera.
Al momento sale Ciutti, conduciendo
a Don Luis, que, embozado
hasta los ojos, espera a
que se queden solos. Don Juan
hace a Ciutti una seña para
que se retire. Lo hace.
PD. Que paseis buen día. Besos Membrill@s.