Buenos días amig@s, hoy un pelin más tarde,! pero coñ.! tambien tiene una derecho a descansar, yo los puentes los tengo despues, así estoy más tranquila. Bueno doy paso a la lectura.
DOÑA INÉS.- Callad, por Dios, ¡oh Don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión;
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, Don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora, su palabra seductora,
y el amor quue negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos,
me vais robando de aquí?
no, Don Juan; en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
O arráncame el corazón
o ámame, porque te adoro…
DON JUAN.- ¡Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, Doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para El quizá.
No; el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal,
no es un amor terrenal
Como el que sentí hasta ahora;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso, voraz.
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aun de la virtud.
Sí; iré mi orgullo a postrar
ante el buen Comendador,
y, o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.
DOÑA INÉS.- ¡Don Juan de mi corazón!
DON JUAN.- ¡Silencio! ¿Habéis escuchado?
DOÑA INÉS.- ¿Qué?
DON JUAN:_ Sí; una barca ha atracado
debajo de ese balcón.
Un hombre embozado, de ella
salta… Brígida, al momento
Entra Brígida.
Pasad a esotro aposento,
y perdonad, Inés bella,
si solo me importa estar.
DOÑA INÉS.- ¿Tardarás?
DON JUAN.- Poco ha de ser.
DOÑA INÉS.- A mi padre hemos de ver.
DON JUAN.- Sí; en cuanto empiece a clarear.
Adiós.
ESCENA IV
Don Juan y Ciutti.
CIUTTI.- Señor.
DON JUAN.- ¿Qué sucede, Ciutti?
CIUTTI.- Ahí está un embozado
en veros muy empeñado.
DON JUAN.- ¿Quién es?
CIUTTI.- Dice que no puede
descubrirse más que a vos,
y que es cosa de tal priesa
que en ella se os interesa
la vida a entrambos a dos.
DON JUAN.- ¿Y en él no has reconocido
marca ni señal alguna
que nos oriente?
CIUTTI.- Ninguna;
más a veros decidido viene.
DON JUAN.- ¿Trae gente?
CIUTTI.- No más
que los remeros del bote.
DON JUAN.- Que entre.
ESCENA V
Dichos y Don Luis, embozado.
DON JUAN.- ¡Jugamos a escote
la vida…! Mas si es quizás
un traidor que hasta mi quinta
me viene siguiendo el paso…
hállame, pues, por si acaso,
con las armas en la cinta.
Se ciñe la espada y suspende
al cinto un par de pistolas, que
habrá colocado sobre la mesa
a su salida en la escena tercera.
Al momento sale Ciutti, conduciendo
a Don Luis, que, embozado
hasta los ojos, espera a
que se queden solos. Don Juan
hace a Ciutti una seña para
que se retire. Lo hace.
PD. Que paseis buen día. Besos Membrill@s.
DOÑA INÉS.- Callad, por Dios, ¡oh Don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad, por compasión;
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, Don Juan,
un misterioso amuleto,
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos
su vista fascinadora, su palabra seductora,
y el amor quue negó a Dios.
¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos,
me vais robando de aquí?
no, Don Juan; en poder mío
resistirte no está ya;
yo voy a ti, como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan! Yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
O arráncame el corazón
o ámame, porque te adoro…
DON JUAN.- ¡Alma mía! Esa palabra
cambia de modo mi ser,
que alcanzo que puede hacer
hasta que el Edén se me abra.
No es, Doña Inés, Satanás
quien pone este amor en mí;
es Dios, que quiere por ti
ganarme para El quizá.
No; el amor que hoy se atesora
en mi corazón mortal,
no es un amor terrenal
Como el que sentí hasta ahora;
no es esa chispa fugaz
que cualquier ráfaga apaga;
es incendio que se traga
cuanto ve, inmenso, voraz.
Desecha, pues, tu inquietud,
bellísima doña Inés,
porque me siento a tus pies
capaz aun de la virtud.
Sí; iré mi orgullo a postrar
ante el buen Comendador,
y, o habrá de darme tu amor,
o me tendrá que matar.
DOÑA INÉS.- ¡Don Juan de mi corazón!
DON JUAN.- ¡Silencio! ¿Habéis escuchado?
DOÑA INÉS.- ¿Qué?
DON JUAN:_ Sí; una barca ha atracado
debajo de ese balcón.
Un hombre embozado, de ella
salta… Brígida, al momento
Entra Brígida.
Pasad a esotro aposento,
y perdonad, Inés bella,
si solo me importa estar.
DOÑA INÉS.- ¿Tardarás?
DON JUAN.- Poco ha de ser.
DOÑA INÉS.- A mi padre hemos de ver.
DON JUAN.- Sí; en cuanto empiece a clarear.
Adiós.
ESCENA IV
Don Juan y Ciutti.
CIUTTI.- Señor.
DON JUAN.- ¿Qué sucede, Ciutti?
CIUTTI.- Ahí está un embozado
en veros muy empeñado.
DON JUAN.- ¿Quién es?
CIUTTI.- Dice que no puede
descubrirse más que a vos,
y que es cosa de tal priesa
que en ella se os interesa
la vida a entrambos a dos.
DON JUAN.- ¿Y en él no has reconocido
marca ni señal alguna
que nos oriente?
CIUTTI.- Ninguna;
más a veros decidido viene.
DON JUAN.- ¿Trae gente?
CIUTTI.- No más
que los remeros del bote.
DON JUAN.- Que entre.
ESCENA V
Dichos y Don Luis, embozado.
DON JUAN.- ¡Jugamos a escote
la vida…! Mas si es quizás
un traidor que hasta mi quinta
me viene siguiendo el paso…
hállame, pues, por si acaso,
con las armas en la cinta.
Se ciñe la espada y suspende
al cinto un par de pistolas, que
habrá colocado sobre la mesa
a su salida en la escena tercera.
Al momento sale Ciutti, conduciendo
a Don Luis, que, embozado
hasta los ojos, espera a
que se queden solos. Don Juan
hace a Ciutti una seña para
que se retire. Lo hace.
PD. Que paseis buen día. Besos Membrill@s.
Buenos días, está esto como muy apagaino, bueno, aquí os dejo algo para quien quiera entretenerse un rato.
ESCENA VI
Don Juan y Don Luis.
DON LUIS.- (Aparte) Buen talante.
A Don Luis
bienvenido, caballero.
DON LUIS.-Bien hallado,
señor mío.
DON JUAN.-Sin cuidado hablad.
DON LUIS.- Jamás lo he tenido.
DON JUAN.- Decid, pues: ¿a qué venís
a esta hora y con tal afán?
DON LUIS.- Vengo a mataros, Don Juan.
DON JUAN.- Según eso, ¿sois Don Luis?
DON LUIS.- No os engañó el corazón,
y el tiempo no malgastemos,
Don Juan; los dos no cabemos
ya en la tierra.
DON JUAN.- En conclusión,
señor Mejía: ¿es decir
que, porque os gané la apuesta,
queréis que acabe la fiesta
con salirnos a batir?
DON LUIS.- Estáis puesto en la razón;
la vida apostado habemos,
y es fuerza que nos paguemos.
DON JUAN.- Soy de la misma opinión.
Mas ved que os debo advertir
que sois vos quien la ha perdido.
DON LUIS.- Pues por eso os la he traído,
mas no creo que morir
deba nunca un caballero
que lleva en el cinto espada,
como una res destinada
por su dueño al matadero.
DON JUAN.- Ni yo creo que resquicio
habréis jamás encontrado
por donde me hayáis tomado
por un cortador de oficio.
DON LUIS.- De ningún modo; y ya veis
que, pues os vengo a buscar,
Mucho en vos debo fiar.
DON JUAN.- No más de lo que podéis.
Y por mostraros mejor
mi generosa hidalguía,
decid, si aun puedo, Mejía,
satisfacer vuestro honor.
Leal la apuesta os gané;
mas si tanto os ha escocido,
mirad si halláis conocido
remedio y le aplicaré.
DON LUIS.- No hay más que el que os he propuesto,
Don Juan. Me habéis maniatado,
y habéis la casa asaltado,
usurpándome mi puesto;
y pues el mío tomasteis
para triunfar de Doña Ana,
no sois vos, Don Juan, quien gana,
porque por otro jugasteis.
DON JUAN.- Ardides del juego son.
DON LUIS.- Pues no os lo quiero pasar
Y por ellos a jugar
vamos ahora el corazón.
DON JUAN.- ¿Le arriesgáis, pues, en revancha
de Doña Ana de Pantoja?
DON LUIS.- Sí; y lo que tardo, me enoja,
en lavar tan fea mancha.
Don Juan, yo la amaba, sí;
mas con lo que habéis osado
imposible la hais dejado
para vos y para mí.
DON JUAN.- ¿Por qué la apostasteis, pues?
DON LUIS.- Porque no pude pensar
que la pudieras lograr.
y… vamos, por San Andrés,
a reñir, que me impaciento.
DON JUAN.- Bajemos a la ribera.
DON LUIS.- Aquí mismo.
DON JUAN.- Necio fuera; ¿no veis que en este aposento
prendieran al vencedor?
vos traéis una barquilla.
DON LUIS.- Sí.
DON JUAN.- Pues que lleve a Sevilla
al que quede.
DON LUIS.- Eso es mejor;
salgamos, pues.
DON JUAN.- Esperad.
DON LUIS.- ¿Qué sucede?
DON JUAN.- Ruido siento.
DON LUIS.- Pues no perdamos momento.
ESCENA VII
Dichos y Ciutti.
CIUTTI.- Señor, la vida salvad.
DON JUAN.- ¿Qué hay, pues?
CIUTTI.- El Comendador
que llega con gente armada.
DON JUAN.- Déjale franca la entrada,
pero a él solo.
CIUTTI.- Mas, señor...
DON JUAN.- Obedéceme.
Vase Cicutti.
PD: No me ha dado tiempo a más. Besos Membriller@s.
ESCENA VI
Don Juan y Don Luis.
DON LUIS.- (Aparte) Buen talante.
A Don Luis
bienvenido, caballero.
DON LUIS.-Bien hallado,
señor mío.
DON JUAN.-Sin cuidado hablad.
DON LUIS.- Jamás lo he tenido.
DON JUAN.- Decid, pues: ¿a qué venís
a esta hora y con tal afán?
DON LUIS.- Vengo a mataros, Don Juan.
DON JUAN.- Según eso, ¿sois Don Luis?
DON LUIS.- No os engañó el corazón,
y el tiempo no malgastemos,
Don Juan; los dos no cabemos
ya en la tierra.
DON JUAN.- En conclusión,
señor Mejía: ¿es decir
que, porque os gané la apuesta,
queréis que acabe la fiesta
con salirnos a batir?
DON LUIS.- Estáis puesto en la razón;
la vida apostado habemos,
y es fuerza que nos paguemos.
DON JUAN.- Soy de la misma opinión.
Mas ved que os debo advertir
que sois vos quien la ha perdido.
DON LUIS.- Pues por eso os la he traído,
mas no creo que morir
deba nunca un caballero
que lleva en el cinto espada,
como una res destinada
por su dueño al matadero.
DON JUAN.- Ni yo creo que resquicio
habréis jamás encontrado
por donde me hayáis tomado
por un cortador de oficio.
DON LUIS.- De ningún modo; y ya veis
que, pues os vengo a buscar,
Mucho en vos debo fiar.
DON JUAN.- No más de lo que podéis.
Y por mostraros mejor
mi generosa hidalguía,
decid, si aun puedo, Mejía,
satisfacer vuestro honor.
Leal la apuesta os gané;
mas si tanto os ha escocido,
mirad si halláis conocido
remedio y le aplicaré.
DON LUIS.- No hay más que el que os he propuesto,
Don Juan. Me habéis maniatado,
y habéis la casa asaltado,
usurpándome mi puesto;
y pues el mío tomasteis
para triunfar de Doña Ana,
no sois vos, Don Juan, quien gana,
porque por otro jugasteis.
DON JUAN.- Ardides del juego son.
DON LUIS.- Pues no os lo quiero pasar
Y por ellos a jugar
vamos ahora el corazón.
DON JUAN.- ¿Le arriesgáis, pues, en revancha
de Doña Ana de Pantoja?
DON LUIS.- Sí; y lo que tardo, me enoja,
en lavar tan fea mancha.
Don Juan, yo la amaba, sí;
mas con lo que habéis osado
imposible la hais dejado
para vos y para mí.
DON JUAN.- ¿Por qué la apostasteis, pues?
DON LUIS.- Porque no pude pensar
que la pudieras lograr.
y… vamos, por San Andrés,
a reñir, que me impaciento.
DON JUAN.- Bajemos a la ribera.
DON LUIS.- Aquí mismo.
DON JUAN.- Necio fuera; ¿no veis que en este aposento
prendieran al vencedor?
vos traéis una barquilla.
DON LUIS.- Sí.
DON JUAN.- Pues que lleve a Sevilla
al que quede.
DON LUIS.- Eso es mejor;
salgamos, pues.
DON JUAN.- Esperad.
DON LUIS.- ¿Qué sucede?
DON JUAN.- Ruido siento.
DON LUIS.- Pues no perdamos momento.
ESCENA VII
Dichos y Ciutti.
CIUTTI.- Señor, la vida salvad.
DON JUAN.- ¿Qué hay, pues?
CIUTTI.- El Comendador
que llega con gente armada.
DON JUAN.- Déjale franca la entrada,
pero a él solo.
CIUTTI.- Mas, señor...
DON JUAN.- Obedéceme.
Vase Cicutti.
PD: No me ha dado tiempo a más. Besos Membriller@s.
Buenos días para todos, que paseis buen fin de semana.
ESCENA VIII
Don Juan y Don Luis.
DON JUAN.- Don Luis,
pues de mí os habéis fiado
como dejáis demostrado
cuando a mi casa venís,
no dudaré en suplicaros,
pues mi valor conocéis.
DON LUIS.-Yo nunca puse reparos
en valor que es tan notorio;
mas no me fío de vos.
DON JUAN.-Ved que las partes don dos
de la apuesta con Tenorio
y que ganadas están.
DON LUIS.- ¿Lograsteis a un tiempo…?
DON JUAN.- Sí;
la del convento está aquí;
y pues viene de Don Juan
a reclamarla quien puede
cuando me podéis matar,
no debo asunto dejar
tras mí que pendiente quede.
DON LUIS.- Pero mirar que meter
quien pueda el lance
entre los dos, puede ser…
DON JUAN.- ¿Qué?
DON LUIS.- Excusaros de reñir
DON JUAN.- ¡Miserable…! De Don Juan
podéis dudar sólo vos;
mas aquí entrad, vive Dios,
y no tengáis tanto afán
por vengaros, que este asunto
arreglado con ese hombre,
Don Luis, yo os juro a mi nombre
que nos batimos al punto.
DON LUIS.- Pero…
DON JUAN.- ¡Con una legión
de diablos!, entrad aquí,
que harta nobleza es en mí
aun daros satisfacción.
Desde ahí ved y escuchad;
franca tenéis esa puerta;
si veis mi conducta incierta
como os acomode obrad.
DON LUIS.- Me avengo, si muy reacio
no andáis.
DON JUAN.- Calculadlo vos
a placer; mas, vive Dios
que para todo hay espacio.
Entra Don Luis en el cuarto
Que Don Juan le señala.
Ya suben.
Don Juan escucha.
DON GONZALO.- (Dentro) ¿Do está?
DON JUAN.- El es.
ESCENA IX
Don Juan y Don Gonzalo.
DON GONZALO.- ¿Adónde está ese traidor?
DON JUAN.- Aquí está, Conmendador.
DON GONZALO.- ¿De rodillas?
DON JUAN.- Y a tus pies.
DON GONZALO.- Vil eres hasta en tus crímenes.
DON JUAN.- Anciano, la lengua ten,
y escúchame un solo instante.
DON GONZALO.- ¿Qué puede en tu lengua haber
que borre lo que tu mano
escribió en este papel?
! Ir a sorprender, infame,
la cándida sencillez
de quien no pudo elveneno
de esas letras precaver!
! Derramar en su alma virgen
traidoramente la hiel
en que rebosa la tuya,
seca de virtud y fe!
! Proponerse así enlodar
de mis timbres la alta prez,
como si fuera un harapo
que desecha ub mercader!
¿Ese es el valor, Tenorio,
de que blasonas? ¿Esa es
la proverbial osadía
que te da al vulgo temer?
¿Con viejos y con doncellas
las muestras...? ¿Y para qué?
! Vive Dios! Para venir
sus plantas así a lamer
mostrándote a un tiempo ajeno
de valor y de honradez.
DON JUAN.-! Comendador!
DON GONZALO.-! Miserable!
Tú has robado a mi hija Inés
de su convento, y yo vengo
por tu vida o por mi bien.
DON JUAN.- Jamá´s delante de un hombre
mi alta cerviz incliné,
ni he suplicado jamás
ni a mi padre, ni a mi rey.
Y pues conservo a tus plantas
la postura en que me ves,
considera, Don Gonzalo, qué razón debo tener.
DON GONZALO.- Lo que tienes es pavor
de mi justicia.
DON JUAN.-! Pardiez!
Oyeme, Comendador,
o tenerme no sabré,
y seré quien siempre he sido,
no queriéndolo ahora ser.
BESOS MEMBRILLER@S
ESCENA VIII
Don Juan y Don Luis.
DON JUAN.- Don Luis,
pues de mí os habéis fiado
como dejáis demostrado
cuando a mi casa venís,
no dudaré en suplicaros,
pues mi valor conocéis.
DON LUIS.-Yo nunca puse reparos
en valor que es tan notorio;
mas no me fío de vos.
DON JUAN.-Ved que las partes don dos
de la apuesta con Tenorio
y que ganadas están.
DON LUIS.- ¿Lograsteis a un tiempo…?
DON JUAN.- Sí;
la del convento está aquí;
y pues viene de Don Juan
a reclamarla quien puede
cuando me podéis matar,
no debo asunto dejar
tras mí que pendiente quede.
DON LUIS.- Pero mirar que meter
quien pueda el lance
entre los dos, puede ser…
DON JUAN.- ¿Qué?
DON LUIS.- Excusaros de reñir
DON JUAN.- ¡Miserable…! De Don Juan
podéis dudar sólo vos;
mas aquí entrad, vive Dios,
y no tengáis tanto afán
por vengaros, que este asunto
arreglado con ese hombre,
Don Luis, yo os juro a mi nombre
que nos batimos al punto.
DON LUIS.- Pero…
DON JUAN.- ¡Con una legión
de diablos!, entrad aquí,
que harta nobleza es en mí
aun daros satisfacción.
Desde ahí ved y escuchad;
franca tenéis esa puerta;
si veis mi conducta incierta
como os acomode obrad.
DON LUIS.- Me avengo, si muy reacio
no andáis.
DON JUAN.- Calculadlo vos
a placer; mas, vive Dios
que para todo hay espacio.
Entra Don Luis en el cuarto
Que Don Juan le señala.
Ya suben.
Don Juan escucha.
DON GONZALO.- (Dentro) ¿Do está?
DON JUAN.- El es.
ESCENA IX
Don Juan y Don Gonzalo.
DON GONZALO.- ¿Adónde está ese traidor?
DON JUAN.- Aquí está, Conmendador.
DON GONZALO.- ¿De rodillas?
DON JUAN.- Y a tus pies.
DON GONZALO.- Vil eres hasta en tus crímenes.
DON JUAN.- Anciano, la lengua ten,
y escúchame un solo instante.
DON GONZALO.- ¿Qué puede en tu lengua haber
que borre lo que tu mano
escribió en este papel?
! Ir a sorprender, infame,
la cándida sencillez
de quien no pudo elveneno
de esas letras precaver!
! Derramar en su alma virgen
traidoramente la hiel
en que rebosa la tuya,
seca de virtud y fe!
! Proponerse así enlodar
de mis timbres la alta prez,
como si fuera un harapo
que desecha ub mercader!
¿Ese es el valor, Tenorio,
de que blasonas? ¿Esa es
la proverbial osadía
que te da al vulgo temer?
¿Con viejos y con doncellas
las muestras...? ¿Y para qué?
! Vive Dios! Para venir
sus plantas así a lamer
mostrándote a un tiempo ajeno
de valor y de honradez.
DON JUAN.-! Comendador!
DON GONZALO.-! Miserable!
Tú has robado a mi hija Inés
de su convento, y yo vengo
por tu vida o por mi bien.
DON JUAN.- Jamá´s delante de un hombre
mi alta cerviz incliné,
ni he suplicado jamás
ni a mi padre, ni a mi rey.
Y pues conservo a tus plantas
la postura en que me ves,
considera, Don Gonzalo, qué razón debo tener.
DON GONZALO.- Lo que tienes es pavor
de mi justicia.
DON JUAN.-! Pardiez!
Oyeme, Comendador,
o tenerme no sabré,
y seré quien siempre he sido,
no queriéndolo ahora ser.
BESOS MEMBRILLER@S
Buenos días amig@s, LOREN que tal? mira que tardan en instalar las lineas, con lo poco que tardan en cobrar; aquí seguimos esperando tu santoral. Besos para Loli y para tí
DON GONZALO.- ¡Vive Dios!
DON JUAN.- Comendador,
yo idolatro a Doña Inés,
persuadido de que el cielo
me la quiso conceder
para enderezar mis pasos
por el sendero del bien.
No amé la hermosura en ella,
ni sus gracias adoré;
lo que adoro es la virtud,
Don Gonzalo, en Doña Inés.
Lo que justicias ni obispos
no pudieron de mí hacer
con cárceles y sermones,
lo pudo su candidez.
Su amor me torna en otro hombre
regenerando m i ser
y ella puede hacer un ángel
de quien un demonio fue.
Escucha, pues, Don Gonzalo,
lo que te puede ofrecer
el audaz Don Juan Tenorio
de rodillas a tus pies.
Yo seré esclavo de tu hija;
en tu casa viviré;
tú gobernarás mi hacienda
diciéndome esto ha de ser.
El tiempo que señalares
en reclusión estaré;
cuantas pruebas exigieres
de mi audacia o altivez,
del modo que me ordenares,
con sumisión te daré.
Y cuando estime tu juicio
que la pueda merecer,
yo la daré un buen esposo,
y ella me dará el Edén.
DON GONZALO.- Basta, Don Juan; no sé cómo
me he podido contener,
oyendo tan torpes pruebas
de tu infame avilantez.
Don Juan, tú eres un cobarde
cuando en la ocasión te ves,
y no hay bajeza a que no oses
como te saquen con bien.
DON JUAN.- ¡Don Gonzalo!
DON GONZALO.- Y me avergüenzo
de mirarte así a mis pies,
lo que apostabas por fuerza
suplicando por merced.
DON JUAN.- Todo así se satisface.
Don Gonzalo, de una vez.
DON GONZALO.- ¡Nunca! ¡Nunca! ¿Tú su esposo?
primero la mataré.
Ea, entregádmela al punto,
o, sin poderme valer,
en esa postura vil
el pecho te cruzaré.
DON JUAN.- Míralo bien, Don Gonzalo;
que vas a hacerme perder
con ella, hasta la esperanza
de mi salvación tal vez.
DON GONZALO.- ¿Y qué tengo yo, Don Juan,
con tu salvación que ver?
DON JUAN.- ¡Comendador, que me pierdes!
DON GONZALO.- ¡Mi hija!
DON JUAN.- Considera bien
que por cuantos medios pude
Te quise satisfacer;
t que con armas al cinto
tus denuestos toleré
proponiéndote la paz
de rodillas a tus pies.
ESCENA X
Dichos y Don Luis, soltando una carcajada
De burla.
DON LUIS.- Muy bien, Don Juan.
DON JUAN.-! Vive Dios!
DON GONZALO.- ¿Quién es ese hombre?
DON LUIS.- Un testigo,
de su miedo, y un amigo,
Comendador, para vos.
DON JUAN.-! Don Luis!
DON LUIS.- Ya he visto bastante,
Don Juan, para conocer
cuál uso puedes hacer
de tu valor arrogante;
y quien hiere por detrás
y se humilla en la ocasión,
es tan vil como el ladrón
que roba y huye.
DON JUAN.- ¿Esto más?
DON LUIS.- Y pues la ira soberana
de Dios, junta como ves,
al padre de Doña Inés
y al vengador de Doña Ana,
mira el fin que aquí te espera
cuando a igual tiempo te alcanza
aquí dentro su venganza
y la justicia allá fuera.
DON GONZALO.-! Oh! Ahora comprendo...
¿Sois vos el que...?
DON LUIS.- Soy Don Luis Mejía,
a quien a tiempo os envía
por vuestra venganza Dios.
DON JUAN.-! Basta, pues, de tal suplicio!
Si con hacienda y honor
ni os muestro ni doy valor
a mi franco sacrificio,
y la leal solicitud,
con que ofrezco cuanto puedo,
tomáis, vive Dios, por miedo,
y os mofáis de mi virtud,
os acepto el que me dais
plazo breve y perentorio,
para mostrarme el Tenorio
de cuyo valor dudáis.
DON LUIS.-Sea, y cae a nuestros pies
digno al menos de esa fama
que por tan bravo te aclama...
DON JUAN.- Y venza el infierno, pues.
Ulloa, pues mi alma así
vuelves a undir en el vicio
cuando Dios me llame a juicio,
tú responderás por mí.
Le da un pistoletazo.
PD. Empezemos la jornada, a ver si acaba pronto. Besos Membriller@s
DON GONZALO.- ¡Vive Dios!
DON JUAN.- Comendador,
yo idolatro a Doña Inés,
persuadido de que el cielo
me la quiso conceder
para enderezar mis pasos
por el sendero del bien.
No amé la hermosura en ella,
ni sus gracias adoré;
lo que adoro es la virtud,
Don Gonzalo, en Doña Inés.
Lo que justicias ni obispos
no pudieron de mí hacer
con cárceles y sermones,
lo pudo su candidez.
Su amor me torna en otro hombre
regenerando m i ser
y ella puede hacer un ángel
de quien un demonio fue.
Escucha, pues, Don Gonzalo,
lo que te puede ofrecer
el audaz Don Juan Tenorio
de rodillas a tus pies.
Yo seré esclavo de tu hija;
en tu casa viviré;
tú gobernarás mi hacienda
diciéndome esto ha de ser.
El tiempo que señalares
en reclusión estaré;
cuantas pruebas exigieres
de mi audacia o altivez,
del modo que me ordenares,
con sumisión te daré.
Y cuando estime tu juicio
que la pueda merecer,
yo la daré un buen esposo,
y ella me dará el Edén.
DON GONZALO.- Basta, Don Juan; no sé cómo
me he podido contener,
oyendo tan torpes pruebas
de tu infame avilantez.
Don Juan, tú eres un cobarde
cuando en la ocasión te ves,
y no hay bajeza a que no oses
como te saquen con bien.
DON JUAN.- ¡Don Gonzalo!
DON GONZALO.- Y me avergüenzo
de mirarte así a mis pies,
lo que apostabas por fuerza
suplicando por merced.
DON JUAN.- Todo así se satisface.
Don Gonzalo, de una vez.
DON GONZALO.- ¡Nunca! ¡Nunca! ¿Tú su esposo?
primero la mataré.
Ea, entregádmela al punto,
o, sin poderme valer,
en esa postura vil
el pecho te cruzaré.
DON JUAN.- Míralo bien, Don Gonzalo;
que vas a hacerme perder
con ella, hasta la esperanza
de mi salvación tal vez.
DON GONZALO.- ¿Y qué tengo yo, Don Juan,
con tu salvación que ver?
DON JUAN.- ¡Comendador, que me pierdes!
DON GONZALO.- ¡Mi hija!
DON JUAN.- Considera bien
que por cuantos medios pude
Te quise satisfacer;
t que con armas al cinto
tus denuestos toleré
proponiéndote la paz
de rodillas a tus pies.
ESCENA X
Dichos y Don Luis, soltando una carcajada
De burla.
DON LUIS.- Muy bien, Don Juan.
DON JUAN.-! Vive Dios!
DON GONZALO.- ¿Quién es ese hombre?
DON LUIS.- Un testigo,
de su miedo, y un amigo,
Comendador, para vos.
DON JUAN.-! Don Luis!
DON LUIS.- Ya he visto bastante,
Don Juan, para conocer
cuál uso puedes hacer
de tu valor arrogante;
y quien hiere por detrás
y se humilla en la ocasión,
es tan vil como el ladrón
que roba y huye.
DON JUAN.- ¿Esto más?
DON LUIS.- Y pues la ira soberana
de Dios, junta como ves,
al padre de Doña Inés
y al vengador de Doña Ana,
mira el fin que aquí te espera
cuando a igual tiempo te alcanza
aquí dentro su venganza
y la justicia allá fuera.
DON GONZALO.-! Oh! Ahora comprendo...
¿Sois vos el que...?
DON LUIS.- Soy Don Luis Mejía,
a quien a tiempo os envía
por vuestra venganza Dios.
DON JUAN.-! Basta, pues, de tal suplicio!
Si con hacienda y honor
ni os muestro ni doy valor
a mi franco sacrificio,
y la leal solicitud,
con que ofrezco cuanto puedo,
tomáis, vive Dios, por miedo,
y os mofáis de mi virtud,
os acepto el que me dais
plazo breve y perentorio,
para mostrarme el Tenorio
de cuyo valor dudáis.
DON LUIS.-Sea, y cae a nuestros pies
digno al menos de esa fama
que por tan bravo te aclama...
DON JUAN.- Y venza el infierno, pues.
Ulloa, pues mi alma así
vuelves a undir en el vicio
cuando Dios me llame a juicio,
tú responderás por mí.
Le da un pistoletazo.
PD. Empezemos la jornada, a ver si acaba pronto. Besos Membriller@s
Buenos días amig@s, hoy no sé como estará el tiempo, no he salido aun, pero seguro que fresquito.
DON GONZALO.- (Cayendo) ¡Asesino!
DON JUAN.- (A Don Luis) Y tú, insensato,
que me llamas vil ladrón,
di en prueba de tu razón
que cara a cara te mato.
Riñen y le da una estocada.
DON LUIS.- (Cayendo) ¡Jesús!
DON JUAN.- Tarde tu fe ciega
acude al cielo, Mejía,
y no fue por culpa mía,
pero la justicia llega,
y a fe que ha de ver quién soy.
CIUTTI.- (Dentro) ¡Don Juan!
DON JUAN.- (Asomándose al balcón) ¿Quién es?
CIUTTI.- (Dentro) Por aquí.
Salvaos.
DON JUAN.- ¿Hay paso?
CIUTTI.- (Dentro) Sí; arrojaos.
DON JUAN.- Allá voy.
Llamé al cielo y no me oyó;
y pues sus puertas me cierra
de mis paseos en la tierra
responda el cielo, y no yo.
Se arroja por el balcón y se le
oye caer en el agua del río, al
mismo tiempo que el ruido de
los remos muestra la rapidez
del barco en que parte; se oyen
golpes en las puertas de la habitación
poco después entra la justicia, soldados, etc.
ESCENA XI (1)
Alguaciles, soldados. Luego, Doña Inés
y Brígida.
ALGUACIL 1º.- El tiro ha sonado aquí.
ALGUACIL 2º.- Aun hay humo.
ALGUACIL 1º.- ¡Santo Dios!
Aquí hay un cadáver.
ALGUACIL 2º.- Dos.
ALGUACIL 1º.- ¿Y el matador?
(1) Esta escena puede suprimirse en la representación,
terminando con el último verso de la anterior.
ALGUACIL2º.- Por allí.
Abren el cuarto en que están
Doña Inés y Brígida, y las
sacan a la escena; Doña Inés
reconoce el cadáver de su padre.
ALGUACIL 1º.- ¡Dos mujeres!
DOÑA INÉS.- ¡Ah! ¡Qué horror!
¡Padre mío!
ALGUACIL 1º.- ¡Es su hija!
BRÍGIDA.- Sí
DOÑA INES.- ¡Ay! ¿Do estás, Don Juan, que aquí
me olvidas en tal dolor?
ALGUACIL 1º.- El lo asesinó.
DOÑA INÉS.- ¡Dios mío!
¿Me guardabas esto más?
ALGUACIL 2º.- Por aquí ese Satanás
se arrojó sin duda al río.
ALGUACIL 1º.-Miradlos… A bordo están
el bergantín calabrés.
TODOS.- Justicia por Doña Inés.
DOÑA INÉS.- Pero no contra Don Juan.
FIN DEL ACTO CUARTO
PD. Es tempranito, pero luego no podré entrar. Besos Membriller@s
DON GONZALO.- (Cayendo) ¡Asesino!
DON JUAN.- (A Don Luis) Y tú, insensato,
que me llamas vil ladrón,
di en prueba de tu razón
que cara a cara te mato.
Riñen y le da una estocada.
DON LUIS.- (Cayendo) ¡Jesús!
DON JUAN.- Tarde tu fe ciega
acude al cielo, Mejía,
y no fue por culpa mía,
pero la justicia llega,
y a fe que ha de ver quién soy.
CIUTTI.- (Dentro) ¡Don Juan!
DON JUAN.- (Asomándose al balcón) ¿Quién es?
CIUTTI.- (Dentro) Por aquí.
Salvaos.
DON JUAN.- ¿Hay paso?
CIUTTI.- (Dentro) Sí; arrojaos.
DON JUAN.- Allá voy.
Llamé al cielo y no me oyó;
y pues sus puertas me cierra
de mis paseos en la tierra
responda el cielo, y no yo.
Se arroja por el balcón y se le
oye caer en el agua del río, al
mismo tiempo que el ruido de
los remos muestra la rapidez
del barco en que parte; se oyen
golpes en las puertas de la habitación
poco después entra la justicia, soldados, etc.
ESCENA XI (1)
Alguaciles, soldados. Luego, Doña Inés
y Brígida.
ALGUACIL 1º.- El tiro ha sonado aquí.
ALGUACIL 2º.- Aun hay humo.
ALGUACIL 1º.- ¡Santo Dios!
Aquí hay un cadáver.
ALGUACIL 2º.- Dos.
ALGUACIL 1º.- ¿Y el matador?
(1) Esta escena puede suprimirse en la representación,
terminando con el último verso de la anterior.
ALGUACIL2º.- Por allí.
Abren el cuarto en que están
Doña Inés y Brígida, y las
sacan a la escena; Doña Inés
reconoce el cadáver de su padre.
ALGUACIL 1º.- ¡Dos mujeres!
DOÑA INÉS.- ¡Ah! ¡Qué horror!
¡Padre mío!
ALGUACIL 1º.- ¡Es su hija!
BRÍGIDA.- Sí
DOÑA INES.- ¡Ay! ¿Do estás, Don Juan, que aquí
me olvidas en tal dolor?
ALGUACIL 1º.- El lo asesinó.
DOÑA INÉS.- ¡Dios mío!
¿Me guardabas esto más?
ALGUACIL 2º.- Por aquí ese Satanás
se arrojó sin duda al río.
ALGUACIL 1º.-Miradlos… A bordo están
el bergantín calabrés.
TODOS.- Justicia por Doña Inés.
DOÑA INÉS.- Pero no contra Don Juan.
FIN DEL ACTO CUARTO
PD. Es tempranito, pero luego no podré entrar. Besos Membriller@s
Bae, querida, buenos dias. Que pronto te has levantado hoy! Que frio hace! Hemos pospuesto la cita de Plaza Mayor para el dia 27. Vas a poder ese dia? Los que todavia esteis en casa y tengais que salir, abrigraros. Un beso de buenos y fresquitos dias.
ENCINA, no sé si podré, no me toca librar, pero haré todo lo posible. Besitos