San Benito Biscop, de origen inglés, es uno de los apóstoles que más contribuyeron en el siglo VII a llevar a feliz término la obra de cristianización y organización de la Gran Bretaña, iniciada por San Gregorio Magno (590 – 604) y San Agustín de Cantorbery.
Nacido hacia el año 629, pertenecía a una noble familia de la corte de Oswy, rey de Northumbria y fue desde su primera juventud muy estimado por el rey. Sin embargo, a los veinticinco años, sintiéndose movido por Dios hacia la vida de retiro, dio el adiós al mundo, se dirigió por vez primera a Roma con el objeto de cimentar bien su piedad, visitando las tumbas de los Príncipes de los Apóstoles y empapándose íntimamente en las verdades de la fe y en los principios de la perfección cristiana y, a su vuelta, se entregó de lleno al estudio de la Biblia y a la práctica de la piedad.
Nacido hacia el año 629, pertenecía a una noble familia de la corte de Oswy, rey de Northumbria y fue desde su primera juventud muy estimado por el rey. Sin embargo, a los veinticinco años, sintiéndose movido por Dios hacia la vida de retiro, dio el adiós al mundo, se dirigió por vez primera a Roma con el objeto de cimentar bien su piedad, visitando las tumbas de los Príncipes de los Apóstoles y empapándose íntimamente en las verdades de la fe y en los principios de la perfección cristiana y, a su vuelta, se entregó de lleno al estudio de la Biblia y a la práctica de la piedad.