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MEMBRIO: Eesta noche nos dan un premio alos dos, qe estamos...

SAN POLVORÓN BENDITO Y EL ORIGEN DE LA PALABRA ESTEPA
San Polvorón Bendito, en realidad se llamaba Eutimio Treshoras Gutiérrez. Había nacido en un pueblo de la provincia de Sevilla- ahora denominado ESTEPA- allá por el año de 1423, en el seno de una familia noble. Dado, como de otra manera no podía ser, a la buena vida, había convertido su proceso vital en un auténtico aquelarre; aficionado al Ron, a las prostitutas, al estropicio, a las pendencias; un ser, por tanto, de lo más abyecto imaginable. La estatura de Eutimio rondaría el 1,90 y su peso los 154 Kg., más o menos- los historiadores no se ponen de acuerdo-
Cierto día, según dicen que dijo, vino a verle una luz que alumbró su desgraciado proceso degenerativo. Las malas lenguas dijeron que fue una alucinación de la penúltima castaña de Ron. El caso es que su vida dio un cambio radical- menos en la cuestión del Ron, que, como veremos posteriormente, le acompañó hasta el final de sus días-
Arrepentido de sus hazañas bélicas, decidió recluirse en un Monasterio cercano a su pueblo, con el propósito de pasar el resto de sus días orando, laborando y meditando con el firme deseo de purgar todos sus pecados.
Como se sabe, en los Monasterios en general, los monjes se dedican a recolectar los variados frutos que dan los variados árboles frutales, así como a cultivar la huerta- todo ello, obviamente, entre rezo y rezo-
Eutimio, que así se seguía llamando aun el monje, salió cierto día- con la botella de Ron en la mano- hacia la huerta, con la intención de recolectar las almendras que pululaban por los almendros (No se entendería que pulularan por las encinas) Se subió a un almendro que se encontraba en un promontorio sobre un terraplén. Bajo citado lugar, había una casita donde los monjes solían guardar ciertos alimentos; harina, azúcar, manteca de cerdo, canela en rama, etc., etc.,
Eutimio, una vez llena la morrala de almendras, y con la mentada botella de Ron en la mano- no la soltaba así lo mataran- procedió a bajar del Almendro. Tan mala suerte tuvo que resbaló (lo más normal, dado el caso) y cayó cuesta abajo hasta la casita. La leche fue de órdago. I54 kilos a la canal, cargado con una morrala de Almendras, sobre un tejado bastante débil. El resultado; Eutimio, espatarrado, estirancao completamente sobre los sacos de harina, el azúcar, la manteca, la canela- ¡Como sería el tortazo, que hasta las Almendras se machacaron! Eso sí, la botella de Ron aparecía intacta en la mano diestra.
Imagínense el espectáculo; un monje todo embadurnado de una mezcolanza de productos varios y de blanco impoluto.
Otro monje, que había observado la jugada, salió corriendo en su ayuda; tanto corrió, que al entrar en el pequeño almacén de víveres, resbaló y cayó sobre Eutimio. Se comió, del tortazo, una considerable cantidad de la mezcolanza que se había formado. Exclamó: ¡La madre que parió (Perdón, Señor) que rico está esto! Llamó inmediatamente al resto de monjes y observaron el “Milagro de la botella de Ron”. Allí estaba, embadurnada de blanco polvo, intacta, entre la harina en la mano de Eutimio. Sólo un monje, se salió de madres y exclamó: ¡La madre que lo parió, todo este polvo por culpa de una botella de Ron! (Se refería al polvo de harina)
El resto de los monjes, perplejos ante las bondades de la mezcolanza- según opinaba el compañero de los susodichos- procedieron a introducir los dedos en el producto, untándolos debidamente y chupándoselos como mandan los cánones. Efectivamente, comprobaron lo rico que estaba, y cayeron en la cuenta que la cosa había sido gracias a la botella de Ron. Es decir, el tortazo se había producido no tanto por la ingestión de alcohol, sino por no haber soltado el monje la botella. Los monjes, que de tontos no tiene un pelo, no en vano inventaron la cerveza y el champagne- entre otras minucias- decidieron llevarse las muestras para hacer un dulce. Y así lo hicieron
No sabían, sin embargo, cómo denominarlo. ¡Ya! -dijo uno-: gracias a la botella de Ron de Eutimio, hemos conocido esta mezcolanza tan rica de polvo; se llamará POLVO DE RÓN. Pero, otro monje, también sabio, dedujo que no podía llamarse así, puesto que el dulce no llevaba Ron- de hecho la botella quedó intacta, sin derramarse líquido alguno- Consultado el superior del monasterio (El más listo) dijo: hagamos un juego de palabras, quitemos la preposición, desaparecerá el Ron, sin desaparecer la palabra. Es decir: POLVORÓN.
La canonización de Eutimio fue inmediata (La de la botella de Ron, no parecería muy conveniente) Y el elemento que fue, Eutimio ¡Quién se lo iba a decir! Pasó al santoral con el nombre de SAN POLVORÓN (Después vino lo de bendito) Por cierto, mi santo preferido. saludos. PC

Acabo de entrar, veo tu escrito y, antes de disponerme a leerlo, corro raudo y veloz a interesarme por tu dichoso nervio ciático. Hay que ver que mala leche tiene, más que un dolo, jeje; perdona la broma, pero ya te supongo restablecido. Yo también tengo esa dolencia alguna que otra vez, aunque nunca me he tenido que pinchar por ello.
Como ya se donde estás, debido a aquel mensaje que me dirigiste diciéndome tu lugar de residencia; te diré que si pasamos cerca daremos un toque para tomarnos algún vinito o alguna birra.
Ahora sí, me dispongo a leer algo que veo por aquí del polvorón. Cuidate amigo.
Que todos ustedes tengan BUENAS NOCHES.

HOGAÑOOOOOOOO ¿ande vas contanta prisa espera un poco.........

Hola carni; la señora que me ha cogido un rato el cacharro y se ha puesto a mirar fotos, por cierto, hay algunas, o muchas, que no habiamos visto. Besos de nuestra parte.

Dile qe sedeje de foto, y atienda aqui y escriba algoooooo, es una joiaaaaaaa
otro para vosotrossssssss.......

Eesta noche nos dan un premio alos dos, qe estamos aqui aguantando el tiron jajaaa