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MEMBRIO: Y ¿POR QUÉ, ESTEPA?...

Y ¿POR QUÉ, ESTEPA?

Pues, por las cercanías del lugar anduvieron los fenicios, los turdetanos, y no sé cuantos tíos raros más; en fin, toda esa gente. Debió de ser, en un principio, una especie de campamento militar- como casi siempre son las cosas-. Por allí, aparecieron posteriormente los Cartagineses y decidieron ponerle un nombre para identificarlo convenientemente. Después, unos 200 años antes de Cristo, visitaron la zona los romanos, que se habían enterado que por estos lares había buen manduque. Así que, se liaron a tortazos con un tal Aníbal y compañía, en lo que se ha dado en llamar- según los que saben de esto- las guerras púnicas, y los pusieron mirando p’a Túnez.
Como quiera que los hermanos Escipiones, debían de tener mala leche y los lugareños no quisieron aceptar las condiciones que los vencedores generalmente ponen a los vencidos, les aplicaron las corrientes gorrineras a contrapelo, destruyendo todo lo destruible, e imponiendo les su memoria histórica (Cosas de las guerras) Así que le pudieron otro nombre. Lo bueno- o malo- que tenían los romanos es que destruían y sembraban de sal las ciudades que no aceptaban sus tratados de “paz”. Así que no es que cambiaran el nombre del pueblo, sino que hicieron uno nuevo.
Cuando, desgraciadamente, aparecieron los bárbaros (De los que somos herederos) y, como todo esto no deja de ser un cachondeo, para volver loco a cualquiera, hicieron lo que les salió de la punta del níspero duodenal. O sea, otro tanto de lo mismo, pero más incultamente. ¡Tiene cojones, después que se acostumbra uno a los nombres de las cosas y que te las cambien!
Cuando vinieron los “moros”- almorávides, almohades y toda esa chusma- que nada tienen que ver con los árabes- aunque algún cernícalo nos diga lo contrario- Le pusieron un nombre muy raro, ajustado, obviamente a los parámetros del Islam. Más para acá ya, Fernando III, el Santo, que también tenía su mala leche, como menos no podía ser, les aplicó el Código Penal Militar a los moros, y volvieron a cambiar los nombres de las calles y del pueblo.
Después de Fernando III, la cosa estuvo tranquila. Pero, debido a las guerras con el turco, con los ingleses, franceses, portugueses y entre nosotros mismos, la cosa vino a joderse aun más. Así que, los lugareños, hasta los mismísimos de tanta memoria histórica, decidieron no llamarlo de ninguna manera. Simplemente: <<ME VOY P’AL PUEBLO>>
Cuando Eutimio se pegó la leche, quedó tieso- lógicamente- Un campesino, que estaba, a la sazón, en el lugar de los hechos, exclamó: ¡ESTE, P’A, TRIANA! Un monje le dijo: Cómo que P’a Triana; Triana está muy lejos. Éste, irá al pueblo de aquí al lado (Ese pueblo, aun no tenía nombre, como ya dijimos) Perdón, señor- dijo el campesino- es una expresión que quiere decir que “ha palmao”. El monje, que el curso de tonto lo había suspendido con un 0,50, y fue porque le copió al de al lado, se quedó pensativo. Se dijo- ¡Anda, coño! (Interiormente, claro) El pueblo de al lado no tiene nombre, el campesino ha dicho, éste p’a Triana. Si le quito la palabra “Triana” a la frase, me queda “este p’a”. Pero, como tal dicho no significa nada, junto las palabras, le quito el apóstrofe y ¡Bingo! (esto lo digo yo, porque no había bingos entonces) El pueblo se llamará por lo tanto “ESTEPA”. Y su patrón, como de otra manera no podía ser, será San Polvorón Bendito. Y así hasta nuestros días. Esperemos que a algún iluminado no le dé por decir que “Estepa” era un general del bando nacional de la civil War, y lo cambien otra vez. Saludos. PC
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Hola PC. ¿Ya estás un poco mejor de tus dolores? Espero que te recuperes y estés en la mejor forma posible para la próxima reunión, que si no hay inconvenientes de última hora será en Carnavales. Me hizo gracia la expresión que usó REALITO al decirte que de chapa y pintura estabas bien, pero por dentro no. En eso estoy de acuerdo con él. Es lo que tiene el paso de los años, por fuera parece que no hay ningún problema, pero en la maquinaria siempre hay algo que falla. Es lo que nos espera de aquí ... (ver texto completo)