FELICIDADES a todos los TOMAS
Hola a todos. Me sumo a la dedicatoria de Loren: FELICIDADES TOMAS. Un abrazo paisanos.
Primo CHIFLE, siempre supuse que tu seudónimo lo tomaste por aquello de chiflar la piel; todo un arte, arraigado en la familia, ya que tu padre manejaba la chifla y la piedra de chiflar como nadie, cuando preparaba los remiendos o les “echaba unas filis” a los zapatos.
Me vienen a la cabeza aquellos zapatos remendones, con esos parches externos, que solían bordear la zona del “juanete”, que eran por donde primero se rompían; difícil de disimular aunque tuviera el mismo color el cuero. Cuando te remendaban la puntera, el asunto se sobrellevaba mejor, era como un refuerzo venido de fábrica.
A mí siempre se me rompía antes el derecho, que era con el que mejor le arreaba a la pelota; y también porque cuando me arrodillaba, sobre esa pierna derecha doblaba la rodilla y el pie, y por consiguiente el zapato; mientras que con la izquierda, sólo doblaba la rodilla; al igual que yo veía a los hombres arrodillarse o hacer la genuflexión ante El Santísimo: “la rodilla derecha siempre se ha de hincar, mientras que la izquierda sólo se ha de doblar para apoyar los brazos y colgar la boina”. Hazlo asina, me decían, y también te levantarás mejor.
No sé si así o asina, pero así o asina lo aprendí yo, porque aspiraba a ser mayor; y el pobre zapato derecho, que ya era pobre de por sí, siempre salía perjudicado.
Gracias a que mi padre ya estaba en Holanda y en casa no éramos tan pobre, aunque sí lo suficiente para no evitar el remiendo en los juanetes. Siempre le tendré que dar las gracias a mi madre por su previsión, porque con buen criterio me remendaba los dos.
¡Iba como un pincel!, simétrico de los pies a la cabeza, hasta con la raya en medio, incluida las pinzas y la culera del pantalón. Ya en alguna ocasión conté, que cada vez que pegaba el estirón, me ensanchaban la tela de la culera, que evidentemente mantenía su original color, y parecía que en el culo llevaba “pegá” la cola de una mofeta o “agarrá” la cabeza de un tejón.
Primo CHIFLE, gracias por tu felicitación, y que sigas chiflando, me da igual que sea de zapatero que de afilador.
UN ABRAZO PARA LA FAMILIA y un beso muy fuerte a la tía Luisa
Me vienen a la cabeza aquellos zapatos remendones, con esos parches externos, que solían bordear la zona del “juanete”, que eran por donde primero se rompían; difícil de disimular aunque tuviera el mismo color el cuero. Cuando te remendaban la puntera, el asunto se sobrellevaba mejor, era como un refuerzo venido de fábrica.
A mí siempre se me rompía antes el derecho, que era con el que mejor le arreaba a la pelota; y también porque cuando me arrodillaba, sobre esa pierna derecha doblaba la rodilla y el pie, y por consiguiente el zapato; mientras que con la izquierda, sólo doblaba la rodilla; al igual que yo veía a los hombres arrodillarse o hacer la genuflexión ante El Santísimo: “la rodilla derecha siempre se ha de hincar, mientras que la izquierda sólo se ha de doblar para apoyar los brazos y colgar la boina”. Hazlo asina, me decían, y también te levantarás mejor.
No sé si así o asina, pero así o asina lo aprendí yo, porque aspiraba a ser mayor; y el pobre zapato derecho, que ya era pobre de por sí, siempre salía perjudicado.
Gracias a que mi padre ya estaba en Holanda y en casa no éramos tan pobre, aunque sí lo suficiente para no evitar el remiendo en los juanetes. Siempre le tendré que dar las gracias a mi madre por su previsión, porque con buen criterio me remendaba los dos.
¡Iba como un pincel!, simétrico de los pies a la cabeza, hasta con la raya en medio, incluida las pinzas y la culera del pantalón. Ya en alguna ocasión conté, que cada vez que pegaba el estirón, me ensanchaban la tela de la culera, que evidentemente mantenía su original color, y parecía que en el culo llevaba “pegá” la cola de una mofeta o “agarrá” la cabeza de un tejón.
Primo CHIFLE, gracias por tu felicitación, y que sigas chiflando, me da igual que sea de zapatero que de afilador.
UN ABRAZO PARA LA FAMILIA y un beso muy fuerte a la tía Luisa