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MEMBRIO: Buenas noches, aquí os dejo algo que leí esta mañana,...

Buenas noches, aquí os dejo algo que leí esta mañana, y me gustó, por eso quería compartirlo con vosotr@s. Besos Membriller@s

CENICIENTAS

La idea de enamorarte de tu alma gemela, además de sonar un poco incestuoso, creo que nos hace mucho daño. Por culpa de esta idea de exclusividad afectiva; esa certeza de que existe uno para ti, y nada más, nos pasamos la vida intentando descubrir en cada hombre si <<es él>>. Pobre. Y al terminar las relaciones se escucha a menudo esta inquietante frase: <<pues no era él>>. Mujer, alguien sería... Pero en caso de que existiera un solo ser humano dispuesto para nosotras (uno para cada una digo, si hay uno para todas lo llevamos claro) ¿qué se supone que hay que hacer? ¿Buscarlo? ¿Esperarlo? ¿Esperar buscando? (Tranquilos, se me han acabado las posibles variaciones sobre el tema) ¿Y si ese ser humano está en otro continente? Porque es bastante ilógico creer que hay uno para ti, pero lo es bastante más, ya puestos, pensar que hay uno para ti y que además vive en tu barrio o trabaja en tu edificio. <<Hola, soy tu vecino y además tu alma gemela>>.<< ¿Pero qué me dices?! Qué casualidad!>> (No digo que esto no pueda ocurrir, pero desde luego no es habitual) ¿Cabe la posibilidad de que alguien nos diseñara de dos en dos y luego tuviera la mala leche de esparcirnos por el mundo? ¿Cómo se puede ser tan cruel?
Por otra parte, esto explicaría muchas cosas. Lo malo de pensar así es la limitación que nos imponemos nosotros solos. Es como creer en el destino a niveles, diría, nocivos. Ese creer que todo es por algo puede volverte loco, y ese creer que estás predestinado a encontrarte con una persona en concreto que por el momento se mantiene de incógnito, es igualmente peligroso. Todo lo que sugiera que sólo hay un camino que seguir, una persona a la que amar o una forma de vivir, es un atraso. Desechamos cualquier posibilidad que no se encuentre de antemano en nuestra cabeza. Pero quizás en nuestra cabeza no haya saltado todavía la chispa que nos hará ver un mundo ahí fuera que dentro de dentro de nosotros ni habíamos llegado a imaginar. Es como ir por la vida con un molde de galletas navideñas con forma de corazón e intentar que las personas que encontramos a nuestro paso se adapten a ese molde. Y tras charlar unos minutos a la salida de un local con otro fumador que se te acerca, le miras de arriba abajo y luego le dices: <<un momentito, por favor, no te retires que te voy a poner un molde en la cabeza>>.<<Ah, pues no, no eres tú...! Siguiente!>> A veces hacemos por adaptarnos a ese molde y otros hacen por adaptarse al nuestro, por incómodo y antiorgánico que resulte; todo por intentar seguir creyendo en ese amor perfecto del que podría estar hecho sólo para ti. Si hay que cortarse los dedos de los pies para que encajen en el zapato de cristal, pues se cortan, total, tampoco es que lo usemos tanto... Y siguiendo con los cuentos de princesas, creo que muchos somos ranas todavía. Permanecemos disimulados tras unos ojos saltones que parecen suplicar que alguien por fin nos descifre, que alguien traspase este interminable trámite y nos conquiste al otro lado. ¿Que otro lado? Eso es lo que habrá que descubrir. Por ahora, Cenicientas, yo sugiero un poco más de aventura e improvisación. Bárbara Alpuente.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Buenos Dia Bae

Las princesas no lloran….. y mucho menos por un sapo que se cree príncipe
Buenos días. Por aquí la cosa está un poco así; entre Pinto y Valdemoro. No digo yo, BAE, que la tal Bárbara no tenga su razón. Un poco más de aventura e improvisación, parece ser su síntesis. Lo interesante sería buscar, encontrar y, si no es, volver al proceso. Al final del ciclo, podremos decir: ¡Lo he intentado! Lo jodido debe de ser quedarse esperando, esperando; viendo pasar uno, otro, otro; deseando que pase el que creemos nuestro- que al final no sabemos si será- pero que pasa sin saber si es. Un día, un mes, año, un tiempo; una vida. También se puede hacer uno de muchos- como el joven Frankenstein- que sería la amalgama ideal: la belleza de este, la inteligencia del otro, la sensibilidad de aquél, etc., etc., En este caso el problema, seguramente, sería saber pintar el cuadro de la razón con el pincel de los sentidos, conjugándolo, a ser posible, con todos los colores sentimentales que tiene la cajita de las acuarelas. Un lío, evidentemente. Así que si algún desaprensivo/a me pidiese consejo en este campo- como en otros muchos- (Desde luego hay que estar tarao para hacerlo) yo no sería tan necio como para dárselo, entre otras razones porque cada cual es dueño de sus consejos. Sí, le expondría la duda de los caminos. Nos daríamos cuenta que cada uno elegiría uno distinto, en distintos estadios del estado de ánimo. Hoy voy a Carbajo, mañana a Salorino. Claro que esto habría que preguntarlo, abonando el campo, al inicio del proceso; si lo hacemos al final, jodido. Así que, como estoy esta mañana un poco como el tiempo os diré: Sentados, cerca de los 350 grados de la circunferencia, nos pregunta una voz extraña- de ultratumba- <<Tú, compañero/a, en el campo existencial de la búsqueda amorosa ¿Con qué te quedas? >> Unos /as dirán: yo, con las alitas de ángel y la pureza virginal de la espera. Que cuando llegue al Edén, los compañeros canten y las nubes se levanten. Otros/ as, simplemente: ¡Que me quiten lo bailao! En fin, como dijera el Chasquespeare ese: “Ser o no ser, esa es la cuestión”. Besos y saludos. PC ... (ver texto completo)