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MEMBRIO: REALITO., buenos días, EL MENCEY GUANCHE, no te lo...

HISTORIA DE TENERIFE.- GRANDES MENCEYES GUANCHES

MENCEY ROMEN.

DIME, GUANTACARA, si puede haber más allá del horizonte tierra como la nuestra tan fértil y tan bondadosa, si puede hallarse lugar en el que Magec brille y caliente más que en este país - interpeló el mencey-. No, mi señor Romén - respondió el achimencey -, por eso eres un soberano afortunado-. Repetía este diálogo como un rito mientras recorría los límites de la comarca que dominaba. Lo hacía cada inicio de estación junto a su consejero de confianza, igual que lo hiciera hasta su muerte Cocanaymo, su padre que, además del mando sobre los suyos, le había dejado en heredad un territorio vigoroso por lo escarpado de sus montes, pero inmensamente generoso, pues las cimas que despuntaban rasgando las nubes desde un extremo a otro del reino, se alzaban sobre un gran manto de tierra y frondosa vegetación que se extendía mansamente hasta la orilla del océano sumergiéndose en éste.
Daute era un menceyato de dos alturas: abajo, el suelo preñado de vida que explotaba en miles de formas desplegando colores, aromas y deliciosos frutos que abastecían al pueblo de Romén; arriba, edificios de roca abruptos, como fortalezas infranqueables, que permitían, además, otear los confines del mar y estudiar sus corrientes, contemplar los astros en la noche y comprender los ritmos de las lluvias y los vientos. Romén conocía cada porción de esa tierra suya, cada drago, cada palmera, tabaiba, cardón; cada cueva, rebaño, sendero; cada familia, cada ser humano que habitaba al abrigo de su protección, e incluso, cada una de las formas en que la sombra del gran volcán se proyectaba sobre Daute según la época del año y cómo, en ocasiones, podía el extremo de ésta alcanzar alguna de las islas hermanas, Benahoare y Gomera, que se divisaban en la lejanía. Cuando llegue mi hora -decía siempre de regreso para concluir el diálogo-, que los achicasnai unten y protejan mi cuerpo con esmero y que el Guadameñe se ocupe de que me conduzcan hasta la gruta más profunda lejos de Echeyde, para que pueda viajar hasta donde mis antepasados sin riesgo de que Guayota se haga conmigo. ¿Te harás cargo? -preguntó, como de costumbre, a Guantacara-. Mi señor Romén, camino contigo estos parajes desde hace ya tiempo y sueles repetir las mismas palabras. Claro que me haré cargo de tu sagrado entierro pero, soy mayor que tú, casi anciano ya; ¿no crees que seré yo quien parta primero?. - No estés seguro de eso, mi buen amigo. No lo estés.

SALUDOS.

Saludos TASIO. Esos MENCEY, desaparecieron de la faz de la tierra cuando yo me los fumé cigarrillos a cigarillos allá por los años setenta jeje. No quedó ni uno vivo. Un caníbal yo jeje. Creo que es en el próximo capítulo cuando aparezco yo, detallando tal hecho jeje.

REALITO., buenos días, EL MENCEY GUANCHE, no te lo fumases, como tampoco pudo
hacerlo Alvaro de Lugo, aun teniendo la gran superioridad personal y de las armas, y no digamos de sus triquiñuelas para engañar a estos "GRANDES" pero
pobres cuidadores de rebaños, cultivadores, pescadores, humildes pacificadores.
No te fumarías el"sombra", el "palmita","bisonte", "43", el "rex", y otros,
te voy a dedicar el próximo mensaje... de algo teníamos que hablar, Saludos.