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Apreciado aunque a la vez desconocido FINFANO, agradezco de verdad tu comentario, pero permiteme desde la máxima tolerancia y respeto hacia ti, que matice un poco tu criterio al respecto.
No entiendo un pueblo acogedor si no es por el comportamiento de sus habitantes, pues creo que las ciudades o lugares residenciales son sólo construcciones o edificaciones yertas e inertes (permiteme la licencia comparativa).
La esencia viva de un lugar la consigue el poder reunir en determinadas fechas o celebraciones a las personas que a pesar de residir a kilómetros de distancia de ese determinado lugar regresan a su pueblo para reencontrarse con los paisanos y compartir momentos presentes y recuerdos pasados desde la infancia, y creo por tanto que lo que realmente hace acogedor a cualquier lugar son sus GENTES.
Membrio, como cualquier otra población, habrá cambiado el aspecto de sus edificaciones, las piedras de sus calles por asfalto, pero el aroma humano de sus habitantes actuales, y de los que duermen el sueño de los Justos en el Campo Santo, permanecerá eterno en la memoria de residentes y los que viven en otros lugares por los motivos de cada cual, por tanto y volviendo al inicio, pienso que el interés no está en el lugar en sí, sino en las generaciones anteriores que allí habitaron.
Un abrazo para tí, Finfano.
Leonardo.
No entiendo un pueblo acogedor si no es por el comportamiento de sus habitantes, pues creo que las ciudades o lugares residenciales son sólo construcciones o edificaciones yertas e inertes (permiteme la licencia comparativa).
La esencia viva de un lugar la consigue el poder reunir en determinadas fechas o celebraciones a las personas que a pesar de residir a kilómetros de distancia de ese determinado lugar regresan a su pueblo para reencontrarse con los paisanos y compartir momentos presentes y recuerdos pasados desde la infancia, y creo por tanto que lo que realmente hace acogedor a cualquier lugar son sus GENTES.
Membrio, como cualquier otra población, habrá cambiado el aspecto de sus edificaciones, las piedras de sus calles por asfalto, pero el aroma humano de sus habitantes actuales, y de los que duermen el sueño de los Justos en el Campo Santo, permanecerá eterno en la memoria de residentes y los que viven en otros lugares por los motivos de cada cual, por tanto y volviendo al inicio, pienso que el interés no está en el lugar en sí, sino en las generaciones anteriores que allí habitaron.
Un abrazo para tí, Finfano.
Leonardo.