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¡HOLA, MEMBRILLEROS!
RESOLUCIÓN del ejercicio de los BOLINDRES; especialmente dedicado a los niños que han mostrado interés; y en particular al niño RIBERITO, al que aprovecho para felicitarle por esa zancada de gigante que ayer dio su equipo para afianzarse en el primer puesto de la liga, siendo el mejor camino para llegar a cantar el alirón. No sé a qué santo rezar para que se tuerza la cosa de la racha y vuelva a la liga la emoción; a San Polvorón Bendito ni se me ocurre, porque también es del barça.
Bueno, vayamos a lo nuestro
La resolución del ejercicio, dependiendo de cómo lo consideres, resulta fácil en una proporción porcentual justamente complementaria a la proporción porcentual de dificultad que conlleva su resolución; es decir, en aplicación de la teoría de conjuntos que dimos en el trimestre pasado, la unión de ambos conjuntos, que representan respectivamente la “dificultad” y la “facilidad” de resolución, conforman un conjunto universal, siendo ambos entre sí disjuntos, por lo que irremediablemente su intersección es el conjunto vacío; todo ello, con independencia del número de bolindres que haya en cada saco. No obstante creo que resulta más fácil el que no se diga la cantidad, puesto que ese dato incitaría a hacer cálculos innecesarios tendentes a despistar la cuestión.
Dicho lo dicho, como prólogo que no sirve para nada, que no viene a cuento y que es producto de mi desvarío menstrual, pasemos a su resolución del ejercicio de forma sosegada, ordenada y lógica.
Sabemos que los saquitos están cerrados y mal etiquetados.
Si no se empieza sacando bolindres, es imposible que se pueda resolver nada.
Pues hagamos eso; empecemos por sacar bolindres, pero empecemos por uno; ya habrá tiempo de sacar más.
Actuando con tranquilidad y decisión, pero sin eternizarnos, empezamos preguntándonos: ¿De qué saco, saco el primer bolindre?
Perdón; si hago esta pregunta la cago, porque además del lío de los bolindres os puedo liar entre el saco, como recipiente de tela, y el saco de sacar. En lo sucesivo al saco de tela le llamaré “bolsa”, que podrá ser de plástico siempre que no sea transparente, para evitar que se revele el color de los bolindres.
Lógicamente el bolindre que saque podrá ser rojo o blanco.
Empiezo sacando un bolindre de una de las bolsas.
A priori, si lo saco de la bolsa que tiene etiquetada bolindres rojos, me podrá salir rojo o blanco; lo mismo ocurriría si lo hiciera con el resto de las bolsas. Pero lo que sí sé seguro es que cuando se trate de la bolsa etiquetada con bolindres rojos y blancos, al sacar un bolindre podré asegurar que todos los bolindres de esa bolsa son de ese mismo color, puesto que partimos de que la bolsa está mal etiquetada. Si sale rojo, se tratará de la bolsa de bolindres rojos, y si sale blanco, será la de bolindres blancos. De esta forma podemos etiquetar correctamente esa bolsa y la apartamos.
Seguidamente procederemos a etiquetar las dos bolsas restantes, con simplemente cambiar las etiquetas, sin necesidad de sacar ningún bolindre de ellas; puesto que están mal etiquetadas. De una sabemos, con certeza, que está equivocada y por consiguiente la otra, cuya etiqueta ha venido rebotada de la que apartamos en primer lugar, también ha de estarlo; asegurando así que tenemos las tres bolsas correctamente etiquetadas.
CONCLUSIÓN Sólo hace falta sacar un bolindre para resolver el problema, pero se ha de sacar de la bolsa que está etiquetada con bolindres rojos y blancos.
Hacéis un pequeño agujero en la bolsa, lo suficiente para que salga un bolindre; tomáis nota del color; no os lo metáis en la boca, volver a meterlo en la bolsa; le hacéis un “zurcío” para tapar el agujero; le ponéis encima la etiqueta que corresponde a ese color; cambiáis las etiquetas de las dos bolsas restantes y el empaquetado os queda “niquelado; sin necesidad de destrozar todas las bolsas o de desperdigar los bolindres por el suelo.
Si le añadís una ramita de perejil sería la releche.
Hablando de Arguiñano, ¡Hiliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iii….! ¿qué vamossssss a comerrrrr hoyyyyyyyyy?
Ya estoy regocijando el plato de arroz con criailla que nos va a preparar mi cuñá Candela.
PD.: Todos tenéis en el ejercicio de los bolindres una calabaza como ésta, que parece un culo con boina.
HASTA LUEGO, CHICOS
¡HOLA, MEMBRILLEROS!
RESOLUCIÓN del ejercicio de los BOLINDRES; especialmente dedicado a los niños que han mostrado interés; y en particular al niño RIBERITO, al que aprovecho para felicitarle por esa zancada de gigante que ayer dio su equipo para afianzarse en el primer puesto de la liga, siendo el mejor camino para llegar a cantar el alirón. No sé a qué santo rezar para que se tuerza la cosa de la racha y vuelva a la liga la emoción; a San Polvorón Bendito ni se me ocurre, porque también es del barça.
Bueno, vayamos a lo nuestro
La resolución del ejercicio, dependiendo de cómo lo consideres, resulta fácil en una proporción porcentual justamente complementaria a la proporción porcentual de dificultad que conlleva su resolución; es decir, en aplicación de la teoría de conjuntos que dimos en el trimestre pasado, la unión de ambos conjuntos, que representan respectivamente la “dificultad” y la “facilidad” de resolución, conforman un conjunto universal, siendo ambos entre sí disjuntos, por lo que irremediablemente su intersección es el conjunto vacío; todo ello, con independencia del número de bolindres que haya en cada saco. No obstante creo que resulta más fácil el que no se diga la cantidad, puesto que ese dato incitaría a hacer cálculos innecesarios tendentes a despistar la cuestión.
Dicho lo dicho, como prólogo que no sirve para nada, que no viene a cuento y que es producto de mi desvarío menstrual, pasemos a su resolución del ejercicio de forma sosegada, ordenada y lógica.
Sabemos que los saquitos están cerrados y mal etiquetados.
Si no se empieza sacando bolindres, es imposible que se pueda resolver nada.
Pues hagamos eso; empecemos por sacar bolindres, pero empecemos por uno; ya habrá tiempo de sacar más.
Actuando con tranquilidad y decisión, pero sin eternizarnos, empezamos preguntándonos: ¿De qué saco, saco el primer bolindre?
Perdón; si hago esta pregunta la cago, porque además del lío de los bolindres os puedo liar entre el saco, como recipiente de tela, y el saco de sacar. En lo sucesivo al saco de tela le llamaré “bolsa”, que podrá ser de plástico siempre que no sea transparente, para evitar que se revele el color de los bolindres.
Lógicamente el bolindre que saque podrá ser rojo o blanco.
Empiezo sacando un bolindre de una de las bolsas.
A priori, si lo saco de la bolsa que tiene etiquetada bolindres rojos, me podrá salir rojo o blanco; lo mismo ocurriría si lo hiciera con el resto de las bolsas. Pero lo que sí sé seguro es que cuando se trate de la bolsa etiquetada con bolindres rojos y blancos, al sacar un bolindre podré asegurar que todos los bolindres de esa bolsa son de ese mismo color, puesto que partimos de que la bolsa está mal etiquetada. Si sale rojo, se tratará de la bolsa de bolindres rojos, y si sale blanco, será la de bolindres blancos. De esta forma podemos etiquetar correctamente esa bolsa y la apartamos.
Seguidamente procederemos a etiquetar las dos bolsas restantes, con simplemente cambiar las etiquetas, sin necesidad de sacar ningún bolindre de ellas; puesto que están mal etiquetadas. De una sabemos, con certeza, que está equivocada y por consiguiente la otra, cuya etiqueta ha venido rebotada de la que apartamos en primer lugar, también ha de estarlo; asegurando así que tenemos las tres bolsas correctamente etiquetadas.
CONCLUSIÓN Sólo hace falta sacar un bolindre para resolver el problema, pero se ha de sacar de la bolsa que está etiquetada con bolindres rojos y blancos.
Hacéis un pequeño agujero en la bolsa, lo suficiente para que salga un bolindre; tomáis nota del color; no os lo metáis en la boca, volver a meterlo en la bolsa; le hacéis un “zurcío” para tapar el agujero; le ponéis encima la etiqueta que corresponde a ese color; cambiáis las etiquetas de las dos bolsas restantes y el empaquetado os queda “niquelado; sin necesidad de destrozar todas las bolsas o de desperdigar los bolindres por el suelo.
Si le añadís una ramita de perejil sería la releche.
Hablando de Arguiñano, ¡Hiliiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii iii….! ¿qué vamossssss a comerrrrr hoyyyyyyyyy?
Ya estoy regocijando el plato de arroz con criailla que nos va a preparar mi cuñá Candela.
PD.: Todos tenéis en el ejercicio de los bolindres una calabaza como ésta, que parece un culo con boina.
HASTA LUEGO, CHICOS