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MEMBRIO: Hola VALDÍO, te saludo con todo el cariño....

HOLA A TODOS, espero que hayáis tenido un feliz fin de semana; cuánto me hubiere gustado que se alargara y no llegara mañana.

ADP. La costumbre de enterrar a los fallecidos en el interior o alrededores de las iglesias, que duró hasta el siglo XIX estaba generaliza y supongo que en nuestra Iglesia y Pueblo también se haría. Cuando se exhumaban los cadáveres se apartaban aquellos huesos más relevantes, entre los que están las calaveras; no me extrañaría que en esos exteriores de la iglesia, en su parte trasera, estuviese el osario del templo o algún antiguo cementerio. Pienso que de ahí le viene el nombre a la calle. Esto es lo que modestamente aporto en esta rueda de opinión que se ha abierto entorno a esta calle, aunque veo que también hay algunos comentarios que apuntan en el mismo sentido; atrás quedaron los miedos a lo que alude el amigo TASIO.

También he de deciros que en esa casa adosada a la iglesia, la de doble altura, donde recuerdo que llegó a vivír la tía Polonia (q. e. p. d), también llegó a ser mi casa con anterioridad, cuando yo era muy niño. Mi madre es la que conoce bien la historia; me cuenta que la foto para el libro de familia y el pasaporte que necesitó hacer mi padre, cuando arregló los papeles para irse a Holanda, en la que estamos mi padre, mi madre y yo, sentados en unas sillas y yo entre sus piernas; la hicieron en la calle porque en el zaguán de la casa no había profundidad suficiente para una foto tan sublime.

SALUDOS

EL BALEARES, se te saluda, claro tu que has sido residente de la calle Calavera le quieres quitar importancia o para ti en su momento no lo había, pero de chico a ver quien era el valiente que pasaba por ella de noche.
Saludos

Hola VALDÍO, te saludo con todo el cariño.

El miedo que suscitaba la calle de Las Calaveras no era en sí el nombre de la calle, que sí lo era; pero sobre todo lo producía la bombilla que no alumbraba un carajo. Aquello estaba muy oscuro y los rincones y estrecheces de la calle favorecían a que sombras alargadas de figuras se escondieran tras esos rincones. Ya lo creo que eran sombras que se movían; el miedo en el cuerpo no te permitía adivinar que la culpa la tenía la tenue luz de la bombilla que se movía con el viento.

¡Qué miedooooooo!