Hablando de maestros. Cuenta mi maestro- y yo, discipula suya, con la admiración que siento por él, lo escucho con atención-, que un día, un insigne profesor, de apellido Cajal, fue preguntado por un alumno. El alumno, ante la respuesta del profesor, quedó sin saber nada, estupefacto, en absoluto silencio. El profesor, espero unos minutos, y al ver que seguía sin decir nada, le preguntó: << ¿Tiene usted algo que añadir a su brillante disertación?>> A lo que el alumno, respondió: << Etc, etc, etc.>>
Un saludo y buenas noches.
Un saludo y buenas noches.