La Marquesa se muere. Sin remedio. Es ley de vida, pero cuando se trata del símbolo vegetal de Extremadura, de una maravillosa encina tenida como la más bonita y grandiosa del mundo, da mucha pena.
Durante siglos, su belleza le había indultado del hacha en todos los sentidos, pues ni siquiera fue podada por expreso deseo de la marquesa de Comillas, señora de toda la finca hasta la llegada de la República. Y de este viejo capricho nobiliario adquirió el rimbombante título: Encina de la Marquesa.
Hace años un, profesor del Centro de Formación Agraria de Navalmoral de la Mata (Cáceres), en cuya dehesa se encuentra tan monumental árbol, me explicaba:
“No se va a morir mañana, porque son árboles que aguantan muchísimo, pero está en las últimas”,
Un compañero de este mismo profesor me resumía entonces en tres las razones de esta muerte anunciada:
"Por un lado sufre un ataque de oruga muy grande, la sequía de estos últimos años la ha debilitado y, por si fuera poco, hace unos años le cayó un rayo”.
Cada vez peor. Más vieja, con menos hojas. Las ramas partidas, secas. Atrás quedan los buenos tiempos de la encina, cuando a su sombra podían sestear casi un millar de ovejas con sus pastores. Hoy el bajo este sol casi de verano pasa libre por sus ramas desnudas, incapaces de ofrecer descanso. La “encina gorda”, como también se le conoce, da sus últimas bocanadas de clorofila. Pero muere como lo hacen los árboles, de pie, orgullosa como lo que es, una gran señora, una marquesa.
"Narra el árbol hundiéndose donde nada se ve".
QUE LA VIDAS OS ATALANTE.
SALUDOS.. FALCO
Durante siglos, su belleza le había indultado del hacha en todos los sentidos, pues ni siquiera fue podada por expreso deseo de la marquesa de Comillas, señora de toda la finca hasta la llegada de la República. Y de este viejo capricho nobiliario adquirió el rimbombante título: Encina de la Marquesa.
Hace años un, profesor del Centro de Formación Agraria de Navalmoral de la Mata (Cáceres), en cuya dehesa se encuentra tan monumental árbol, me explicaba:
“No se va a morir mañana, porque son árboles que aguantan muchísimo, pero está en las últimas”,
Un compañero de este mismo profesor me resumía entonces en tres las razones de esta muerte anunciada:
"Por un lado sufre un ataque de oruga muy grande, la sequía de estos últimos años la ha debilitado y, por si fuera poco, hace unos años le cayó un rayo”.
Cada vez peor. Más vieja, con menos hojas. Las ramas partidas, secas. Atrás quedan los buenos tiempos de la encina, cuando a su sombra podían sestear casi un millar de ovejas con sus pastores. Hoy el bajo este sol casi de verano pasa libre por sus ramas desnudas, incapaces de ofrecer descanso. La “encina gorda”, como también se le conoce, da sus últimas bocanadas de clorofila. Pero muere como lo hacen los árboles, de pie, orgullosa como lo que es, una gran señora, una marquesa.
"Narra el árbol hundiéndose donde nada se ve".
QUE LA VIDAS OS ATALANTE.
SALUDOS.. FALCO