Querido amigo anónimo Francisco Javier. Es cierto que escribo corto, la mayoría de las veces por falta de tiempo, otras porque no creo tener más que decir, y las más, por prudencia, pues tengo por sabio consejo aquél que nos señala que un hombre es esclavo de lo que dice, y señor de lo que calla. Aunque entiendo perfectamente que, a veces, si no decimos más, si no definimos bien los conceptos, no perfilamos bien los bordes, los contornos de las cosas, es difícil que se nos entienda, máxime cuando no se nos conoce.
Dices que te extraña en mí lo de S. Agustín. Por qué? Aunque no es lo que más me gusta la poesía, aún recuerdo unos hermosos versos de S. Anselmo. De S. Tomás, qué puedo decirte si todo ya está dicho, la Razón en grado sumo. De todas formas te diré que utilizé aquí a S. Agustín de forma alegórica. Tú, que eres poeta, lo entenderás.
Sé que no quisiste decir que el adjetivo real no existiese, sino que es absolutamente innecesario, puesto que la realidad de una cosa que se sabe existente es, diríamos, algo así como su propio ser, algo inherente a ella misma, algo sin lo que no sería. Ocurre que, a veces, uno no se da cuenta de que lleva puestos zapatos hasta que éstos no le hacen daño, pero es que aun haciendo daño, uno dude de su existencia- de la de los zapatos, digo-. De todas formas para nada mi escrito contradice al tuyo, sino que más bien, con rotundidad, lo re-afirmo.
A ver si otro día me explicas algo que dices y que por más vueltas que le doy, no entiendo. Un saludo afectuoso y buenos días a todos.
Dices que te extraña en mí lo de S. Agustín. Por qué? Aunque no es lo que más me gusta la poesía, aún recuerdo unos hermosos versos de S. Anselmo. De S. Tomás, qué puedo decirte si todo ya está dicho, la Razón en grado sumo. De todas formas te diré que utilizé aquí a S. Agustín de forma alegórica. Tú, que eres poeta, lo entenderás.
Sé que no quisiste decir que el adjetivo real no existiese, sino que es absolutamente innecesario, puesto que la realidad de una cosa que se sabe existente es, diríamos, algo así como su propio ser, algo inherente a ella misma, algo sin lo que no sería. Ocurre que, a veces, uno no se da cuenta de que lleva puestos zapatos hasta que éstos no le hacen daño, pero es que aun haciendo daño, uno dude de su existencia- de la de los zapatos, digo-. De todas formas para nada mi escrito contradice al tuyo, sino que más bien, con rotundidad, lo re-afirmo.
A ver si otro día me explicas algo que dices y que por más vueltas que le doy, no entiendo. Un saludo afectuoso y buenos días a todos.
Hablando de zapatos, quise decir:" pero peor es que aun haciendo daño". Me faltaba una palabra. Lo digo, porque sin ella, será difícil de entender. Un saludo.