Esta noche, pisaera, estoy presente. He leido tu escrito anterior. La propuesta, de entrada me parece muy bien, pero la infraestructura de escenario, sonido sillas ¿Quien la pone?. Yo presencié cante flamenco y obras teatrales en el rincón de la calle La Parra, pudiera ser un sitio...
Me sumo, amigos, a vuestra iniciativa. ¿Las sillas…? Cada cual la suya, como siempre. Más difícil será lo del sonido ¿No habrá un espíritu valiente? ¿Un alma solidaria?... También escuché flamenco del bueno en ese rincón (Plaza del casco antiguo, que dice Pisaera) Pues nada más y nada menos que a Dª Francisca (Paquera de Jerez) –una de las más grandes, que ya es ida- Entonces debería haber algún concejal que sabía de flamenco. Un abrazo. PC
Yo tambien vi a la Paquera de Jerez en la Plaza del casco antiguo. En el mismo sitio y a la misma hora. Fíjate, querido, si tu fueras Edil y yo concejala de cultura, flamenquito todas las noches del mes de Agosto. Buena propuesta ha hecho PISAERA. Buena idea recuperar ese rincón para las actividades culturales. Ya buscaremos el megáfono. Dulces sueños y otro abrazo.
Buenos días, querida. Si yo fuera Edil Curul, y tú, concejala de cultura…La verdad, no había pensado en tal hipótesis. Por aquel entonces, también vimos y escuchamos a Carmen Linares. Podía haberse perpetuado (Fijémonos en Carbajo) Pero, a lo que se ve, no se perpetuó. Como dicen que dijo Julio Cesar, al otro lado del Rubicón: “La suerte está echada” (alea jacta est, en latín) Volviendo al inicio. Seguro que nos adjudicarían algún lío, al margen de los que nosotros pudiésemos provocar. Ahora el flamenco se ha vuelto un poco “elitista”. Habría que volver a los orígenes. Ya me tomaré algunos “ansiolíticos” para el transiberiano. Un beso. PC
Buenos días, querido. Tu tienes mucho en común con los romanos de la época de la republica. Puedes estar seguro de una cosa, no te obligaré a te te pongas la Toga Praetexta, porque no quiero que pases calor y porque en vaqueros estás estupendo. Explícame eso de la Silla Curules, sobre todo por si se trata de un trono y hay que trnsportarlo a la calle La Parra. Feliz finde si no nos vemos. Un abrazo.
Efectivamente, querida AENCINA- Buenos días, ante todo y para todos- Debo de tener mucho de romano- me encanta lo romano- No sé si de la república, el imperio o la dictadura de Cayo Julio César; quizás de los triunviratos. Creo que un poco de todo. Parece ser que había dos tipos de Ediles; el Curul, denominado así por la silla desde la que controlaba la cuestión, y el Edil elegido por la plebe- una especie de Tribuno, a más baja escala y a las órdenes de este- ¡Ah, si me pudiera poner la Toga Praetexta”. Una vez me vestí con el traje de Escocés, y, debes de saber que con ese traje no se lleva nada interiormente. Pues, la curiosidad del resto, era saber si efectivamente cumplía con la tradición. A las señoras, como corresponde a un buen Caballero, les daba la opción de comprobarlo por sí mismas. Y, no creas que se cortaban. Me voy del tema.
La silla en sí, era una silla de cierta relevancia, podía ser cóncava o lisa- como una banqueta bonita- Realmente su significado era dignificar a la persona que en ella se sentaba. A Julio César le autorizó el Senado a sentarse en ella en todos sitios menos en el teatro (No sé porqué) En cualquier edificio de cierto rango, hoy en día, mismamente te la puedes encontrar. No, no era esa que te llevan a hombros los esclavos. Era una silla normal, bonita, con sus incrustaciones de marfil- se supone- pero sencilla. Los Ediles, se fueron al carajo con Octaviano, el primero de los Emperadores de Roma. Sobre la famosa silla, ver: Tito Livio, ad urbe condita (Desde la fundación de la ciudad)…unde sella curulis, unde toga praetexta sumpta est (Esto es copia literal, obviamente)
A la Calle la Parra, voy contigo andando u bailando, u como sea. No obstante, si os hace ilusión, me pongo una toga, un sombrero de paja; me pillo un paraguas- por lo de la solanera- me subís en una silla de enea, con dos palos cruzados, me siento en ella, y ataviado de tal guisa a hombro de mis egipcias…p’a la calle la parra. Tardo menos, como se ve, en montar un pollo que en lo que se persigna un cura loco.
Ese beso mañanero. PC
La silla en sí, era una silla de cierta relevancia, podía ser cóncava o lisa- como una banqueta bonita- Realmente su significado era dignificar a la persona que en ella se sentaba. A Julio César le autorizó el Senado a sentarse en ella en todos sitios menos en el teatro (No sé porqué) En cualquier edificio de cierto rango, hoy en día, mismamente te la puedes encontrar. No, no era esa que te llevan a hombros los esclavos. Era una silla normal, bonita, con sus incrustaciones de marfil- se supone- pero sencilla. Los Ediles, se fueron al carajo con Octaviano, el primero de los Emperadores de Roma. Sobre la famosa silla, ver: Tito Livio, ad urbe condita (Desde la fundación de la ciudad)…unde sella curulis, unde toga praetexta sumpta est (Esto es copia literal, obviamente)
A la Calle la Parra, voy contigo andando u bailando, u como sea. No obstante, si os hace ilusión, me pongo una toga, un sombrero de paja; me pillo un paraguas- por lo de la solanera- me subís en una silla de enea, con dos palos cruzados, me siento en ella, y ataviado de tal guisa a hombro de mis egipcias…p’a la calle la parra. Tardo menos, como se ve, en montar un pollo que en lo que se persigna un cura loco.
Ese beso mañanero. PC
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