Esta pena que guardo en el costado,
que me siembra el al alma la amargura,
es el viejo dolor de un desterrado
que llora con pesar sus desventuras.
Duele tanto la ausencia de mi tierra,
de sus calles, sus plazas, sus trigales
y, hoy el viento m e trae de la sierra
aromas tan del sur, primaverales,
que recordé los campos de secano
llovidos por la luz resplanciente.
Y el fuego desangrado del verano,
y el olor candeal del pan caliente
y recordé los montes, a lo lejos,
las suaves y azuladas serranias,
y recodé la plaza de los viejos
desgranando en el sol melancolia,
y del castillo y la torre y las cigueñas,
y el lento caminar de un jornalero que vuelve del trabajo,
y las pequeñas golondrinas azules del alero.
Y niños que vuelven de la escuela
y madre restregando en la cocina,
y una vieja que llora y se consuela
en la voz fraternal de una vecina.
que me siembra el al alma la amargura,
es el viejo dolor de un desterrado
que llora con pesar sus desventuras.
Duele tanto la ausencia de mi tierra,
de sus calles, sus plazas, sus trigales
y, hoy el viento m e trae de la sierra
aromas tan del sur, primaverales,
que recordé los campos de secano
llovidos por la luz resplanciente.
Y el fuego desangrado del verano,
y el olor candeal del pan caliente
y recordé los montes, a lo lejos,
las suaves y azuladas serranias,
y recodé la plaza de los viejos
desgranando en el sol melancolia,
y del castillo y la torre y las cigueñas,
y el lento caminar de un jornalero que vuelve del trabajo,
y las pequeñas golondrinas azules del alero.
Y niños que vuelven de la escuela
y madre restregando en la cocina,
y una vieja que llora y se consuela
en la voz fraternal de una vecina.