Buenos días a todos y felicidades por este Día. Os dejo una poesía de un extremeño, Luis Chamizo, "La Siesta", refleja muy bien esos campos extremeños de antaño y el verano que ya termina. No tengo el don de la "pluma" de mi APC, así que he tenido que tirar de archivo. Por cierto, PC, muy buena como todo lo que escribes. Gracias.
Besos para todos
LA SIESTA
A las caldas ardientes d'un sol de lumbre,
la tarde bochornosa duerme la siesta.
No chilrían los mirlos entre las mimbres,
ni s'arrullan las tórtolas en las charnecas,
ni los cucos burlones ni las bubillas,
entre las espadañas jacen la ruea:
qu'al fuego derretío d'un sol de plomo
callan los musiqueros de las riberas.
Tan sólo las chicharras, entre los pámpanos
de las viñas montúas de las arenas,
con las alas en pompa, dan rechiníos
rizando las ternillas de la caeza.
Y es su canción un blando suspiro jondo
de calor y cansera:
la canción que suspira
la llanura sedienta.
De repente la copla de las chicharras
se pone retemblona, se tambalea.
Un árbol que plantaron en una linde
desparce por el suelo las hojas secas,
y el polvillo mullío de los rastrojos
se levanta jormando la polvareda.
Es que corre la racha d'aire solano.
La tarde da vajíos, y cuando alienta,
los remolinos barren las hojarascas,
que se buscan, respingan, corren y juegan,
vienen de los plantíos a los barbechos,
tornan de los barbechos a la arbolea,
saltan y brincan,
s'encaracolan, revolotean
y suben como cohetes altas, mu altas,
jaciendo remetías y garambetas…
Pasan los remolinos, y luego caen,
como pájaros muertos, sobre la tierra.
Y después las chicharras, y el sol de plomo
chamuscando la parda llanura seca.
Besos para todos
LA SIESTA
A las caldas ardientes d'un sol de lumbre,
la tarde bochornosa duerme la siesta.
No chilrían los mirlos entre las mimbres,
ni s'arrullan las tórtolas en las charnecas,
ni los cucos burlones ni las bubillas,
entre las espadañas jacen la ruea:
qu'al fuego derretío d'un sol de plomo
callan los musiqueros de las riberas.
Tan sólo las chicharras, entre los pámpanos
de las viñas montúas de las arenas,
con las alas en pompa, dan rechiníos
rizando las ternillas de la caeza.
Y es su canción un blando suspiro jondo
de calor y cansera:
la canción que suspira
la llanura sedienta.
De repente la copla de las chicharras
se pone retemblona, se tambalea.
Un árbol que plantaron en una linde
desparce por el suelo las hojas secas,
y el polvillo mullío de los rastrojos
se levanta jormando la polvareda.
Es que corre la racha d'aire solano.
La tarde da vajíos, y cuando alienta,
los remolinos barren las hojarascas,
que se buscan, respingan, corren y juegan,
vienen de los plantíos a los barbechos,
tornan de los barbechos a la arbolea,
saltan y brincan,
s'encaracolan, revolotean
y suben como cohetes altas, mu altas,
jaciendo remetías y garambetas…
Pasan los remolinos, y luego caen,
como pájaros muertos, sobre la tierra.
Y después las chicharras, y el sol de plomo
chamuscando la parda llanura seca.