CARNI de las entretelas de PC,
y también de mis entrañas,
no sé por qué me regañas.
Como te dije en el
Pueblo,
y ahora te digo aquí,
¡Canizuelo de mi vida,
no puedo vivir sin ti!.
Pérdoname Carni, pero entre ir a ver los aviones; el tener que hacer algunos oficios de mi incumbencia que estaban por hacer y que aún siguen sin resolver; el no tener tiempo para saludar a la gente; ni para rascarme la cabeza, menos mal que soy muy limpio y no tengo piojos; y, para colmo, con el ajetreo
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