Sierra arriba, sierra abajo,
-- un serranito venía,
con una manta terciada
--a uso de serranía,
con el rosario en la mano
--rezando el “Ave María”,
no sé si reza por su alma
--o si reza por la mía.
A la sombra de un peñasco,
--el serrano se tendía.
Llamaron a un cirujano,
--por ver el mal que tenía.
Le mandó hacer testamento
--de todo lo que tenía.
-Ovejas, las mis ovejas,
-- aquellas que yo quería,
buscaréis nuevo pastor
--que os dé la pastoría,
que os traiga cañada abajo,
--os traiga cañada arriba,
y que os lleve a las montañas
--a beber las aguas frías.
El zurrón de las cucharas
--lo mando a la mi María,
para que de mí se acuerde
--cuando dé vuelta a las migas;
el puchero de la miera,
--que allí en la majada había,
ese puchero lo mando
--a las mozas de la hila
y el gancho y las abarcuelas
--que me los digan a misas.
-- un serranito venía,
con una manta terciada
--a uso de serranía,
con el rosario en la mano
--rezando el “Ave María”,
no sé si reza por su alma
--o si reza por la mía.
A la sombra de un peñasco,
--el serrano se tendía.
Llamaron a un cirujano,
--por ver el mal que tenía.
Le mandó hacer testamento
--de todo lo que tenía.
-Ovejas, las mis ovejas,
-- aquellas que yo quería,
buscaréis nuevo pastor
--que os dé la pastoría,
que os traiga cañada abajo,
--os traiga cañada arriba,
y que os lleve a las montañas
--a beber las aguas frías.
El zurrón de las cucharas
--lo mando a la mi María,
para que de mí se acuerde
--cuando dé vuelta a las migas;
el puchero de la miera,
--que allí en la majada había,
ese puchero lo mando
--a las mozas de la hila
y el gancho y las abarcuelas
--que me los digan a misas.