Hace un par de días, volví a visionar una película de título “El pequeño gran hombre”. Cuando la vi por primera vez, hace la tira de tiempo, la inmadurez integral de mi persona (Que aún conservo en parte) me impidió sacarle el jugo conveniente. Un indio viejo se fue al monte con la sana intención de entregarle la “jeta” al poderoso. El buen hombre, antes de acostarse -boca arriba- y esperar pacientemente la muerte (La escena es espectacular) comienza una retahíla dando gracias a los dioses. Entre otras cosas, le daba las gracias por haberle dado la vista y permitirle ver lo que vio; pero, le agradecía, mucho más, el haberle dado la ceguera que le permitió ver mucho más. El caso es que comenzó a llover, el buen hombre se levantó y, acompañado de Dustin Hoffman, se marchó para el campamento diciendo que no había llegado su hora. Cosas de los apaches. Saludos. PC
Buenos días. ¿Qué tal estás amigo mío?. Bueno, la verdad es que no tengo muy claro si esto de la virtualidad te permite ser un amigo real, es decir una amigo verdadero, o sólo un real (verdadero) virtual amigo. Es un poco liosa la cuestión y me ha recordado a mi maestro cuando dice que no es lo mismo filosofía primera que primera filosofía. El caso es que entro a saludarte al leer lo de la película- por lo de su filosofía-, es decir, las gracias y esas cosas. Supongo que me entenderás, son cosas que me pasan por haber leído a Cicerón. Un abrazo afectuoso.
Gracias por interesarte por mi salud psicofísica ¿Es así? Parece ser que desde el punto de vista estético (Externo, más bien) estoy bien. Interiormente no me veo. Me refiero ahora a la salud física. Tu filósofo fue anterior a los RR. Católicos (Por lo de la filosofía primera) El más grave problema de la virtualidad es que solamente se percibe; no se ve, no se toca. Pero, ya dijo uno de tus filósofos que sin amigos nadie podría vivir. ¿Por qué no he de ser tu amigo? Sólo nos hemos visto por aquí.
Sería incluso tu amigo, si yo pobre material y tú también, tirases a un pozo oscuro la mitad de mis ahorros que te di. En un principio, sentiría un tremendo dolor en la herida, pero mi naturaleza lo curaría con la gasa del olvido. Incluso lo seguirías siendo, si te hubiese concedido algo más grande que el dinero, algo inmaterial; algo como un sentimiento varado sobre la pacífica hoja de un cuaderno y tú lo hubieses denostado. Más aun, lo seguirías siendo, si siendo tu mujer, yo te hubiese amado… en sentido estricto. Pero, como no sé si eres mujer y no te he tenido a dos centímetros, pues no puedo amarte en citado sentido. Sólo te amo, como se aman las cosas que se quieren ¿Por qué no? A fin y al cabo, la amistad es, o debe de ser, la síntesis del amor. Ese punto donde el egoísmo fenece en manos de la verdad. Un placer volver a leerte. PC
Sería incluso tu amigo, si yo pobre material y tú también, tirases a un pozo oscuro la mitad de mis ahorros que te di. En un principio, sentiría un tremendo dolor en la herida, pero mi naturaleza lo curaría con la gasa del olvido. Incluso lo seguirías siendo, si te hubiese concedido algo más grande que el dinero, algo inmaterial; algo como un sentimiento varado sobre la pacífica hoja de un cuaderno y tú lo hubieses denostado. Más aun, lo seguirías siendo, si siendo tu mujer, yo te hubiese amado… en sentido estricto. Pero, como no sé si eres mujer y no te he tenido a dos centímetros, pues no puedo amarte en citado sentido. Sólo te amo, como se aman las cosas que se quieren ¿Por qué no? A fin y al cabo, la amistad es, o debe de ser, la síntesis del amor. Ese punto donde el egoísmo fenece en manos de la verdad. Un placer volver a leerte. PC
- ¿Quién le enseñó el dolor, doctor?
- El sufrimiento. -Respondió
A. Camus
No tienes que darme las gracias por preocuparme por tu salud. ¿No es acaso eso, además de otras cosas, lo que debemos esperar de un amigo? Cuidamos las cosas que tenemos en estima, que queremos. Yo, sería tu amiga, si, pidiéndote no tu dinero, ni tus palabras, plasmadas o no en un papel, sino sólo un abrazo, tú, pasaras frente a mí y me dieras la espalda. Y serías mi amigo por dos cosas. Porque ignora más, no el que no sabe sino, el que pudiendo saber ignora que el otro ignora. Y además porque, siendo la amistad la síntesis del amor, y el amor la antítesis de la indiferencia, participaría la amistad de ésta. Y yo, en este caso, no creo conocerla. Un abrazo.
- El sufrimiento. -Respondió
A. Camus
No tienes que darme las gracias por preocuparme por tu salud. ¿No es acaso eso, además de otras cosas, lo que debemos esperar de un amigo? Cuidamos las cosas que tenemos en estima, que queremos. Yo, sería tu amiga, si, pidiéndote no tu dinero, ni tus palabras, plasmadas o no en un papel, sino sólo un abrazo, tú, pasaras frente a mí y me dieras la espalda. Y serías mi amigo por dos cosas. Porque ignora más, no el que no sabe sino, el que pudiendo saber ignora que el otro ignora. Y además porque, siendo la amistad la síntesis del amor, y el amor la antítesis de la indiferencia, participaría la amistad de ésta. Y yo, en este caso, no creo conocerla. Un abrazo.