Las cocinas de antes
Que cocinas allí solo con echar la mirada ya te alimentabas: había de todo, La chimenea que eran cuadradas y grandes llenas de jamones a secar al humo de la lumbre, unos jamones de cerdos de un año que parecían un mapa de España de grandes que eran y se decía que el mejor jamón era el que tenia dos o tres años, que una vez bien curados se ponían en la habitación mas fresca de la casa y colgados al aire.
Esas cocinas con sus varas de lado a lado llenas de chorizos, gueñas, butifarras, los costillares del cerdo echados en ajos, y el hueso sabroso los lomos, las riquísimas morcillas que se hacían con sangre, pan, cebolla, especias, y a cocerlas, al sacarlas del caldero calentitas estaban exquisitas, y los callos que se hacían con el morcón, los fardeles con el hígado, todo para el alimento de todo el año de la familia, esos tan enormes cocidos en un puchero de barro o de hierro colado estaban por dentro revestidos de porcelana, con sus garbanzos, chorizo, morcilla, tocino, hueso sabroso,
Carne de ovino, jamón curado, y su bola, que se hacia con pan, perejil, huevos, ajo picado, todo mezclado y a freír y al puchero, y que alimento para toda la familia, todo comida sana y sin aditivos ni conservantes.
También en la cocina alrededor de la mesa camilla se esmotaban las judías que había de la cosecha, y los garbanzos por las noches en las trasnochadas de los inviernos, los pastores los criados los hijos, los abuelos, todos y la bota para de vez en cuando se echaba los hombres unos chispos de vino
Se pasaban unas trasnochadas muy amenas pues siempre había un gracioso que contaba algún cuento o historieta y sobre todo se hablaba mucho en familia y los jóvenes aprendían muy buenos consejos de los padres y los abuelos.
Que cocinas allí solo con echar la mirada ya te alimentabas: había de todo, La chimenea que eran cuadradas y grandes llenas de jamones a secar al humo de la lumbre, unos jamones de cerdos de un año que parecían un mapa de España de grandes que eran y se decía que el mejor jamón era el que tenia dos o tres años, que una vez bien curados se ponían en la habitación mas fresca de la casa y colgados al aire.
Esas cocinas con sus varas de lado a lado llenas de chorizos, gueñas, butifarras, los costillares del cerdo echados en ajos, y el hueso sabroso los lomos, las riquísimas morcillas que se hacían con sangre, pan, cebolla, especias, y a cocerlas, al sacarlas del caldero calentitas estaban exquisitas, y los callos que se hacían con el morcón, los fardeles con el hígado, todo para el alimento de todo el año de la familia, esos tan enormes cocidos en un puchero de barro o de hierro colado estaban por dentro revestidos de porcelana, con sus garbanzos, chorizo, morcilla, tocino, hueso sabroso,
Carne de ovino, jamón curado, y su bola, que se hacia con pan, perejil, huevos, ajo picado, todo mezclado y a freír y al puchero, y que alimento para toda la familia, todo comida sana y sin aditivos ni conservantes.
También en la cocina alrededor de la mesa camilla se esmotaban las judías que había de la cosecha, y los garbanzos por las noches en las trasnochadas de los inviernos, los pastores los criados los hijos, los abuelos, todos y la bota para de vez en cuando se echaba los hombres unos chispos de vino
Se pasaban unas trasnochadas muy amenas pues siempre había un gracioso que contaba algún cuento o historieta y sobre todo se hablaba mucho en familia y los jóvenes aprendían muy buenos consejos de los padres y los abuelos.