CURIOSIDADES DEL PERSONAJE DE GILA.
Si una guerra es absurda para todos, la de Gila no iba a ser menos. Tras la caída del bando republicano y el alzamiento franquista, Gila salió de la cárcel y se fue a su casa. Al poco tiempo, lo reclamaron para que hiciera el servicio militar. ¿Cuántas personas hicieron el servicio militar después de la guerra?
El absurdo llama al absurdo, y es que a Gila incluso lo habían fusilado. Durante la Guerra Civil, un grupo requeté lo sorprendió con varios compañeros cuando se les averió el camión y los mandaron matar. El pelotón de fusilamiento estaba borracho desde el talón de la bota hasta la punta del cañón, y beodamente abrieron fuego sobre los reos, matando a todos menos a él, que se hizo el muerto, y a un compañero herido en la pierna, al que Gila llevó a hombros hacia la salvación.
Sería una de las muchas veces en que a Gila lo salvaría el ingenio, y es el ejemplo paradigmático de cómo funcionaba su sentido del humor. La anécdota, sangrienta y trágica, se explica así en su idioma personal: “A mí me fusilaron mal”.
Quizás por eso tenía con la muerte cierta confianza. Como diría en uno de los monólogos publicados en el apéndice del libro: “Yo no he creído nunca en la historia de la reencarnación, pero después de haberme muerto varias veces, estoy empezando a pensar que hay algo de cierto”.
De GILA no nada que opinar que ya no se haya dicho GENIAL, creíamos que lo escrito es muy entretenido, para mi si lugar a dudas del mejor humorista de todos los tiempos, repito es mi opinión.
Si una guerra es absurda para todos, la de Gila no iba a ser menos. Tras la caída del bando republicano y el alzamiento franquista, Gila salió de la cárcel y se fue a su casa. Al poco tiempo, lo reclamaron para que hiciera el servicio militar. ¿Cuántas personas hicieron el servicio militar después de la guerra?
El absurdo llama al absurdo, y es que a Gila incluso lo habían fusilado. Durante la Guerra Civil, un grupo requeté lo sorprendió con varios compañeros cuando se les averió el camión y los mandaron matar. El pelotón de fusilamiento estaba borracho desde el talón de la bota hasta la punta del cañón, y beodamente abrieron fuego sobre los reos, matando a todos menos a él, que se hizo el muerto, y a un compañero herido en la pierna, al que Gila llevó a hombros hacia la salvación.
Sería una de las muchas veces en que a Gila lo salvaría el ingenio, y es el ejemplo paradigmático de cómo funcionaba su sentido del humor. La anécdota, sangrienta y trágica, se explica así en su idioma personal: “A mí me fusilaron mal”.
Quizás por eso tenía con la muerte cierta confianza. Como diría en uno de los monólogos publicados en el apéndice del libro: “Yo no he creído nunca en la historia de la reencarnación, pero después de haberme muerto varias veces, estoy empezando a pensar que hay algo de cierto”.
De GILA no nada que opinar que ya no se haya dicho GENIAL, creíamos que lo escrito es muy entretenido, para mi si lugar a dudas del mejor humorista de todos los tiempos, repito es mi opinión.
Me parece el humorista más ingenioso que hemos tenido.