UN DÍA COMO HOY.
LAS 1.477 VIDAS HUNDIDAS CON EL "CASTILLO OLITE".
El hundimiento del buque de transporte nacional Castillo de Olite por las baterías republicanas frente a las costas de Cartagena, el 7 de marzo de 1939, constituye uno de los episodios más oscuros y menos conocidos durante La Guerra Civil Española.
El buque fue construido en el año 1921 por los astilleros Rotterdamsche Droogdok Maatschappij (RDM) (Países Bajos). Su primer nombre fue el de Zaandijk, y lo portó entre 1921 y 1929, como propiedad de la naviera holandesa Solleveld Van der Meer & T. H. Van Hattum, que lo destinó al transporte de mercancías en su línea con Java y Sumatra. Fue vendido a otra empresa que lo bautizó Akedemik Paulo, con la que navegó entre 1929 y 1932, y de nuevo, fue vendido a la naviera holandesa Nederlandsche Lloyd, que lo rebautizó Zwaterwater, y con la que navegó desde 1932 hasta 1936. En 1936, fue adquirido por la Unión Soviética, que lo rebautiza Postishev para honrar al político comunista ucraniano Pavel Postishev, hasta que el 31 de mayo de 1938, es capturado en el Estrecho de Gibraltar por el crucero auxiliar del bando sublevado Vicente Puchol, un buque de Transmediterránea, al que se le dotó de minas, 1 cañón Vickers de 120 mm y 1 cañón Nordenfeldt de 57 mm, y que fue asignado a la armada en noviembre de 1936, mientras transporta un cargamento de carbón durante la Guerra Civil Española, tras lo cual fue trasladado a Cádiz. Fue incorporado a la marina de Guerra por orden de 1 de noviembre de 1938 y quedó rebautizado como Castillo de Olite, nombre que hace referencia al Palacio Real de Olite.
Los soldados embarcados, la mayoría gallegos, creían que la ciudad estaba conquistada y navegaban bromeando y cantando al son de sus gaitas con la esperanza de un pronto regreso a sus casas. Por fin habían alcanzado el anhelo final de la guerra.
En la mañana del 7 de marzo de 1939 el vapor "Castillo Olite" se acercaba confiado al puerto de Cartagena. En sus bodegas, 2.100 soldados pertenecientes al ejército de Franco esperaban ansiosos la entrada en una ciudad que creían ganada al enemigo. El silbido cercano de un proyectil debió de helarles la sangre... Inmediatamente después, otro proyectil impactó en la bodega en la que transportaban la munición, reventando al buque, que se hundió en pocos minutos llevándose consigo la vida de 1.477 militares, en lo que constituye la peor tragedia de la España marítima contemporánea.
La mayor parte de los soldados murieron ahogados en las bodegas, aunque otros muchos fueron víctimas de la explosión. La mayoría no sabía nadar, y en todo caso tampoco podían hacerlo con los miembros rotos o amputados.
Algunos de los afortunados que consiguieron sobrevivir agarrados a los restos que flotaban sobre el agua eran tiroteados por los milicianos desde la costa.
El barco quedó hundido frente a la isla de Escombreras y los pescadores locales pasaron la noche arrancando náufragos al mar. Todos los supervivientes coincidieron en que la mayoría debían la vida a la heroica actuación de estos hombres pescadores. Con su intensa carga de dramatismo e infortunio, el hundimiento del "Olite" fue un acto de guerra.
Terminada ésta, se levantó una cruz en tierra y, sobre el palo de señales del barco que emergía de las profundidades señalando la húmeda tumba de los desafortunados soldados nunca faltaba una corona de flores; y a su alrededor era frecuente ver botes con familiares de los soldados muertos. Con el paso de los años los homenajes languidecieron y los monumentos que recordaban al barco y a los soldados muertos fueron desapareciendo. En 1952 el Estado, propietario del "Olite", decidió venderlo como chatarra a un empresario vasco que contrató buzos para dinamitarlo en el lecho del mar y extraerlo plancha a plancha. Los buzos contaban que fue una experiencia terrible. Con cada explosión aparecían centenares de huesos que eran sistemáticamente enterrados en el cementerio de Cartagena hasta que del barco quedó únicamente la quilla. Sin la protección de los mamparos, las fuertes corrientes de la zona no tardaron en cubrirlo de fango. Más recientemente, con ocasión de las obras de extensión del muelle de la refinería de petróleos de Escombreras, los últimos restos han quedado cubiertos por cientos de miles de toneladas de roca y cemento.
Ya en la transición, en aras a la concordia nacional, no era el momento para el recuerdo y menos aún en la actualidad cuando con la "Ley de la Memoria Histórica" se buscaba reparar el daño causado. La historia no ha encontrado un sitio para ellos.
"Donde quiera que moren las almas de los 1.477 jóvenes soldados muertos en sus cubiertas o ahogados en sus bodegas, reciban con estas letras un emocionado homenaje a su recuerdo".
DESCANSEN EN PAZ.
LAS 1.477 VIDAS HUNDIDAS CON EL "CASTILLO OLITE".
El hundimiento del buque de transporte nacional Castillo de Olite por las baterías republicanas frente a las costas de Cartagena, el 7 de marzo de 1939, constituye uno de los episodios más oscuros y menos conocidos durante La Guerra Civil Española.
El buque fue construido en el año 1921 por los astilleros Rotterdamsche Droogdok Maatschappij (RDM) (Países Bajos). Su primer nombre fue el de Zaandijk, y lo portó entre 1921 y 1929, como propiedad de la naviera holandesa Solleveld Van der Meer & T. H. Van Hattum, que lo destinó al transporte de mercancías en su línea con Java y Sumatra. Fue vendido a otra empresa que lo bautizó Akedemik Paulo, con la que navegó entre 1929 y 1932, y de nuevo, fue vendido a la naviera holandesa Nederlandsche Lloyd, que lo rebautizó Zwaterwater, y con la que navegó desde 1932 hasta 1936. En 1936, fue adquirido por la Unión Soviética, que lo rebautiza Postishev para honrar al político comunista ucraniano Pavel Postishev, hasta que el 31 de mayo de 1938, es capturado en el Estrecho de Gibraltar por el crucero auxiliar del bando sublevado Vicente Puchol, un buque de Transmediterránea, al que se le dotó de minas, 1 cañón Vickers de 120 mm y 1 cañón Nordenfeldt de 57 mm, y que fue asignado a la armada en noviembre de 1936, mientras transporta un cargamento de carbón durante la Guerra Civil Española, tras lo cual fue trasladado a Cádiz. Fue incorporado a la marina de Guerra por orden de 1 de noviembre de 1938 y quedó rebautizado como Castillo de Olite, nombre que hace referencia al Palacio Real de Olite.
Los soldados embarcados, la mayoría gallegos, creían que la ciudad estaba conquistada y navegaban bromeando y cantando al son de sus gaitas con la esperanza de un pronto regreso a sus casas. Por fin habían alcanzado el anhelo final de la guerra.
En la mañana del 7 de marzo de 1939 el vapor "Castillo Olite" se acercaba confiado al puerto de Cartagena. En sus bodegas, 2.100 soldados pertenecientes al ejército de Franco esperaban ansiosos la entrada en una ciudad que creían ganada al enemigo. El silbido cercano de un proyectil debió de helarles la sangre... Inmediatamente después, otro proyectil impactó en la bodega en la que transportaban la munición, reventando al buque, que se hundió en pocos minutos llevándose consigo la vida de 1.477 militares, en lo que constituye la peor tragedia de la España marítima contemporánea.
La mayor parte de los soldados murieron ahogados en las bodegas, aunque otros muchos fueron víctimas de la explosión. La mayoría no sabía nadar, y en todo caso tampoco podían hacerlo con los miembros rotos o amputados.
Algunos de los afortunados que consiguieron sobrevivir agarrados a los restos que flotaban sobre el agua eran tiroteados por los milicianos desde la costa.
El barco quedó hundido frente a la isla de Escombreras y los pescadores locales pasaron la noche arrancando náufragos al mar. Todos los supervivientes coincidieron en que la mayoría debían la vida a la heroica actuación de estos hombres pescadores. Con su intensa carga de dramatismo e infortunio, el hundimiento del "Olite" fue un acto de guerra.
Terminada ésta, se levantó una cruz en tierra y, sobre el palo de señales del barco que emergía de las profundidades señalando la húmeda tumba de los desafortunados soldados nunca faltaba una corona de flores; y a su alrededor era frecuente ver botes con familiares de los soldados muertos. Con el paso de los años los homenajes languidecieron y los monumentos que recordaban al barco y a los soldados muertos fueron desapareciendo. En 1952 el Estado, propietario del "Olite", decidió venderlo como chatarra a un empresario vasco que contrató buzos para dinamitarlo en el lecho del mar y extraerlo plancha a plancha. Los buzos contaban que fue una experiencia terrible. Con cada explosión aparecían centenares de huesos que eran sistemáticamente enterrados en el cementerio de Cartagena hasta que del barco quedó únicamente la quilla. Sin la protección de los mamparos, las fuertes corrientes de la zona no tardaron en cubrirlo de fango. Más recientemente, con ocasión de las obras de extensión del muelle de la refinería de petróleos de Escombreras, los últimos restos han quedado cubiertos por cientos de miles de toneladas de roca y cemento.
Ya en la transición, en aras a la concordia nacional, no era el momento para el recuerdo y menos aún en la actualidad cuando con la "Ley de la Memoria Histórica" se buscaba reparar el daño causado. La historia no ha encontrado un sitio para ellos.
"Donde quiera que moren las almas de los 1.477 jóvenes soldados muertos en sus cubiertas o ahogados en sus bodegas, reciban con estas letras un emocionado homenaje a su recuerdo".
DESCANSEN EN PAZ.