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MEMBRIO: Entorno a la Ley de la Vida...

Entorno a la Ley de la Vida

Leyenda C=Cuyin F=Franz

F.- Buenas tardes, amigo Cuyin.

C.- Te veo algo cabizbajo ¿Acaso te ha sucedido algo desafortunado?

F.- Efectivamente. Hoy tuve una experiencia muy desagradable y amarga.

C.- ¿De qué se trata?

F.- Me encontré con un antiguo trabajador de la empresa. Un hombre serio y responsable, muy trabajador pero ya retirado.

C.- ¿Y qué le pasaba?

F.- Su objetivo era que todos sus hijos tuvieran una educación superior, de modo que les permitiera ganar su vida en mucho mejores condiciones que las que él tuvo.

C.- ¿No lo consiguió?

F.- Al contrario. Actualmente todos ellos poseen una profesión y se desempeñan en posiciones muy superiores a las que él logro.

C.- Hasta aquí no observo nada dramático en tu caso. Más bien es un reconfortante ejemplo humano.

F.- La conducta de él sí lo es, pero el comportamiento de sus hijos no.

C.- ¿Cómo así? Explícate

F.-El hombre ya está viejo, cansado y enfermo. Sin embargo sus hijos prácticamente lo han abandonado. No lo ayudan, mostrando una falta total de consideración y agradecimiento.

C.- Ahora entiendo tu estado de ánimo amigo. La verdad que es repudiable la conducta de esos hijos.

F.- Estoy de acuerdo contigo… No obstante, me da la impresión de que eso es una ley de la vida. ¿No opinas lo mismo?

C.- Por supuesto que no.

F.- Bueno esa es la ley de Cuyin, estar siempre en desacuerdo conmigo.

C.- No siempre, no siempre. Pero en este caso sí lo estoy.

F.- ¿En qué no estás de acuerdo?

C.- En eso que tu llamas la ley de la vida.

F.- ¿Pero acaso no es lo que te estoy relatando?

C.- Lo que tú me has contado es precisamente una infracción a la ley de la vida.

F.- Francamente no lo creo. Desgraciadamente la situación de ese hombre que te he mencionado no es un ejemplo aislado. Lo he visto en muchos otros casos, aunque quizás de manera menos pronunciada.

C.- Te entiendo no obstante, me parece que estas cometiendo un error. Probablemente estas confundiendo la ley de la vida con la ley de los hombres.

F.- No veo la diferencia.

C.- Resulta que la ley de la vida se refiere a todos los organismos vivos que existen. En cambio la ley de los hombres es fabricada para ellos mismos y, por lo tanto, aplicable sólo a ellos.

F.- ¿Me estás diciendo que los animales se comportan de manera diferente?

C.- Ciertamente. Nosotros cumplimos con la ley de la vida tal como lo estipula.

F.- ¿Seguro?

C.- Por supuesto. Observa a los elefantes. Cuando ya están demasiado viejos para valerse por sí mismos, los más jóvenes los ayudan y guían. En cuanto a los leones, el jefe generalmente no es ya el más fuerte, por su edad. No obstante, ningún león joven pone en duda su autoridad para dirigir el clan. En el caso de nosotros los cuys, si uno ya es viejo es, además, ciego, los miembros del clan estarán prestos para guiarlo, haciendo que éste muerda sus rabos. Y existen muchos ejemplos más.

F.- Pero el hombre…

C.- Incluso el hombre en su época primitiva, cuando vivía en una cultura menos evolucionada. También hacia lo mismo. Y eso es lógico, pues como cualquier criatura se sometía a la ley de la vida.

F.- Parece, sin embargo, que ya no lo hace.

C.- Yo no sería tan definitivo. Creo que en muchas partes se mantiene. Por ejemplo, las familias campesinas…

F.- ¿Y por qué ellas?

C.- Probablemente porque no se encuentran tan inmersas en la cultura actual, esa que se da en las grandes ciudades. En otras palabras, en aquellos pueblos donde la evolución artificial que ha creado el hombre no es tan exagerada, se mantienen las leyes naturales de la vida, con toda su sabiduría.