Buenas noches, vamos a entretener al personal. Quizas segun el libro de Hans Christian Andersen y sus viajes por españa se deja caer que, qizas fueran historias de trasnmision oral de nuestra peninsula. Cuentos y leyendas cambian de sitio y nombre pero no de objetivo. Quizas caperucita roja (H GRIMM) fuera de LA SIERRA DE SAM PEDRO.
Pasado y presente del lobo en Extremadura (Alberto Gutiérrez Ubero)
Breve estudio histórico acerca de la existencia del lobo en Extremadura y las consecuencias socioeconómicas que trajo consigo sobre la región.
Siglos XVII - XVIII
Según fuentes consultadas ya en el s. XVII el lobo se localizaba en 325 poblaciones extremeñas reproduciéndose con seguridad en al menos 95 de ellas, situación que fue agravándose con el paso de los años.
A finales del s. XVIII los ganaderos tuvieron que aumentar el número de pastores y de mastines para el cuidado de sus rebaños. Todas las precauciones eran pocas con tal de evitar el temido ataque de una manada de lobos, la peor pesadilla para el mundo trashumante ya en franca decadencia por estas fechas.
Se dictaron numerosas ordenanzas para tratar de atajar este gravísimo problema, pero aunque al final el resultado fue la lenta desaparición de esta especie, hubo momentos en que pareció que la batalla sería ganada por el gran cánido. Entre las muchas disposiciones que nos ofrece Juan José Estepa García en su libro “Las grandes cañadas extremeñas” se encuentran aquellas que hacen mención a las recompensas que se establecieron por lobos muertos, o aquellas otras que nos describen diversos métodos para su exterminio. Una Real cédula del 3 de febrero de 1795 cifraba en 8 ducados la cantidad a pagar a los cazadores loberos por cada macho muerto, 16 por cada hembra y 24 si era atrapada con la camada, y 4 por cada cría o lobezno.
Lobos en el siglo XIX
En 1816 la Mesta editaba una circular en la que aconsejaba a sus miembros la utilización de un sistema de envenenamiento que se había mostrado muy eficaz en otras regiones y que consistía en:
“una libra, dos o más de nuez vómica, conocida en algunos pueblos con el nombre de “almendrilla”, que se vende en Madrid, y suele costar de veinte a treinta reales libra. Se reducirá a polvo con una lima o escofina y se picará carne suficiente para hacer seis, doce o más chorizos de una cuarta de largo poco más o menos, mezclando y amasando bien con la carne que ha de llevar cada chorizo como media onza de polvos. Preparados así los chorizos, se arrastrará alguna porción de carne muerta por las inmediaciones de los sitios y apostaderos más frecuentados de los lobos antes de anochecer, y luego que estén recogidos los ganados, se colocarán dos, tres o más chorizos en cada sitio de los que parezcan más a propósito, encargándose de esta diligencia a personas de confianza, y las mismas que al día siguiente bien temprano, y antes de que suelten los ganados del pueblo, madrugarán a recoger los chorizos que hubiere enteros, y todos sus desperdicios sin dejar nada en el suelo, y a registrar el campo para observar si hay algún lobo o zorro muertos (...)”.
Pero poca efectividad debieron causar estas normas, ya que el 2 de junio de 1824 el Consejo del Rey apremiaba a la autoridades al pago puntual de las recompensas como medida para hacer más atractiva la caza de lobos y zorros ante el alarmante aumento de estas dos especies en los campos extremeños.
A finales del s. XIX, Badajoz pasaba por ser la provincia de España donde más lobos se cazaban, unos 260 al año, muy por encima de otras con más tradición lobera como Lugo, León, Jaén o Córdoba. En Piornal (Cáceres), en el paraje llamado “La Trampa del Lobo”, existió una profunda zanja en la que los piornalegos dejaban un chivo para que el animal se introdujera en ella. Si algún cabrero abatía un lobo recibía una recompensa oficial además de poder ejercer el derecho de limosnear por las casas mostrando la piel y pidiendo para el “Santo Lobero”.
Siglo XX: desaparición del lobo
Desde mediados del s. XX se ha vivido la lenta desaparición de este animal no ya solo en Extremadura, sino en muchas otras zonas de España. La puesta en práctica en la década en los 50 del Plan Badajoz, con la consiguiente construcción de gigantescos embalses que anegaron las vías naturales de comunicación entre las serranías, la pérdida de grandes manchas de monte mediterráneo y de fauna autóctona, y la generalizada alteración de su hábitat han sido factores de indudable peso en su extinción. Otra serie de fenómenos, como la fuerte inmigración del campo extremeño, vinieron a completar el oscuro panorama que se cernía para una de las especies emblemáticas de la Península Ibérica.
De esta forma, un estudio realizado en 1996 detectó la presencia de unas cinco parejas en la Sierra de San Pedro. Algún pastor y guarda de fincas aseguró haber visto en las mismas fechas alguna pareja en el término de Alconchel (Badajoz), muy cerca de la frontera con Portugal. Un poco más tarde, en 1998, un trabajo llevado a cabo por la Universidad de Extremadura concluyó que el lobo había desaparecido por completo de tierras extremeñas.
Sin embargo, el lobo no desapareció del inconsciente colectivo. Numerosos relatos, que todavía aún pueden escucharse, nos cuentan el terror que causaba entre la población sus cada vez más esporádicas apariciones. Comarcas como Sierra de Gata, las Hurdes (sus cazadores loberos tenían ganado un merecido prestigio), Sierra Morena, la Serena y las Villuercas supieron de él entre 1940 y 1960. El diario regional Hoy, con fecha 25 de marzo de 1972, informaba de que en Villanueva del Fresno (Badajoz) una manada de lobos dio muerte en cuarenta y ocho horas a siete reses y dejo malheridas a otras dos.
Viejos relatos que a casi nadie interesan pero cargados de una épica arcaica e intemporal. Como aquel que describe como una gran hembra de mastín, conocida como La Leona, consiguió acabar con las sangrientas andanzas de Lobo Negro. De tan peculiar hecho da fe una inscripción bajo la estatua dedicada al famoso lobo que se levantó en la Sierra de Fuente del Arco (Badajoz): “En recuerdo al Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, que recorrió en los años 50-60 estas sendas de Sierra Morena estudiando al lobo español. En esa fecha, aquí una lobada se celebró (1952-53) salvándose de la cacería el gran Lobo Negro que asoló estos campos durante años. Herido en La Riverilla por La Leona y deshecha su manada, huyó varios años después a Hornachuelos (Córdoba).
A pesar de la ancestral enemistad entre mastines y lobos, no han sido raros los casos de hibridación entre estas dos especies, habiéndose constatado la existencia de ejemplares de este tipo integrados en algunas manadas. El prestigioso naturalista Jesús Garzón afirmaba en la década de los 70 que los últimos lobos de Sierra Morena estaban cruzados con perros. En aquellos años el profesor José Antonio Valverde examinó a cuatro ejemplares de lobos muertos en la batida celebrada en Villanueva del Fresno, llegando a la conclusión de que eran mezcla de lobos y perras. La aparición de estos extraños lobos confundió de tal manera a la población que se llegó a correr el rumor de que Rodríguez de la Fuente había soltado chacales en la zona.
Pero la historia posiblemente no haya terminado. Tras algunas décadas sin escucharlo, y en pleno siglo XXI, el aullido del lobo vuelve a resonar en las solitarias serranías del norte de Extremadura.
Alberto Gutiérrez Ubero
http://alberto-gutierrez-ubero . suite101. net/pasado-y-presente-del-lobo -en-extremadura-a45502
Pasado y presente del lobo en Extremadura (Alberto Gutiérrez Ubero)
Breve estudio histórico acerca de la existencia del lobo en Extremadura y las consecuencias socioeconómicas que trajo consigo sobre la región.
Siglos XVII - XVIII
Según fuentes consultadas ya en el s. XVII el lobo se localizaba en 325 poblaciones extremeñas reproduciéndose con seguridad en al menos 95 de ellas, situación que fue agravándose con el paso de los años.
A finales del s. XVIII los ganaderos tuvieron que aumentar el número de pastores y de mastines para el cuidado de sus rebaños. Todas las precauciones eran pocas con tal de evitar el temido ataque de una manada de lobos, la peor pesadilla para el mundo trashumante ya en franca decadencia por estas fechas.
Se dictaron numerosas ordenanzas para tratar de atajar este gravísimo problema, pero aunque al final el resultado fue la lenta desaparición de esta especie, hubo momentos en que pareció que la batalla sería ganada por el gran cánido. Entre las muchas disposiciones que nos ofrece Juan José Estepa García en su libro “Las grandes cañadas extremeñas” se encuentran aquellas que hacen mención a las recompensas que se establecieron por lobos muertos, o aquellas otras que nos describen diversos métodos para su exterminio. Una Real cédula del 3 de febrero de 1795 cifraba en 8 ducados la cantidad a pagar a los cazadores loberos por cada macho muerto, 16 por cada hembra y 24 si era atrapada con la camada, y 4 por cada cría o lobezno.
Lobos en el siglo XIX
En 1816 la Mesta editaba una circular en la que aconsejaba a sus miembros la utilización de un sistema de envenenamiento que se había mostrado muy eficaz en otras regiones y que consistía en:
“una libra, dos o más de nuez vómica, conocida en algunos pueblos con el nombre de “almendrilla”, que se vende en Madrid, y suele costar de veinte a treinta reales libra. Se reducirá a polvo con una lima o escofina y se picará carne suficiente para hacer seis, doce o más chorizos de una cuarta de largo poco más o menos, mezclando y amasando bien con la carne que ha de llevar cada chorizo como media onza de polvos. Preparados así los chorizos, se arrastrará alguna porción de carne muerta por las inmediaciones de los sitios y apostaderos más frecuentados de los lobos antes de anochecer, y luego que estén recogidos los ganados, se colocarán dos, tres o más chorizos en cada sitio de los que parezcan más a propósito, encargándose de esta diligencia a personas de confianza, y las mismas que al día siguiente bien temprano, y antes de que suelten los ganados del pueblo, madrugarán a recoger los chorizos que hubiere enteros, y todos sus desperdicios sin dejar nada en el suelo, y a registrar el campo para observar si hay algún lobo o zorro muertos (...)”.
Pero poca efectividad debieron causar estas normas, ya que el 2 de junio de 1824 el Consejo del Rey apremiaba a la autoridades al pago puntual de las recompensas como medida para hacer más atractiva la caza de lobos y zorros ante el alarmante aumento de estas dos especies en los campos extremeños.
A finales del s. XIX, Badajoz pasaba por ser la provincia de España donde más lobos se cazaban, unos 260 al año, muy por encima de otras con más tradición lobera como Lugo, León, Jaén o Córdoba. En Piornal (Cáceres), en el paraje llamado “La Trampa del Lobo”, existió una profunda zanja en la que los piornalegos dejaban un chivo para que el animal se introdujera en ella. Si algún cabrero abatía un lobo recibía una recompensa oficial además de poder ejercer el derecho de limosnear por las casas mostrando la piel y pidiendo para el “Santo Lobero”.
Siglo XX: desaparición del lobo
Desde mediados del s. XX se ha vivido la lenta desaparición de este animal no ya solo en Extremadura, sino en muchas otras zonas de España. La puesta en práctica en la década en los 50 del Plan Badajoz, con la consiguiente construcción de gigantescos embalses que anegaron las vías naturales de comunicación entre las serranías, la pérdida de grandes manchas de monte mediterráneo y de fauna autóctona, y la generalizada alteración de su hábitat han sido factores de indudable peso en su extinción. Otra serie de fenómenos, como la fuerte inmigración del campo extremeño, vinieron a completar el oscuro panorama que se cernía para una de las especies emblemáticas de la Península Ibérica.
De esta forma, un estudio realizado en 1996 detectó la presencia de unas cinco parejas en la Sierra de San Pedro. Algún pastor y guarda de fincas aseguró haber visto en las mismas fechas alguna pareja en el término de Alconchel (Badajoz), muy cerca de la frontera con Portugal. Un poco más tarde, en 1998, un trabajo llevado a cabo por la Universidad de Extremadura concluyó que el lobo había desaparecido por completo de tierras extremeñas.
Sin embargo, el lobo no desapareció del inconsciente colectivo. Numerosos relatos, que todavía aún pueden escucharse, nos cuentan el terror que causaba entre la población sus cada vez más esporádicas apariciones. Comarcas como Sierra de Gata, las Hurdes (sus cazadores loberos tenían ganado un merecido prestigio), Sierra Morena, la Serena y las Villuercas supieron de él entre 1940 y 1960. El diario regional Hoy, con fecha 25 de marzo de 1972, informaba de que en Villanueva del Fresno (Badajoz) una manada de lobos dio muerte en cuarenta y ocho horas a siete reses y dejo malheridas a otras dos.
Viejos relatos que a casi nadie interesan pero cargados de una épica arcaica e intemporal. Como aquel que describe como una gran hembra de mastín, conocida como La Leona, consiguió acabar con las sangrientas andanzas de Lobo Negro. De tan peculiar hecho da fe una inscripción bajo la estatua dedicada al famoso lobo que se levantó en la Sierra de Fuente del Arco (Badajoz): “En recuerdo al Dr. Félix Rodríguez de la Fuente, que recorrió en los años 50-60 estas sendas de Sierra Morena estudiando al lobo español. En esa fecha, aquí una lobada se celebró (1952-53) salvándose de la cacería el gran Lobo Negro que asoló estos campos durante años. Herido en La Riverilla por La Leona y deshecha su manada, huyó varios años después a Hornachuelos (Córdoba).
A pesar de la ancestral enemistad entre mastines y lobos, no han sido raros los casos de hibridación entre estas dos especies, habiéndose constatado la existencia de ejemplares de este tipo integrados en algunas manadas. El prestigioso naturalista Jesús Garzón afirmaba en la década de los 70 que los últimos lobos de Sierra Morena estaban cruzados con perros. En aquellos años el profesor José Antonio Valverde examinó a cuatro ejemplares de lobos muertos en la batida celebrada en Villanueva del Fresno, llegando a la conclusión de que eran mezcla de lobos y perras. La aparición de estos extraños lobos confundió de tal manera a la población que se llegó a correr el rumor de que Rodríguez de la Fuente había soltado chacales en la zona.
Pero la historia posiblemente no haya terminado. Tras algunas décadas sin escucharlo, y en pleno siglo XXI, el aullido del lobo vuelve a resonar en las solitarias serranías del norte de Extremadura.
Alberto Gutiérrez Ubero
http://alberto-gutierrez-ubero . suite101. net/pasado-y-presente-del-lobo -en-extremadura-a45502